Miércoles, 24 de abril de 2024

Religión en Libertad

Blog

Un diagnóstico

por Raúl Mayoral

Se inicia un nuevo curso político. Pero para el Gobierno será continuación de los anteriores. Desde que accediera al poder, el PSOE de Zapatero puso en marcha dos ofensivas: La nacionalista y la laicista. La primera contra España. La segunda contra Dios. Ambas son excluyentes y beligerantes contra la igualdad y la libertad. La ofensiva nacionalista persigue romper la unidad de la nación. Según la Constitución española de 1978, la unidad de España implica la igualdad de todos los españoles. Si se rompe la unidad de España, se rompe la igualdad entre todos los españoles. Pero la ofensiva nacionalista atenta también contra la libertad, pues obliga a los comerciantes catalanes a rotular en catalán sus establecimientos mercantiles, prohíbe a los alumnos que en aulas e, incluso, en recreos puedan hablar en castellano o se impide que la bandera de España ondeé en un Ayuntamiento.

La ofensiva laicista pretende expulsar a Dios, no sólo de la vida pública, también de los hogares como recintos privados e íntimos. Asimismo, resultan vulneradas la igualdad y la libertad de los ciudadanos. Porque no se trata de igual manera a la religión católica que a otras religiones. Porque se niega a la Iglesia, como institución social expresar su opinión en cualquier aspecto en que está comprometido el ser humano. Porque se espolea la mofa y la burla contra lo católico. Y porque se coarta la libertad religiosa y de conciencia, además, de la libertad de enseñanza, ésta última, a través de la asignatura Educación para la Ciudadanía.
 
La ofensiva nacionalista encuentra más resistencia en la sociedad civil que la ofensiva laicista. Quizás porque España tiene un mayor número de defensores que Dios, que no goza de tan buena prensa en los tiempos que corren. En todo caso, las dos ofensivas son soportes de un mismo proyecto: diseñar a base de escuadra y compás una nueva sociedad en la que el sentimiento nacional y la fe católica, incluso el pensamiento católico, desaparezcan. Oponerse, por ejemplo, a la ofensiva nacionalista y mostrar, en cambio, indiferencia hacia la ofensiva laicista es un error, y viceversa, porque ambas están indisolublemente unidas en el proyecto gubernamental. Aquí no está en juego ni el patriotismo, ni unos símbolos nacionales, ni mucho menos la fe católica, Aquí está en juego la libertad. La libertad ha tenido históricamente un mismo enemigo: el totalitarismo. Y el proyecto que está en marcha desde el poder político y desde parte del mediático es totalitario.
 
Querido lector, te dejo una cita de Francisco Cambó, un regionalista catalán. No tiene desperdicio. “Los valores espirituales no tenemos que inventarlos; los dos valores que han regido y han inspirado nuestra civilización que está en crisis, los dos únicos en que puede asentarse la civilización son: un ideal religioso para la vida futura y un ideal patriótico para la vida actual”.
 
Y es que Patria y religión son dos ideales que el lenguaje disocia, pero que el hombre refunde en uno solo.
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