Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

A raíz de la película «Sombras de Verdad»

Vittorio Messori cree que Pío XII fue mucho más que un «Schindler»: «Es un santo», asegura rotundo

Vittorio Messori considera que las acusaciones contra Pío XII se han refutado mil veces y que la campaña contra él -que s einició con dinero soviético- se mantiene artificialmente
Vittorio Messori considera que las acusaciones contra Pío XII se han refutado mil veces y que la campaña contra él -que s einició con dinero soviético- se mantiene artificialmente

Pío XII, ¿un “Schindler del Vaticano”? El estreno de la nueva película-investigación Sfumature di Verità (Sombras de Verdad), de Liana Marabini, construida alrededor del papel que tuvo el Papa Pacelli en la salvación de ochocientos mil judíos del exterminio nazi, ha vuelto a encender una vieja y nunca cerrada polémica histórica.

En el cartel de la película se retrata a Pío XII con la estrella amarilla (la de los deportados judíos) en el pecho. [Véase el trailer bajo estas líneas].


Entrevistado por el Corriere della Sera, Marcello Pezzetti, director científico de la Fundación Museo de la Shoah, reacciona mal a la tesis de la película: “¿Pero como se puede sostener que Pío XII salvó a ochocientos mil judíos? No es ni siquiera una interpretación, es sencillamente una tesis de estampa ideológica, es otra cosa totalmente. En resumen, no es ni siquiera escandaloso. Está fuera de lugar”.

En sus palabras suena el eco del estereotipo del “Papa de Hitler” que “no condenó el nazismo” y no se pronunció ante el Holocausto. La tesis de Pezzetti y de muchos otros historiadores progresistas es contrastada, sin embargo, por la de otro historiador y diplomático israelí, relatada también en el mismo artículo del Corriere, Pinchas Lapide, que fue el primero en calcular la estimación de los judíos salvados por la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial.



El actor Christopher Lambert caracterizado como Pío XII en una escena artística-simbólica con la estrella amarilla; esta imagen cinemática de película reciente de Liana Marabini no ha gustado a muchos críticos; pero una cosa es el debate artístico y otra el histórico

Sobre este debate, "siempre verde", La Nuova Bussola Quotidiana ha entrevistado al historiador Vittorio Messori, que enseguida se define “cansado más que enfadado. Me dan más ganas de bostezar que de indignarme. Las cosas que le voy a decir a usted, las he dicho y repetido durante treinta años. Ya en los años 80 sonaban viejas y rancias. Porque todo ya ha sido aclarado, no sé quién y porqué puede seguir renovando ciertas acusaciones contra Pío XII. Acusaciones que, por otro lado, son recientes”.
 
-¿Cómo nació el estereotipo del “Papa de Hitler”?
-Hasta que no apareció la obra teatral El Vicario, en 1963, la admiración y la gratitud del mundo judío hacia Pío XII era unánime. Fue, por tanto, una campaña de denigración creada a propósito. Y ya se ha demostrado que El Vicario fue financiada por los servicios secretos de la Unión Soviética en el ámbito de su lucha anticlerical.

»Entre los documentos que conservo, tengo el manifiesto que fue publicado en mayo de 1945 por los judíos de Turín, que acababan de salir de la clandestinidad. Daban las gracias de corazón al arzobispo Fossati y a todo el mundo católico. Si alguno de nosotros se ha salvado, se debe a la intervención caritativa de la Iglesia: este era el mensaje expresado por la comunidad judía. Y en todas partes, no sólo en Turín, se ve este sentido de gratitud de los judíos hacia la Iglesia.

»En el monasterio de las "Tre Fontane" en Roma, en un muro se ve una lápida grabada por petición de una familia de judíos romanos que agradecen a los monjes trapenses que los salvaran del exterminio. Cuando Pío XII murió, todas las comunidades judías del mundo y las autoridades de Israel honraron la memoria de este gran pontífice. El Vaticano fue invadido por mensajes de pésame de parte de todo el judaísmo mundial.

»Y, de repente, Pío XII se convierte en una "bestia negra", como si se hubieran descubierto vete a saber qué secretos sobre su persona. Es posible poner fecha al momento en que se verificó esta cambio. Por esto no se trata de un cambio de opinión que pueda ser tomado en serio.

-Otra polémica tiene que ver con el “silencio” del Papa Pacelli sobre el régimen nazi…
-Se ha demostrado en diversas ocaciones que el presunto silencio de Pío XII fue el único modo de no empeorar aún más el drama. Se ha recordado miles de veces el ejemplo holandés: la Conferencia Episcopal [Holandesa] envió una carta a los católicos en la que condenaba la deportación de los judíos. El día siguiente fueron arrestados y enviados a los campos de concentración también los judíos que se habían convertido al catolicismo y que hasta ese momento habían sido dejados en paz. La declaración de los obispos holandeses, aunque valiente, fue inoportuna en lo que respecta a los tiempos pues provocó la muerte de otros miles de judíos, ya bautizados, que habrían podido evitar la deportación.

-También el obispo Von Preysing envió 10 cartas, en el arco de seis meses de 1943, desde Berlín al Papa Pacelli, en el momento cumbre de las deportaciones, pidiéndole que interviniera contra la persecución. El Papa no respondió. ¿Cómo se explica esto?
-La actitud de Pío XII fue similar a la de Juan XXIII y a la del Papa actual, Francisco. Juan XXIII, que consideraba que el Concilio Vaticano II que acababa de ser convocado debía ser ecuménico, se puso de acuerdo con los soviéticos. Lo que quedaba de la Iglesia ortodoxa rusa, en esa época, era sólo un fantasma. Basta pensar que en una sola noche ahogaron a veinte mil popes: los que sobrevivieron eran funcionarios del KGB disfrazados de archimandritas y obispos locales. El Papa Roncalli, a pesar de todo, se puso de acuerdo precisamente con esos servicios secretos soviéticos en nombre del ecumenismo. Y no es una tesis de un dietrologo, sino que se ha comprobado y verificado en los documentos de los archivos que salieron a la luz después del final de la URSS. Los pactos eran claro: obispos soviéticos participarían en el Concilio, pero en éste no sólo no se nombraría, sino que no se condenaría el comunismo. El resultado fue que el comunismo no se menciona ni una sola vez en ninguno de los documentos del Concilio Vaticano II. ¿Y esto por qué? Por el mismo motivo por el que Pío XII mantiene una actitud reservada sobre el nazismo. En caso de condena, la tragedia hubiera sido aún peor para los creyentes bajo el talón del régimen.

»El actual Papa, Francisco, es acusado por muchos de ser igualmente débil en sus declaraciones sobre las atrocidades del islamismo. El Papa Bergoglio hace el mismo razonamiento que hicieron Roncalli y Pacelli: cada explícita condena de la barbarie islamista conllevarían venganza y más sufrimiento para los cristianos locales. Pío XII hizo la elección más justa y el caso holandés lo demuestra: una condena explícita hubiera agravado ulteriormente la situación de los creyentes. ¿Qué otra cosa se podía hacer? Fingir a nivel teórico, pero actuar a nivel práctico.

»Efectivamente, todas las sedes religiosas de Roma (y no solo de Roma) estaban llenas de judíos. Es la estrategia de quien es realista, de quien no quiere erigirse como un héroe arriesgando la vida de otros.

-El historiador y embajador israelí Sergio Minerbi, si bien no niega que muchos judíos fueron salvados por los católicos, considera sin embargo que no existen pruebas sobre el hecho de que la orden de salvarlos partiera de Pío XII. ¿Intervino el Papa en primera persona?
-En la Iglesia monolítica de los años 40 (y no tenemos ni siquiera una idea, hoy, de cuánto lo era) en la que los obispos no hacían nada sin el impulso, la aprobación o por lo menos el consentimiento tácito del Papa, es impensable que una gigantesca operación de salvación hubiera tenido lugar en toda Europa sin que el Vaticano supiera nada. Un obispo no hubiera escondido nunca miles de judíos en su diócesis sin avisar primero a Roma o, por lo menos, sin saber con certeza si tenía un consentimiento tácito del Papa. Sería absurdo.

»Sólo quien no conoce la Iglesia de Pacelli puede pensar que el Papa no tuvo nada que ver con la salvación de casi un millón de judíos en todo el continente. En lo que respecta a la ausencia de pruebas: en tiempos de crisis, la Iglesia vuelve a la tradición oral, nada de escrito, todo se comunica a voz. Y además, por razones cronológicas, buena parte de los documentos del periodo de la Segunda Guerra Mundial no pueden aún ser consultados. Y no hay que excluir que se pueda encontrar una orden escrita de Pío XII. Pero es una orden que casi seguramente no fue nunca transmitida por escrito, sino verbalmente. Exactamente por el mismo motivo por el que no creo que en estos meses el Papa Bergoglio esté mandando circulares a los obispos en las que les pide ser blandos con el islamismo.

-Marcello Pezzetti, en el Corriere della Sera, vuelve a hablar de “Papa pre-conciliar” y, por lo tanto, que “ha vivido en la época de las acusaciones a los pérfidos judíos”. ¿De nuevo el prejuicio sobre el catolicismo como “precursor” del exterminio nazi?
-También sobre esto se ha precisado muchísimas veces, en el último medio siglo, que el anti-judaísmo cristiano (no sólo católico: también Lutero y Calvino fueron durísimos) no es comparable al antisemitismo moderno. El mismo término “antisemitismo” tiene su origen a finales del siglo XIX. Fue inventado por los distintos Lombroso y la ciencia positivista: afirma que en cuanto judío estás marcado en la carne, no importa lo que hagas o pienses, según un sistema de pensamiento para el que la humanidad está dividida en razas superiores o inferiores.

»El anti-judaísmo cristiano es sólo religioso. El judío que se convertía no sólo era acogido con los brazos abiertos, sino que era tratado como un benjamín, como aquel que había reconocido que el Mesías había venido. También las persecuciones anti-judías han sido siempre efectuadas por motivos religiosos, no raciales.

»El antisemitismo nazi, en cambio, nace de una ciencia anti-cristiana y es racismo puro, fruto del siglo XIX positivista. Bajo el nazismo no era posible ni siquiera ninguna "conversión": incluso si un judío hubiera pedido el carné del partido y participado disciplinadamente en todos los encuentros, no se le habría ahorrado nada de lo que sucedió a los otros judíos.

-¿Había ya preparada una encíclica contra el nazismo?
También esto es una historia fantástica. La única encíclica en alemán, la Mit brennender Sorge (“Con viva preocupación”), de Pío XI, de 1937, no era en absoluto una apologia del nazismo. El Reich, de hecho, impidió rigurosamente su difusión e hizo secuestrar todas las copias. Cuando Hitler vino de visita a Roma, el Papa se trasladó a Castel Gandolfo, adelantando su estancia estival dos meses. Como pintor fracasado que era, a Hitler le interesaba mucho visitar los Museos Vaticanos. Pero el Papa, además de irse a Castel Gandolfo, hizo cerrar los Museos Vaticanos con el pretexto oficial de “trabajos en curso” el día antes de la llegada de Hitler. En lugar de predicar contra él en la plaza de San Pedro, eligió no recibirlo.

-Hoy se define a Pío XII un “Schindler del Vaticano”. ¿Está usted de acuerdo?
-No, porque Schindler no era en absoluto un héroe sin mancha como es recordado actualmente. Yo dejaría de lado esta comparación. Le hago una pequeña confidencia. Cada noche, antes de dormir, dialogo con algunos santos que siento más cercanos. Y no falta nunca San Pío XII y una petición de intercesión por su parte. Porque no sólo estoy convencido de que está en el Paraíso, sino que está también en una posición eminente. Personalmente soy un gran devoto de Pío XII, como si ya fuera santo. Por otra parte, comparte la suerte de otro Pío, otro gran difamado: Pío IX. Hasta hace poco tiempo parecía imposible la beatificación de Pío IX; en cambio, ya hemos llegado a ella. Llegará también el día de la beatificación y posterior canonización del Papa Pacelli.

(Traducción de La Nuova Bussola Quotidiana de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

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