Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Una cruz marca INRI


no hace falta desplazarse a Guatemala, que está muy allá, para cazar, aquí en nuestros páramos, ejemplos –malos- de la deficiente formación de muchos profesionales chapuceros de la especialidad que sea

por Vicente Alejandro Guillamón

Opinión

No es necesario ponerse siempre graves y solemnes, también podemos conceder de vez en cuando unos instantes al humor. Es lo que hoy hago hablándoles de la “cruz marca INRI”, según un parte de la policía de Guatemala. Me lo remite mi hija Marta desde EE.UU., la misma que solía colaborar en este periódico cuando tenía tiempo para ello.

Dicha expresión apareció en un reportaje de Paola Hurtado, publicado en un periódico guatemalteco bajo el título de “El policía visto a través de sus partes”, que igual se presta a confusión picante, cayendo en lo mismo que critica. Pero vayamos el grano: el lenguaje o jerga cantinflesca de los partes policiales de aquel país, lo recoge la reportera de los cursos de redacción que imparte Ana María Rodas, premio Nacional de Literatura del año 2000 y firme defensora de un buen español frente al spanglish tan extendido por allí.. y por acá. Entre los muchos ejemplos de frases enrevesadas, inintilegibles, chuscas u obvias que menciona la escritora, figura la que da pie a este comentario liviano, y que dice: “los objetos decomisados en una vivienda, entre ellos una cruz marca INRI...” Vamos, como si hubiesen decomisado una cafetera exprés marca Sears o un “celular” Nokia.

Claro que si Ana María Rodas se diera una vueltecita por la Madre Patria, la de soponcios que se llevaría viendo como escriben los plumillas de la prensa u oyendo hablar a los radiofonistas, o a los políticos, o a las caras bonitas y relamidas de la tele. Y no digamos nada del ejército de “comunicadores” que salen cada año de la innumerables facultades de “ciencias” (¡madre, que me da un pronto!) de la información en este país –el nuestro- que se han creado por doquier.

Una vez le oí contar a mi entrañable amigo Rafa Ortega, presidente de la UCIP (Unión Católica de Informadores y Periodistas), en una charla que dio sobre nuestro oficio en el Casino que Madrid, que en una convocatoria para redactores de Radio Nacional de España, de cuyo jurado formaba parte, mandaron redactar a los aspirantes una nota de tres minutos que venía a ocupar una cuartilla. Pues bien, una moza, “licenciada” -¡faltaría más!- en eso de las “ciencias” de la información, cometió ¡veintitrés! faltas de ortografía. He dicho bien, veintitrés, con i entre la e y la n, y no ventitres como dice ahora casi todo el mundo en los medios de oír y ver. Al comentarle el jurado la cantidad de faltas cometidas, respondió la zagala: “Sí, pero en la radio no se ven”. O sea, que no hace falta desplazarse a Guatemala, que está muy allá, para cazar, aquí en nuestros páramos, ejemplos –malos- de la deficiente formación de muchos profesionales chapuceros de la especialidad que sea.
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