Fabiana se negó a abortar por malformaciones: «Estás a salvo aquí, en mi vientre»
La historia de Súper Michy, el himno a la vida de un niño que vivió unas horas y murió cristiano
El pequeño Michele vivió solamente 5 horas y 13 minutos después de su nacimiento, pero fue tiempo suficiente para amarle y bautizarle. Sus padres, a quienes meses atrás ya habían anunciado las malformaciones incompatibles con la vida que padecía su pequeño, han publicado como libro el diario de sus sensaciones y pensamientos durante el embarazo, y las reflexiones que les ha suscitado la corta vida de su tercer hijo.
Es un testimonio de amor que nos enseña a mirar el dolor, la enfermedad y la muerte desde una perspectiva diferente, como cuenta Fabio Piemonte en La Nuova Bussola Quotidiana (los ladillos son de ReL).
La historia de Super Michy, un himno a la vida
"¡Tienes toda la protección, confiamos en Dios! Estoy serena, pequeño, o pequeña, tenía tantas ganas de escribirte, siento el corazón desbordante, los ojos lúcidos, el ánimo ligero y el vientre vivo, palpitante... ¡Aunque sea demasiado pronto para poder escucharte, estoy segura de que tú me oyes! ¡Te quiero!".
Esta es una de las muchas consideraciones, pensamientos y sentimientos recogidos en La historia de Súper Michy, una especie de diario de los nueve meses en el vientre y de las solo 5 horas y 13 minutos que vivió el pequeño Michele después de nacer, en un canto a la vida escrito por sus padres, Matteo Manicardi y Fabiana Coriani.
'La historia de Súper Michy' (apodo cariñoso, como Mickey Mouse, que sus padres dieron a Michele) es la historia de un amor vivido intensamente durante nueve meses.
A pesar del diagnóstico de patologías incompatibles con la vida, Matteo y Fabiana nunca consideraron a su hijo "incompatible con la vida", por lo que el aborto nunca se les pasó por la cabeza. De hecho, es precisamente en la dignidad de toda vida humana desde el vientre materno donde "se juega la existencia: en considerar que incluso el sufrimiento inocente es digno de ser vivido", para decirlo sin rodeos en las palabras del prólogo de Giovanni Ramonda, responsable de la Asociación Comunidad Papa Juan XXIII.
Al principio era un diario, que la madre llevaba para el bebé que estaba creciendo en su vientre, por lo que algunas páginas son fieles testigos de la evolución del embarazo y de las semanas posteriores al nacimiento. El padre añadió entonces otra parte narrativa e introspectiva, nacida de la necesidad de redescubrir los frutos de la gracia divina, madurada incluso en el dolor.
Son páginas intensas, vibrantes y conmovedoras que revelan una verdad profunda: la existencia de todo hombre comienza con un "abrazo muy íntimo que se prolonga durante nueve meses en el vientre materno, lo que nos da la esperanza de que el sentido de toda vida humana es el amor con su aspiración a la eternidad", como escribe Marina Casini en el segundo prólogo al texto.
Un mutuo compromiso de fe
Casados desde hace doce años, Matteo y Fabiana ya tenían dos hijos, Federico y Alessio, de 10 y 8 años respectivamente, antes del nacimiento del pequeño Michele, abrazado por el Padre inmediatamente después de su bautismo.
Matteo está profundamente enamorado de su mujer, como atestiguan las palabras que escribe cuando repasa su historia: "Con ella no bastan todas las gracias que se podrían decir en una vida entera". Él creció en la Acción Católica, ella en los Scouts; sin embargo, no faltaron los desvíos de la "vía maestra" en su juventud y la vuelta a los pasos de la fe que fortaleció a ambos en su confianza y redescubrimiento del plan amoroso del Padre para sus vidas.
Mateo reconoce que su primer hijo, "el Príncipe", le ofreció la "posibilidad de ser mejor" también por "el alegre asombro que expresa por las pequeñas cosas que me dejan sin palabras"; Alessio, "el Rey", en cambio, le hizo comprender que "es posible amar a dos hijos de la misma manera, que hay espacio suficiente para dos, en el corazón".
Luego hay dos "Oliver", "dos niños que no conocimos, dos abortos espontáneos. Un nombre divertido, para llenar de color los momentos oscuros" en los que Matteo ha experimentado, junto a su mujer, el gran dolor de la pérdida de un hijo.
"Le hemos dado la vida eterna y velará por nosotros para siempre"
Entonces llegó Michele, "el Caballero", después de haber "esperado por él, deseado, pedido... casi rogado por él durante tanto tiempo".
Su padre escribe sobre su relación con "Michy": "Estuve con él menos de una hora, entre momentos íntimos y en compañía de médicos y enfermeras. En ese tiempo, no tomó mi vida dándole la vuelta como a un calcetín, como hicieron mis otros dos hijos. Él tomó toda mi vida y me la ha hecho ver desde otra perspectiva. Me hizo poner las cosas en orden de importancia. Me hizo entender lo que es justo para mí, qué es lo que me hace bien y qué es lo que me hace mal. Hubiera querido (¡a uno más!) enseñarle y en cambio ocurrió lo contrario. Me enseñó a estar tranquilo. Me dijo: 'No te preocupes, todo irá bien, no hay que tener miedo ni preocuparse'".
Matteo y Fabiana rezaron durante mucho tiempo para que se produjera el milagro de su recuperación, pero "al final, el milagro lo hizo Super Michy. Confiando y diciendo 'sí', hemos dado la vida eterna a Michy, y él, como agradecimiento, velará por nosotros para siempre. Gracias a él, tengo menos miedo a la muerte porque sé que un día nos volveremos a ver y estaremos juntos para siempre. Mi objetivo para los días del resto de mi vida es merecer su compañía para siempre".
Fabiana, embarazada de Michy, en una de las fotos del libro. Ella explica que saberse custodia de la vida de su hijo le dio la alegría que le habría quitado eliminarlo.
La espera de una nueva vida es una alegría para toda la familia. Lo revelan claramente estas líneas de Fabiana: "¡Tienes hermanitos de oro, cariño! Siempre están sobre mí para abrazarme y acariciar mi vientre, te hablan en susurros y juntan sus cabezas y rezan por ti. Les dicen a todos los que conocen que estoy embarazada, ¡incluso a los camareros de los restaurantes! Fede, para defenderte, comprueba constantemente que no hay nadie fumando alrededor. Me tratan como a una reina y me adoran porque te llevo dentro de mí... no solo por eso, claro, sino que ahora tengo un valor extra".
"Llega hasta donde puedas, te acompañaremos"
Después de la ecografía morfológica que reveló varias malformaciones dispersas, Fabiana sacó valor de la gracia cultivada de una fe sólida que no le permitió replegarse en sí misma: "Estamos cada vez más seguros de que el embarazo se prolongará todo lo que el Señor quiera, de que podremos afrontar todo, ¡juntos! Lo único que sin duda rompería mi alegría, que nunca me perdonaría, que golpearía mi mente cada día y me negaría la paz, sería la idea de abortar. Nunca me recuperaría, lo sé. Todo lo demás se puede afrontar. Estás a salvo aquí, estás en mi vientre, cerca de mi corazón, acunándote con mis latidos y dando volteretas bajo mis dedos. Estoy agradecida por tenerte aquí, doy gracias al Señor y no puedo no ser feliz. Y sé, estoy más que segura, que sea lo que sea lo que nos espera, el Señor se encargará de que sea para bien".
Al criterio de "calidad de vida", Matteo y Fabiana sustituyen el amor por su hijo y el amor infinitamente mayor del Padre celestial, la única fuerza capaz de ayudarles a superar tanto el miedo "a volver sola del hospital" como el dolor después de pasar por él. Fabiana escribe: "Los médicos dicen que hay que pensar en la calidad de tu vida... ¡pero estoy segura de que no puedes dejar de alegrarte de tener la oportunidad de experimentar esta bendita vida! Llega hasta donde puedas, no importa, te acompañaremos y te prometo que valdrá la pena. Te haremos sentir lo que vales para nosotros". Los padres de Michy no se desesperan, se someten a todos los exámenes médicos que se les sugieren, pero sobre todo acompañan constantemente el crecimiento de Michy en su vientre con la oración y si por un lado Fabiana "seguía esperando, es más, confiando plácidamente en un milagro", por otro lado era consciente de que "tal vez no he entendido nada porque ya eres un milagro".
Y, en efecto, cuando las rosas de un nacimiento dan paso a las espinas de una muerte prematura después de haber acogido la vida divina de Cristo, el dolor no domina, porque la llama de esa conciencia permanece viva: "La eternidad, sí, es nuestro regalo para ti, amor mío, tu recompensa por habernos elegido, por haber confiado en nosotros, por haberte dejado amar y por haber dado todas esas pataditas a cambio. Y por haberte dado la vuelta. Gracias".
Traducción de Verbum Caro.