Viernes, 29 de marzo de 2024

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Sansón, el Juez

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‘Sansón’ es un nombre proveniente del hebreo tiberiano y que significa ‘el que sirve a Elohim’, aunque dicho nombre también a veces se asocia con la idea de pertenecer a la luz, significando con ello ‘del sol’, posiblemente para proclamar el hecho de que su portador, Sansón, era radiante y poderoso.

Sansón fue uno de los últimos jueces de los antiguos Hijos de Israel y es mencionado en el Tanaj judío. Su vida es descrita en la Biblia, entre los capítulos 13 al 16 del libro de los Jueces.

Sansón se caracterizó por poseer una recia figura y una extraordinaria fuerza para combatir contra sus enemigos y llevar a cabo actos heróicos, inalcanzables para la gente común: luchar contra un león, sin más armas que sus propias manos, también acabar con todo un ejército con sólo una mandíbula de burro, y hasta derribar un templo filisteo con su propia fuerza.

El propósito de este estudio es el de comentar las distintas partes del contenido del libro de los Jueces en donde aparece la historia del Juez Sansón.

SANSON, LOS DANITAS Y LOS FILISTEOS

La figura de Sansón es extraña ya que no acaudilló Israel ni a ninguna de sus tribus, ni lo liberó de ningún poder opresor. De él se cuentan sólo hazañas individuales, que no bastaron para alejar de Israel el peligro filisteo. Cuando el Espíritu del Señor tomaba posesión de Sansón no era para reclutar tropas ni para ser el líder de la guerra de liberación, sino para lanzarse a alguna de sus hombradas. Fue un valentón, quien lo fiaba todo a su ingenio y a su fuerza, con su particular sentido de la justicia y de la venganza. No se creyó llamado a salvar a Israel. Pero molestó a los filisteos todo cuanto pudo.

Se ha escrito mucho acerca del carácter mítico de la leyenda de Sansón. Hay cierta paronomasia entre su nombre hebreo, Shimshon, y el sol, Shemesh. Todo sucede cerca de Bet-Semes, la ‘Casa del Sol’, aunque no se nombra esta ciudad. Sansón aparece en el verano, en la época de la siega del trigo, y acaba su vida en la oscuridad de la ceguera, símbolo del invierno.

Los rayos del sol son representados en el arte primitivo y en la literatura antigua como una melena flotando al viento. La fuerza de Sansón está en su cabellera, como la del sol en sus rayos. Cuando se le corta el cabello pierde su fuerza, como cuando en invierno los rayos del sol pierden su poder. Su muerte entre los pilares del templo filisteo es entendida como símbolo del sol poniente,

Pero lo que se cuenta de Sansón son historias intrascendentes, las cuales se cuentan como sucedidas en un contexto histórico bien determinado, según la imagen popular de un forzudo famoso. En líneas generales nada se opone a la historicidad sustancial del relato, pero las verdaderas hazañas de aquel héroe popular fueron fantaseadas por la tradición. Aquella historia, convertida en leyenda, fue relacionada con el escenario de su vida mediante etimologías populares de algunas localidades de la región.

Sansón era de la tribu de Dan, y su guerra particular fue contra los filisteos. El territorio de Dan se describe de forma imprecisa en Josué 19:40-48: lindaba hacia el sureste, este y noreste con las tribus de Judá, Benjamín y Efraín. Pero por el oeste tenía la vecindad inmediata e incómoda de los filisteos, los cuales, en su afán de penetrar hacia la montaña, tropezaban en primer lugar con los danitas. De ahí que éstos no pudieron permanecer en aquella región y tuvieron que emigrar hacia el norte, como se indica en Josué 19:47 y se cuenta en Jueces 17-18. Por lo tanto, las hazañas de Sansón pueden situarse tanto antes de la emigración como después de ella, ya que algunas familias danitas se quedaron soportando el yugo filisteo.

Aunque en Jueces 18:1 se diga imprecisamente que a Dan no le había tocado ninguna heredad en Israel, no se puede dudar de la autenticidad de las tradiciones que asignaron a Dan ese territorio colindante con los filisteos. Si los danitas nunca hubieran estado por aquella zona, no se explican ni la tradición sobre su emigración hacia el norte, ni las historias de Sansón, el héroe danita, en perpetua pugna con los filisteos. Pero como la ocupación de la costa por los filisteos siguió muy de cerca a la entrada de Israel en Canaán, la estancia de los danitas en su territorio debió de ser precaria casi desde el principio, además de efímera.

De todos modos no es la única incógnita en la historia de la tribu de Dan. Se dice de él que vivía en naves extranjeras, quizás como mercenario (Jueces 5:17), que era una víbora que picaba al caballo en la pata y derribaba al jinete (Génesis 49:16-17) y que era un cachorro de león (Deuteronomio 33:12). Los danitas tenían fama de valientes y de sagaces guerreros, a lo que contribuiría la fama de Sansón, quien fue tomado como símbolo de la tribu.

Los filisteos eran originarios de la isla de Creta y ocuparon la costa de Palestina, desde la frontera con Egipto hasta cerca del Monte Carmelo. Su principal enclave estaba constituido por cinco ciudades independientes confederadas. Progresivamente se fueron extendiendo hacia la montaña y amenazaban con dominar todo Israel. Para los israelitas eran unos extraños ‘incircuncisos’, unos despreciados, pero técnicamente superiores a ellos.

La lucha de Sansón contra los filisteos, de un hombre contra un pueblo, tenía que ser incompleta. Ya lo indicaba el anuncio del ángel: ‘Él comenzará a salvar a Israel del poder de los filisteos’ (Jueces 13:5). Siguieron siendo un problema en tiempos de Saúl y de David; sólo este último rey los reducirá definitivamente a su franja costera.

Lo mismo que las historia de Jefté, también las de Sansón escandalizan a algunos que no entienden su presencia en la Biblia: un individuo antipático, irreflexivo, aparentemente ingenioso, pero en realidad bastante tonto y amoral, sin más virtud que la fuerza bruta y siempre en relaciones turbias con varias mujeres filisteas. Les parece como si Sansón hubiera sido incluido en el libro bíblico como ejemplo de abuso de una alta vocación.

Si la figura de Sansón resulta simpática, lo tiene que decir el lector porque esto no está sujeto a reglas. El tema del varón fuerte y hasta inteligente que, sin embargo, cae como un tonto en las blandas redes de las mujeres amadas, es eternamente humano. Ciertamente Sansón no fue un santo, pero tampoco un malvado. Para hacer daño a los filisteos esperaba a que lo merecieran. Cometió errores, pero su gran hazaña final los relega al olvido. La humildad del otrora fanfarrón, quien pidió a Dios solamente la fuerza justa para vengarse, nos hace inclinar a juzgar con benevolencia toda su vida.

Sansón dejó las cosas más o menos como estaban, pero las historias que de él se contaban mantenían la esperanza de Israel de acabar algún día con sus enemigos. Las aventuras eróticas de Sansón son un ejemplo de tema sapiencial del peligro inherente a todo enamoramiento fácil, sobretodo si es una mujer extranjera.

EL NACIMIENTO MILAGROSO DE SANSON

Como las historias de los demás jueces mayores, esta de Sansón también es introducida por un marco redireccional, pero reducido al mínimo: de nuevo los israelitas son infieles al Señor, el cual los deja a merced de un pueblo extranjero opresor, los filisteos, durante cuarenta años. No se dice que los israelitas clamaran al Señor ni que éste les suscitara un libertador.

Pero el anuncio divino del nacimiento milagroso de Sansón presagia que él será un salvador. Cuando sea mayor, el espíritu del Señor comenzará a actuar en Sansón y se hará notar en los momentos claves. Al final se dirá también de él que fue juez, aunque sólo durante veinte años, la mitad de la cifra redonda que se asigna a otros.

El relato de la vocación del héroe se sustituye por el de su nacimiento, previamente anunciado por un ángel de Dios. Se recogen diversos motivos, propios de las narraciones populares, sobre el nacimiento de un héroe y sobre apariciones celestiales que dieron origen a la fundación de un santuario.

Un ángel del Señor, que suele equivaler al ‘Señor’ (Jueces 2:1), se aparece a una mujer estéril y le promete un hijo. La mujer no advirtió desde el principio el carácter divino de su interlocutor. Cuando se lo cuenta al marido, le habla de ‘un hombre de Dios’, algo así como un profeta, pero que le ha producido la misma impresión de temor que se suele sentir ante lo divino: ‘con aspecto de un ángel de Dios’.

Manoj, el esposo de la mujer estéril, sigue llamándole ‘Hombre de Dios’ y le ofrece un banquete como a un huésped normal. Sólo por indicación del visitante la comida se convierte en holocausto, acompañado de una ofrenda vegetal (Números 15:1-16). Dios se resiste a revelar su nombre (Génesis 32:30) y hasta que el ‘ángel del Señor’ sube al cielo en la llama del holocausto, no acabaron de percatarse de que el huésped era el propio Dios. Entonces surgió el inevitable temor por el convencimiento que tenían de que el que veía a Dios tenía que morir (Éxodo 33:18-23, Jueces 6:22).

Lo más peculiar de este relato es que se anuncia que el niño que va a nacer estará consagrado a Dios desde el vientre de su madre, con la consecuencia de que la propia madre tendrá que someterse durante el embarazo a las normas de su particular embarazo, y por tratarse de que su hijo está consagrado a Dios. Sansón vivió en una consagración completa desde el momento de su nacimiento: debía abstenerse de tomar vino, no cortarse la cabellera y no tocar ningún cadáver.

EL MATRIMONIO DE SANSON

Un danita no tenía que desplazarse demasiado para entrar en territorio filisteo. A unos diez kilómetros al oeste de Sorá estaba Timná, que en aquel momento pertenecía a los filisteos. En una escapada de Sansón a Timná vio a una mujer filistea y se le antojó, sin importarle que ella fuera extranjera ni perteneciente a un pueblo enemigo. Sus padres, a los que no se les había concedido ninguna opción en la elección de la mujer a pesar de ser los responsables de arreglar el matrimonio (Génesis 34), se resistían a la decisión de Sansón debido no sólo a que ella pertenecía a un pueblo enemigo del danita, sino que al no practicar la circuncisión, los filisteos provocaban un especial desprecio y hasta repugnancia en los israelitas. De entre los pueblos conocidos por los israelitas, el principal que no practicaba la circuncisión era el de los filisteos (1. Samuel 14:6).

Sansón respondió como lo hubiera hecho cualquier joven de hoy en día: ‘Esa es la que me gusta’. El narrador explica que Dios se iba a servir de la falta de escrúpulos nacionalistas y religiosos de Sansón para darle un pretexto contra los filisteos. El matrimonio de Sansón con la filistea fue algo extraño. Aquella mujer no era simplemente su amante ni su concubina; era un verdadero matrimonio pero sin cohabitación permanente, tal como aún se practica ahora entre los beduinos árabes. La boda se celebró en la casa de la mujer, pero ésta no se trasladó a la casa del marido, sino que siguió viviendo en su propia casa. Tampoco Sansón pasó a residir en la casa de la mujer, sino que la visitaba cuando le parecía.

ADIVINANZA DE SANSON

Si todo el ciclo de Sansón tiene carácter de sabiduría, también se muestra a Sansón como experto en uno de los géneros sapienciales: las adivinanzas y los acertijos (1º. Reyes 10:1-3).

El acertijo de Sansón era indescifrable para el que no conociera el episodio al que aludía. Sansón jugaba con ventaja. Algunos filisteos creyeron que serían capaces de hallar la respuesta y aceptaron el reto propuesto por Sansón. Si ellos ganaron fue porque se valieron de la blandura del duro Sansón ante los halagos y lágrimas de su mujer. Entonces Sansón tuvo uno de aquellos arrebatos que son atribuidos al espíritu del Señor, e hizo su primera matanza de filisteos.

La mujer de Sansón fue entregada a uno de los mozos que les había acompañado en la boda. Sansón, aunque no conviviera habitualmente con su mujer, no había renunciado a ella y ahí encontró un nuevo pretexto para su venganza contra los filisteos.

LA VENGANZA DE SANSON

Sansón se había marchado de Timná dejando la impresión de que aborrecía a su mujer, pues le había traicionado. Así lo interpretó su suegro quien, de lo contrario, no se habría atrevido a dárselo a otro. Pero Sansón no había renunciado oficialmente a ella, y ello le servía de pretexto para cualquier represalia contra los filisteos.

La reacción de los filisteos matando a la chica y a su familia fue un motivo más, esta vez mucho más serio, para que Sansón no descansara hasta lograr cumplir su venganza; les hizo un gran estrago.

LA QUIJADA DEL ASNO

Aunque Sansón había asestado por sorpresa duros golpes a los filisteos, no fueron tantos como para evitar que se organizaran y acudieran a darle su merecido. No tiene nada de extraño que, aunque valiente, Sansón se escondiera en la cueva de la roca de Etán, la cual se encontraba en territorio de Judá. Probablemente era un hecho ya la migración de Dan hacia el norte, por lo que los territorios de Filistea y Judá eran limítrofes (Jueces 18). Por eso, cuando los filisteos van en busca de Sansón, los hombres de Judá temen un ataque filisteo.

En el momento culminante, cuando los filisteos estaban celebrando anticipadamente su victoria, la acción del espíritu de Dios en Sansón se manifestó, no tanto en su insólita fuerza, sino en el arranque y el arrebato con que la pone en práctica. El incidente formaba parte del plan divino para liberar a su pueblo del poder de los filisteos. Esto sucedió en una localidad llamada Lejí o Ramat Lejí, que el pueblo interpretaba como ‘quijada’ o ‘Alto de la Quijada’, haciendo derivar el nombre de la hazaña que Sansón llevó a cabo con la quijada de un asno.

En aquel mismo lugar un héroe de David, Sammá, infligió una derrota a los filisteos (2ª. Samuel 23:11-12). Dos hombres singulares, Sammá y Sansón, batieron a los filisteos en el mismo lugar. Resulta curiosa la coincidencia, pero los dos episodios difieren profundamente entre sí, a pesar de haber ocurrido en el mismo lugar.

No es de extrañar que Sansón acabara teniendo sed. El hecho se relaciona con el nombre de una fuente que había por allí. Sansón clamó al Señor y el Señor hizo que brotara agua de la fuente. Dicha fuente se llamaba Ain Acoré, que parece significar ‘Fuente de la perdiz’, pero la tradición popular entendía el nombre relacionándolo con aquella situación de Sansón, y por ello le dio el significado de ‘Fuente del que grita o clama’. Así se recordaba a Sansón como un hombre religioso, quien en su apuros acudía al Señor, por quien era oído.

El capítulo 15 del libro de Jueces termina con una primera conclusión de la historia de Sansón, la cual se repite en Jueces 6:3. Sansón juzgó a Israel sólo durante veinte años, no cuarenta como los demás ‘jueces mayores’, y por ello es considerado como ‘juez menor’. Y ello porque quizás no acabó con el peligro filisteo; sólo comenzó lo que otros iban a concluir después (Jueces 13:5).

LAS PUERTAS DE GAZA

El capítulo 16 del libro de Jueces cuenta los tres último episodios de la vida de Sansón. Entre el primero y el segundo no hay más lazo de unión que la presencia de una mujer en ambos episodios. La ocasión del primero fue la visita de Sansón a una prostituta. El segundo tiene como protagonista a Dalila, y en él se prepara el trágico desenlace de la vida de Sansón, el cual se cuenta en el tercer episodio.

Gaza es la más meridional de las ciudades filisteas. Allí se encontró Sansón con una prostituta, supuestamente filistea. Él, que no tenía en ese punto escrúpulos, ni morales ni raciales, no tuvo ningún miedo para meterse en territorio enemigo.

¿Por qué no le atacaron los hombres de Gaza cuando estaba en la casa de la prostituta? Seguramente tuvieron miedo de aquella combinación de astucia y fuerza de que había dado pruebas Sansón. Además tenía de su lado a la mujer, obligada por oficio a defender a su clientela. Mejor esperar a que pasara la noche. No tenía otra salida que la única puerta de la ciudad, y allí estarían ellos al acecho.

Pero Sansón les dejó en ridículo precisamente con una treta en que se combinaba el ingenio con la fuerza. Sansón estuvo acostado sólo hasta media noche y se levantó mucho antes de lo que sus enemigos sospechaban. Con la fuerza que tenía le fue fácil arrancar las dos hojas de la puerta y cargársela al hombro. Esa vez no le interesaba matar a nadie; le bastaba con dejar a los de Gaza en un soberano ridículo.

No nos debemos preguntar cómo Sansón pudo cargar con las tremendas puertas de la ciudad de Gaza y, además, llevarlas hasta una montaña que estaba a muchos kilómetros de la ciudad, y todo en una noche. No estamos ante una historia estricta; tienen mucha más gracia los hechos engrandecidos por la tradición popular.

SANSON Y DALILA

Se repite el tema del secreto sacado a Sansón por una mujer (Jueces 14:15-18), pero esta vez es un secreto mucho más serio: no se trata de ganar una apuesta, sino de la libertad y de la vida de Sansón.

Aquel Sansón que se caracterizaba por su fuerza y su ingenio, se muestra inerme y hasta imbécil ante los lazos y las trampas del amor. No parece del todo claro si las primeras veces, cuando Dalila le grita: ‘¡Sansón, los filisteos!’, se presentan en efecto éstos. Eso es lo que normalmente entiende el lector. Sansón confía ciegamente en su fuerza. Cuando se deja engañar como un tonto, sin excusa alguna, es cuando le revela sinceramente a Dalila el secreto de su fuerza: sabe que esta vez no podrá librarse de los filisteos. Evidentemente, el narrador quiere enseñar al lector los peligros de un amor ciego como el de Sansón, sobre todo si cae en las redes de una extranjera.

Ahora reaparece el tema, el que parecía olvidado, de la consagración de Sansón. Su fuerza se relaciona con el cumplimiento del voto. Se sugiere que no es que la cabellera por sí misma le diera aquella fuerza descomunal, sino que el Señor, quien siempre había estado con él, ahora le había abandonado.

A los filisteos no les interesaba matar a Sansón; les bastaba capturarle, y así convenía también a la nación, la cual debía terminar con la muerte trágica y triunfal de Sansón. Le tenían moviendo la rueda de moler, como a un vil esclavo o como un asno.

El pelo de la cabeza le empezó a crecer desde que se lo cortaron. Sansón, quien había estado perdiendo la fuerza a medida en que le cortaban el cabello, seguramente se daba cuenta de que la fuerza le estaba regresando según le iba creciendo la cabellera, pero disimuló en espera de la ocasión. Cuando en Jueces 16:28 Sansón pide al Señor que le devuelva la fuerza, está pidiendo que Dios se olvide de su pecado anterior, con el fin de que no le falle la fuerza justa y necesaria en aquella última y definitiva ocasión.

VENGANZA FINAL Y MUERTE DE SANSON

En el contexto actual, el gran sacrificio y fiesta en honor de Dagón, un dios semítico adoptado por los filisteos, eran para celebrar la captura de Sansón. A dicha fiesta se refiere también el canto sarcástico contenido en Jueces 16:23-24. Pero seguramente se trataba de una fiesta anual, que aquel año se celebró cuando había pasado el tiempo suficiente para que le creciera el cabello a Sansón. Él, aunque ciego, conservaba su ingenio y era ideal para entretener a la gente con sus ocurrencias y socarronería. Y Sansón se presentó gustoso, confiando en que llegará la ocasión de la venganza.

Aunque no es fácil imaginarse la estructura del Templo que se nos describe, tenía una techumbre plana desde la que un número considerable de gente podía contemplar las gracias de Sansón, quien actuaba en el patio central. No está claro como podía alcanzar con sus manos las dos columnas, ya que parece debían estar bastante alejadas entre sí. Pero las alcanzó, derribó el techo del Templo, y mató a más filisteos de los que había matado durante toda su vida.

‘Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron y se lo llevaron. Lo subieron y sepultaron entre Sorá y Estael, en el sepulcro de su padre Menóaj. Había juzgado a Israel por espacio de veinte años’

(Jueces 16:31)

CONCLUSION

Para una valoración general de la persona y obra de Sansón hay que tener en cuenta lo siguiente:

.- Él no fue, como otros jueces, caudillo de las tropas israelitas ni de una tribu, contra un pueblo opresor.

.- Mereció figurar en el libro de Jueces porque Sansón, con sus acciones individuales agrandadas por la leyenda, mantuvo viva la conciencia del peligro filisteo y de la asignatura pendiente que el período de los jueces dejó a la monarquía.

El redactor dio sentido teológico a lo que más bien fueron ocurrencias personales de Sansón: antepuso el relato de su nacimiento, el cual le pronosticaba algún destino divino especial; atribuyó las ocurrencias de Sansón a la providencia divina, y sus arranques de fuerza al espíritu del Señor; puso en su boca en el momento final una plegaria humilde y ardiente, la cual el Señor escuchó.

.- El autor considera la obra de Sansón como fundamentalmente positiva, pero no canoniza a Sansón como digno de imitación en todo.

El desenlace trágico de su vida fue el resultado de su carácter fanfarrón ante los hombres, y de total debilidad ante las mujeres.

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