Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Un consultor empresarial responde con nuevas tendencias

¿Qué pueden aprender los cristianos y la Iglesia de la mentalidad empresarial? Eficacia y servicio

En la mentalidad cristiana, el líder es un servidor, de Dios y del prójimo... y el mundo empresarial ha descubierto que esa idea es productiva
En la mentalidad cristiana, el líder es un servidor, de Dios y del prójimo... y el mundo empresarial ha descubierto que esa idea es productiva

P.J.G./ReL

Matt Perman es un consultor empresarial que ha tenido cargos directivos en importantes asociaciones evangelizadoras protestantes. Ha escrito un libro sobre cómo el Evangelio puede transformar nuestra vida cotidiana y mejorar nuestros hábitos (What’s best next: how the Gospel transforms the way you get things done). En Christianity Today ha publicado un artículo que reflexiona sobre cómo la Iglesia y las asociaciones cristianas pueden aprender de lo mejor –y no de lo peor- del mundo empresarial.

Los que creen que no necesitan aprender
La primera resistencia se encuentra ante los que dicen que “no tenemos que cambiar nada porque ya todo lo hacemos bien”. Pero un repaso a cualquier parroquia demostrará que la mayoría de los cristianos del barrio o la ciudad no la pisan, y que los que acuden a ella tienen grandes carencias en formación, devoción, sentido de acogida, generosidad, etc…

Siempre se puede hacer mejor, y lo realista es admitir que si los métodos de siempre dan resultados muy pobres se deberían examinar nuevos métodos. La Nueva Evangelización de Juan Pablo II se define como “nuevos métodos, nuevo lenguaje, nuevo ardor”.

Y la Carta de San Pedro es clara: “examinarlo todo y quedaos con lo bueno”.

"Somos cristianos, lo secular no nos enseña nada"
La segunda resistencia es la de quien dice “sí, tenemos que mejorar cosas, pero no tenemos nada que aprender de líderes mundanos y técnicas que llegan de fuera de la Iglesia”.

Perman recuerda que San Esteban, en el discurso que le abrió la puerta de los Cielos, recordó como una alabanza que Moisés había sido “instruido en todo el saber de los egipcios”.

Daniel y Mardoqueo son ejemplos de servidores de Dios que eran también buenos profesionales y administradores al servicio de reyes paganos, cuyos asuntos mundanos sabían tratar con profesionalidad, y así ayudaron al Pueblo de Dios.

“Los mejores sirvientes de Dios siempre han aprendido de lo mejor del pensamiento secular, es parte de cómo Dios nos equipa para cumplir su llamado con nuestras vidas”, explica Perman.

Lo común: trabajar al servicio de personas
Matt Perman puntualiza que aprender del mundo empresarial no significa copiar sus prácticas malas, sino adoptar las buenas, especialmente “ciertos principios universales que se aplican tanto en los negocios como en lo eclesial, porque en ambos ámbitos tratamos con personas”.

La clave central en la evangelización y en los negocios es que las personas no son máquinas de consumir, sino que son personas que deben ser servidas. Jesús vino a servir y también los cristianos deben servir: “Quien quiera ser el primero, que se haga servidor de los demás”.

Esta noción de buscar servir (dar servicio, ser servidores) es clave tanto para el cristianismo como para el mundo empresarial, y se aplica en el desarrollo de liderazgos, la creación de equipos de trabajo, la productividad, la gestión de personal, etc…

Los libros de crecimiento empresarial insisten en este tema. Las empresas que buscan servir a la sociedad, dejar una huella, una transformación que ayude al mundo, son las que más crecerán y más éxito tendrán a medio y largo plazo. Las que sólo quieren un beneficio económico, a corto plazo logran algunos, pero a medio y largo plazo se estancan o caen.

La lógica tras este hecho es que las empresas que buscan servir y transformar crean confianza, buena voluntad entre clientes, socios y proveedores, y esos mismos clientes y socios son los que los promueven con el mejor marketing: la recomendación personal boca a boca.

Por otra parte, quien busca beneficio rápido recorta en servicios y productos y acaba racaneando con sus clientes. En la época de Internet todo se sabe, las malas prácticas y estilos se airean rápidamente y el consumidor y los asociados se enteran. Tim Sanders, antiguo ejecutivo de Yahoo y autor de “Love is the Killer app” escribe que la última gran tendencia en el mundo empresarial es “la caída de las barracudas, tiburones y pirañas y el ascenso de la gente maja y lista”.

Otros libros de éxito empresarial que señalan esta realidad son “Built to last”, de Jim Collins, How to win friends and influence people, y Give and take: why helping others drives our success, de Adam Grant. Matt Perman recomienda también “The advantage”, de Patrick Lencioni, Principle-centered leadership, de Stephen Covey y First break all the rules, de Marcus Buckingham.

Cuantos más de estos libros leamos mejor equipados estaremos para entender la gloria de Dios, ver nuestros puntos débiles y difundir el Evangelio”, considera Perman.



Señala, además, que con internet, los tacaños, estafadores y “espabilados” no tienen mucho donde esconderse. Enseguida se difunde quién trabaja mal, o de forma cruel o desatenta. Y, por el contrario, también se conoce a quien lo hace bien. El mundo de los negocios no es una excepción al mandato de Jesús de “amar a tu prójimo como a ti mismo”. En Proverbios 11,24 empiezan algunas consideraciones sobre tacaños que se arruinan y generosos que acaban siendo bendecidos por Dios: “El que es generoso será saciado, el que sabe dar recibirá”.

Perman finaliza con 4 razones por las que un buen pensamiento empresarial tiene cabida en la vida eclesial.

1) “Aprender del pensamiento empresarial nos permite dar a Dios una gloria que merece como fuente última de esas verdades”
Ya que Dios es fuente de todo lo verdadero, conocer más cosas verdaderas es conocer más de Dios, y poder agradecérselo. También se puede así buscar la enseñanza bíblica profunda en estas realidades.

2) “Implicarse en un pensamiento empresarial bueno puede llevar a muchas personas hacia Cristo”

Es una forma de apologética cultural: cuando la gente mundana admite las enseñanzas de una forma virtuosa de hacer negocio, es más fácil señalar que esas virtudes son las que Cristo predica y practica.

3) “Aprender del mundo empresarial es mostrar respeto a los no cristianos”
El mandato de “amarás a tu prójimo” incluye también a los paganos, mundanos, personas no cristianas, etc… e incluye también apreciar y valorar sus virtudes, su trabajo, su creatividad e ingenio. Mostrar ese respeto es un deber cristiano, y además aporta algo bueno como es la humildad. Nos enseña a reconocer que tenemos mucho que aprender. Además, este respeto ayuda a evangelizar: la gente escucha a quien antes ha mostrado respeto e interés.

4) “Entender el pensamiento empresarial nos hace ser más eficaces en nuestras organizaciones”
Cada vez que un párroco, un catequista o un evangelizador se ha dicho “tiene que haber una forma mejor de hacer esto” es porque intuye una realidad. La hay, y probablemente la encontrará en el mundo empresarial, que busca la eficacia. La parábola de los talentos muestra que el Amo pide a sus administradores creatividad y eficacia, y castiga a quien simplemente entierra sus talentos.
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