También en la izquierda italiana se rechazan las infamias contra Juan Pablo II por el caso Orlandi
A pocas semanas de cumplirse los 40 años de la irresoluta desaparición de la hija del funcionario vaticano Ercole Orlandi, Emanuela, la Santa Sede continúa su colaboración con el esclarecimiento de un caso que sigue sin resolver.
El pasado mes de enero, el equivalente vaticano de la Fiscalía, Alessandro Diddi, reabrió una investigación que ya no solo consiste en desvelar lo sucedido el 22 de junio de 1983: también busca mostrar la veracidad de los hechos frente a parte de la opinión pública que, alimentada por la nueva serie de Netflix La chica del Vaticano y otras teorías, está llegando a emitir duras acusaciones que involucran al mismo San Juan Pablo II.
El hermano de la desaparecida, Pietro Orlandi, ha sido uno de los últimos en fomentar el descrédito sobre la Santa Sede. Lo hizo el pasado 4 de abril en el programa de televisión italiano Di martedì, en el que acusó a San Juan Pablo II de posibles implicaciones en casos de abusos.
"Me dicen que Wojtyla salía de vez en cuando con dos monseñores polacos y no iba precisamente a bendecir casas", explicó en referencia a un audio donde un supuesto miembro de una mafia romana implicaba al Papa polaco en fiestas sexuales con menores y que habría reproducido en directo.
El Vaticano responde
Unas declaraciones que desataron todo un terremoto mediático -de las que posteriormente precisó que no tenían relación alguna con el caso de Emanuela- y la intervención de los mismos organismos vaticanos.
-Alessandro Diddi
El primero en hacerlo fue el mismo fiscal vaticano, Alessandro Diddi, que recibió al hermano de la desaparecida durante ocho horas el pasado 11 de abril para tratar la reapertura de la investigación, lo que Orlandi agradeció.
"He encontrado mucha disponibilidad por parte de Diddi de aclarar lo sucedido. Me dijo que ha recibido el encargo del Papa y del Secretario de Estado de aclarar lo sucedido al 100%, de investigar en 360 grados y de no hacer la vista gorda con nadie", declaró posteriormente a la recepción.
Durante la recepción, Orlandi habría entregado las pruebas que disponía en torno al caso y que vincularían supuestamente al entorno cercano al Papa Juan Pablo II con abusos sexuales a menores en la Santa Sede.
-Andrea Tornielli
Otro de los cargos que intervinieron, en este caso en relación a las primeras acusaciones de Orlandi, fue el director editorial del Vaticano, Andrea Tornielli, a través de L'Osservatore Romano, donde cuestionó la decisión de reproducir el audio y su endeble rigor como prueba.
"Piensa en lo que pasaría si alguien hubiera ido a la televisión para afirmar, sobre la base de 'oídas' de una fuente anónima y sin la menor [evidencia] o incluso un testimonio de tercera mano, que tu padre o tu abuelo se fueron de la casa una noche junto con algunos 'compañeros de bocadillos' para acosar a niñas menores de edad. ¿Evidencia? Ninguna. ¿Pistas? Menos todavía. ¿Testigos al menos de segunda o tercera mano? Ni siquiera en la sombra. Solo acusaciones difamatorias anónimas", señaló Tornielli.
-Francisco
La gravedad de las acusaciones y la campaña mediática desatada contra Juan Pablo II llevaron en última instancia a la intervención del mismo Papa Francisco, que salió en defensa del Papa polaco durante el rezo del último Regina Coeli.
"Seguro de interpretar los sentimientos de los fieles de todo el mundo, dirijo un pensamiento agradecido a la memoria de san Juan Pablo II, quien en los últimos días ha sido objeto de acusaciones ofensivas e infundadas", dijo Francisco.
Una campaña mediático-política cuestionada también desde la izquierda
Por su parte, la Cámara de los Diputados italiana había aprobado la creación de una comisión parlamentaria impulsada por agrupaciones progresistas -Partido Demócrata (PD), el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y Acción- para investigar la desaparición.
La campaña de desprestigio contra el Papa polaco encontró el rechazo de numerosos medios y destacados representantes políticos cuya pertenencia al entorno de la izquierda no le ha impedido salir en defensa de las acusaciones contra Juan Pablo II.
Uno de ellos ha sido Matteo Renzi, ex primer ministro (2014-2016), senador y líder de Italia Viva, que se opuso a la comisión y habló de "instrumentalización" del caso Orlandi contra Juan Pablo II, a cuya ceremonia de canonización asistió junto con su esposa cuando llevaba apenas unas semanas en el Gobierno: "Haré escuchar mi voz por respeto hacia aquel Papa, pero también por respeto hacia la política italiana", de la cual lamenta que se vaya a dedicar a la crónica de sucesos, por trágicos que estos sean.
La posición de Renzi tiene también que ver con la actual recomposición de la izquierda italiana tras la victoria de Giorgia Meloni y la elección de la radical Elly Schlein como sucesora de Enrico Letta al frente del Partido Democrático. Esta formación se encuentra en la tesitura de adquirir un cariz anticatólico que podría ser muy perjudicial para sus intereses electorales. Italia Viva quiere captar a católicos que empiezan a estar descontentos con la deriva del PD, como es el caso de su senador Enrico Borghi, quien alegó precisamente la cuestión religiosa entre las que le hicieron pasarse al partido de Renzi.
También desde ámbitos mediáticos de izquierda moderada se quiera ser precavido antes de lanzar a toda la oposición a denostar la figura de San Juan Pablo II, tan querida entre los italianos.
"Pruebas, cero"
Así, Francesco Merlo, editorialista de La Repubblica, un diario tradicionalmente anticlerical, ha hablado de "calumnias" contra el Papa Wojtyla y ha recordado que "a lo largo de veintisiete años, tuvo tiempo, genio y carisma para marcar una época y cambiar el mundo, derrotó al comunismo y contribuyó a que el Muro de Berlín fuese derribado".
Y desde Il Foglio, un periódico de centro laico, Matteo Matzuzzi reprochaba incluso a la Santa Sede la tardanza en responder a las insinuaciones calumniosas contra el pontífice: "Resulta incomprensible este silencio sepulcral", sostenía antes de que Francisco hablase. Y añadía dicho medio, entrando en materia: "En problema en todo este asunto es que, durante cuatro décadas, se suceden suposiciones, pistas que no conducen a nada, llamadas de teléfono con voces distorsionadas. Y muchos 'dicen'. ¿Quién lo dice? No se sabe. ¿Pruebas? Cero".