Putin admira a Soljenitsin, afirma la viuda del escritor: quiere que se sepa y anota sus libros
Tras sus las dos tormentosas etapas de su matrimonio-divorcio-matrimonio con Natalia Reshetóvskaya (1919-2003), Alexander Soljenitsin (1918-2008) contrajo matrimonio en 1973 con Natalia Dmitrievna, matemática como él y mucho más joven, y desde entonces hasta hoy la gran promotora de su obra. Más cuando se cumplirá, el 11 de diciembre, el centenario del nacimiento del autor de Archipiélago Gulag y Premio Nobel de Literatura en 1970.
Muy comprometida con su país, la semana pasada Natalia lamentó públicamente la decisión de Emmanuel Macron de no visitar el stand de Rusia, invitada de honor, al inaugurar el Salón Internacional del Libro de París. Fue un gesto de solidaridad con el Reino Unido ante la crisis diplomática abierta por el intento de asesinato del agente doble Serguei Skripal, atribuido por Londres a Moscú.
"Creí que estaba menos influenciado por esta histeria que reina en los medios de comunicación occidentales cuando se trata de Rusia”, afirmó Natalia, quien mantiene una buena relación con las actuales autoridades rusas.
Natalia Soljenitsin, junto a algunos recuerdos de su marido.
El pasado lunes, en una entrevista concedida a Le Figaro, explicó la admiración del presidente ruso por Soljenitsin, uno de los grandes escritores cristianos rusos del siglo XX.
"Es Putin mismo, personalmente, quien mantiene una relación de simpatía hacia Sojenitsin. Yo diría que le tribuna una 'atención interior'. No sé exactamente por qué", afirmó su viuda: "Pero sí sé, por ejemplo, que su librito Reflexiones sobre la Revolucion de Febrero [el acceso al poder de los mencheviques, previo al triunfo bolchevique de octubre de ese mismo 1917], publicado por el diario Rossiiskaïa Gazeta hace diez años, le fue enviado a Putin. Enseguida pudo verse sobre su mesa de trabajo, anotado. Lo que une a ambos es, sin duda, el hecho de que Soljenitsin era, como él, partidario de un Estado fuerte".
Solzhenitsyn. Un alma en el exilio, de Joseph Pearce, es la gran obra de referencia en español sobre el autor de Archipiélago Gulag, la denuncia de los campos de concentración comunistas que la izquierda occidental intentó silenciar cuanto pudo.
Natalia rechaza que el presidente, reelegido el pasado domingo con un 77% de los votos, quiera rehabilitar el estalinismo, o que esa pretensión sea mayoritaria en Rusia: "Estamos ante una especie de esquizofrenia. Por un lado, se publican libros sobre Stalin, se festeja su nacimiento y su muerte; pero, al mismo tiempo, decir que el poder anima eso no sería justo. Putin no dice nada para apoyar esas iniciativas. Pero es verdad que no se opone. El pasado 30 de octubre, se levantó un nuevo muro homenaje a las víctimas de todas las represiones políticas y Putin estuvo en la ceremonia de inauguración. Su presencia fue un gesto antiestalinista y así fue entendido. Además, pronunció un discurso donde cada palabra era la precisa. La contradicción es reflejo del cisma que padece nuestra sociedad. Putin considera, sin duda, que en cuanto presidente de todos los rusos debe aceptar esa coexistencia".
Dmitrievna admite que su posición ante el gobierno ruso es dialogante, porque cree que Rusia debe evitar la confrontación. Es la misma actitud que cree habría mantenido su marido: "Él jamás habría aceptado el diálogo y el compromiso con el antiguo poder soviético, que era totalitario y que él consideraba anti-humano. Pero con el poder actual, que ciertamente ha cometido enormes errores, sin duda sí. ¡Porque el país es diferente! Sí, hay corrupción, hay mentira. ¡Pero no es absoluta! Es como en todas las dictaduras de derechas: hay un camino para salir. Salir del totalitarismo es algo muy distinto. Solo Rusia ha hecho esa experiencia y aún no ha salido del todo. Hoy tenemos una forma de autocracia, que es además lo que pensaba Soljenitsin. Así que es posible impulsar la democracia, pero eso no será posible sin diálogo".
Muy comprometida con su país, la semana pasada Natalia lamentó públicamente la decisión de Emmanuel Macron de no visitar el stand de Rusia, invitada de honor, al inaugurar el Salón Internacional del Libro de París. Fue un gesto de solidaridad con el Reino Unido ante la crisis diplomática abierta por el intento de asesinato del agente doble Serguei Skripal, atribuido por Londres a Moscú.
"Creí que estaba menos influenciado por esta histeria que reina en los medios de comunicación occidentales cuando se trata de Rusia”, afirmó Natalia, quien mantiene una buena relación con las actuales autoridades rusas.
Natalia Soljenitsin, junto a algunos recuerdos de su marido.
El pasado lunes, en una entrevista concedida a Le Figaro, explicó la admiración del presidente ruso por Soljenitsin, uno de los grandes escritores cristianos rusos del siglo XX.
"Es Putin mismo, personalmente, quien mantiene una relación de simpatía hacia Sojenitsin. Yo diría que le tribuna una 'atención interior'. No sé exactamente por qué", afirmó su viuda: "Pero sí sé, por ejemplo, que su librito Reflexiones sobre la Revolucion de Febrero [el acceso al poder de los mencheviques, previo al triunfo bolchevique de octubre de ese mismo 1917], publicado por el diario Rossiiskaïa Gazeta hace diez años, le fue enviado a Putin. Enseguida pudo verse sobre su mesa de trabajo, anotado. Lo que une a ambos es, sin duda, el hecho de que Soljenitsin era, como él, partidario de un Estado fuerte".
Solzhenitsyn. Un alma en el exilio, de Joseph Pearce, es la gran obra de referencia en español sobre el autor de Archipiélago Gulag, la denuncia de los campos de concentración comunistas que la izquierda occidental intentó silenciar cuanto pudo.
Natalia rechaza que el presidente, reelegido el pasado domingo con un 77% de los votos, quiera rehabilitar el estalinismo, o que esa pretensión sea mayoritaria en Rusia: "Estamos ante una especie de esquizofrenia. Por un lado, se publican libros sobre Stalin, se festeja su nacimiento y su muerte; pero, al mismo tiempo, decir que el poder anima eso no sería justo. Putin no dice nada para apoyar esas iniciativas. Pero es verdad que no se opone. El pasado 30 de octubre, se levantó un nuevo muro homenaje a las víctimas de todas las represiones políticas y Putin estuvo en la ceremonia de inauguración. Su presencia fue un gesto antiestalinista y así fue entendido. Además, pronunció un discurso donde cada palabra era la precisa. La contradicción es reflejo del cisma que padece nuestra sociedad. Putin considera, sin duda, que en cuanto presidente de todos los rusos debe aceptar esa coexistencia".
Dmitrievna admite que su posición ante el gobierno ruso es dialogante, porque cree que Rusia debe evitar la confrontación. Es la misma actitud que cree habría mantenido su marido: "Él jamás habría aceptado el diálogo y el compromiso con el antiguo poder soviético, que era totalitario y que él consideraba anti-humano. Pero con el poder actual, que ciertamente ha cometido enormes errores, sin duda sí. ¡Porque el país es diferente! Sí, hay corrupción, hay mentira. ¡Pero no es absoluta! Es como en todas las dictaduras de derechas: hay un camino para salir. Salir del totalitarismo es algo muy distinto. Solo Rusia ha hecho esa experiencia y aún no ha salido del todo. Hoy tenemos una forma de autocracia, que es además lo que pensaba Soljenitsin. Así que es posible impulsar la democracia, pero eso no será posible sin diálogo".
Comentarios