Jueves, 25 de abril de 2024

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Uno de nuestros grandes problemas: el paro

por Un obispo opina

Tenemos hoy el gravísimo problema del paro con la urgencia de crear puestos de trabajo. Fijémonos en las cuestiones que hay en juego y no están todas:
Problema del empresario si no puede despedir a nadie, y a la hora de contratar, se le cuelan unos cuantos que lo único que hacen es crear un mal ambiente en la empresa o son unos vagos de solemnidad.

Problema de un padre de familia que necesita urgentemente trabajar para sacarla a flote.

Problema de un trabajador que puede ser despedido sin causa.

Problema de estar cobrando el subsidio de paro estando trabajando al mismo tiempo en otra parte.

Problema de quien considera el paro como la mejor colocación.

Problema de que cuando se quiere contratar a alguien del paro, en ocasiones han dicho que no les contraten porque se van a arrepentir. Prefieren estar en el paro.

Problema de no poder quedarse la empresa con los mejores trabajadores si se trata de contratos definitivos.
Problema de quedarse en el aire los trabajadores, caso de tener sólo contratos temporales.

Problema de empresarios que no se atreven a ampliar la empresa por miedo a perder sus bienes y el capital empleado.

Problema de encarecimiento de la vida si no hay una mayor productividad y competitividad.

Problema de lo que llaman voto cautivo o subsidiado que, buscando la igualdad ante la ley, habría que suprimir o extender a las demás regiones.

Y problema de nuestras relaciones con la Comunidad Económica Europea en la que parece que no damos una a derechas ni en la pesca, ni en el acero, ni en las naranjas, ni en la competitividad industrial, ni en la leche. Todo esto y mucho más hay que tenerlo en cuenta a la hora de legislar sobre la creación de puestos de trabajo.
 
Por eso podemos recordar que la política es el arte de lo posible. Desde luego que sin perder los valores de justicia y de promoción, pero siendo todos conscientes de que no siempre se puede hacer lo que se quiere. Hay que atender a las circunstancias en que nos movemos para ver qué se puede hacer y cómo, para el bien común.
Una cosa es que no se pueda hacer todo lo que sería deseable hacer, otra, que no se haga todo lo que se pueda hacer; y otra muy distinta, que no se actúe con justicia. La justicia no puede estar reñida con la promoción social ni con las leyes que la sociedad se vaya dando.
 
Por lo que voy oyendo, hay que plantear el problema de la productividad al mismo tiempo que el del poder adquisitivo de los salarios. Si se plantea sólo el último, vamos al desastre general; y si sólo planteamos el primero, al desastre social.

No creo que en la actualidad puedan plantearse los problemas económicos sólo a nivel nacional. Hay una economía trabada a escala universal en la que estamos metidos. Estamos abiertos al mundo y los problemas de una nación repercuten en las otras.

Desde luego, hay que estimular la creación de riqueza y procurar un reparto más equitativo de los beneficios; para ello, hay que compaginar siempre derechos y deberes.
En cuanto al trabajo, el problema tal como lo veo, está no tanto en que algunos ganan poco, sino en el desnivel de salarios; prácticamente, con el mismo esfuerzo y con el mismo horario de trabajo, hay enormes diferencias de salarios.

Hay problemas difíciles de solucionar. Todos tienen derecho al trabajo; es cierto; pero también todos tienen el deber de trabajar. Y hay quien trabaja con seriedad y quien no da golpe.

Es difícil medir cuándo uno es digno de seguir con el trabajo o cuándo es merecedor del despido. Pueden cometerse abusos de una parte y de otra. Ni los empresarios ni los obreros tienen siempre razón.
 
UNA POSIBLE SOLUCIÓN
Por otra parte, está la picaresca del paro. No es lo mismo hablar del derecho al trabajo que del derecho a un subsidio de paro. Yo no lo he visto propuesto por ningún partido; pero me da la impresión de que sería un avance social ofrecer trabajo en vez de subsidios de paro; y si no hay trabajo, se inventa. El trabajo a ofrecer sería incluso la habilitación profesional o la promoción cultural. Ofrecer subsidios de paro, en muchas ocasiones a lo que conduce es a que se cobre el paro y se siga trabajando en otras empresas o en asuntos personales; o que se haga lo posible para estar incluido en el paro.

Ofreciendo puestos de trabajo, se lograrían algunas obras comunitarias con el mismo dispendio por parte del Estado que el que tiene dando subsidios, y se evitaría la picaresca en el paro, picaresca de la que todos sabemos algo, y que nadie se decide a suprimir, quizá por miedo a perder votos. Habría que calcular cuánto le cuesta al Estado la subvención de un parado y cuánto le costaría si ese parado tuviese, en vez de subsidio, un trabajo y una ocupación. De lo contrario, la economía va hacia abajo y si se van multiplicando los casos de parados, no hay economía que resista.

Tampoco se trata de dar trabajos pesados a quienes no están acostumbrados al trabajo corporal, pero sí un trabajo compatible o parecido al que han estado desarrollando en su actividad laboral o para el que estén capacitados aunque no se parezca al trabajo que tenían.
Pero es que, además, si entramos en una competitividad con los países más industrializados, ¿vamos a poder salir del pelotón de cola sin producir más y mejor? ¿Podemos producir mejor sin capacitación profesional? Y si esto es verdad y técnicamente no estamos al nivel de los primeros países ¿no sería mucho más positivo ofrecer capacitación profesional donde esto sea factible, en vez de subsidios de paro?
 
UNAS PREGUNTAS SOBRE EL PARO: Formulo unas preguntas que no sé si yo sabría contestar; es posible que no esté en lo cierto, pero las formulo ante el drama que viven tantos hombres que quieren trabajar y no pueden. Ante esta realidad dura y agobiante del paro, los trabajadores:

¿Tienen derecho a un subsidio o a un trabajo?
¿Tienen derecho a un subsidio cuando se les puede encontrar un trabajo?
¿Qué tipo de trabajo? ¿El trabajo que han hecho siempre u otro trabajo para el que están capacitados?
¿Tienen derecho al subsidio si no quieren aceptar un trabajo de inferior categoría al que han realizado antes?
¿Puede considerarse indigno un trabajo manual para uno que ha trabajado de administrativo o en una profesión liberal?
Si se les ofreciese, en vez de subsidio, una promoción profesional ¿no sería más positivo para ellos y para la sociedad?

Son preguntas que según se respondan, pueden ayudar a ir solucionando el problema del paro o pueden contribuir a que la situación se agrave.

De todos modos, y sea cual sea la respuesta que se dé a estas preguntas, ¿no les parece que el mismo interés que pone el gobierno en vigilar la recaudación de fondos para el erario público debería ponerlo para vigilar que no se burle la legislación sobre el paro? ¿No es voz común que hay muchos parados que simultanean su subvención de paro con otros trabajos?

Perdonen los técnicos en la materia; yo no lo soy, pero oigo hablar de todo eso, pienso sobre ello y lo expongo con toda sencillez por si con ello, puedo aportar algo positivo para la solución del problema.
 
José Gea
 
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