Muere Juan Velarde, un maestro de economistas que aportó su saber a la doctrina social de la Iglesia
Este viernes falleció en Madrid, a los 95 años de edad, el economista asturiano Juan Velarde Fuertes (1927-2023), presidente de honor de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, ex consejero del Tribunal de Cuentas en los años noventa y maestro de economistas como catedrático de su especialidad durante décadas, y en el magisterio constante de libros e infinidad de ensayos.
Licenciado en Ciencias Económicas en la primera promoción de esta carrera en España (creada en 1944), se doctoró con Premio Extraordinario en 1956. Fue catedrático de Estructura Económica en la Universidad de Barcelona y de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid, además de rector entre 1974 y 1977 de la Universidad Hispanoamericana de Santa María de La Rábida. También dirigió la Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos de la Universidad de Oviedo. Fue Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1992. Recibió el doctorado honoris causa de varias universidades españolas y dirigió las publicaciones Anales de Economía y Revista de Trabajo.
Sobre la doctrina social de la Iglesia
El profesor Velarde, quien hizo importantes aportaciones a la historia de las ideas económicas y de las instituciones económicas españolas y europeas, la hizo también al estudio de la doctrina social de la Iglesia, cuya compatibilidad con el libre mercado defendió incansablemente.
En particular, fue un adalid de la encíclica Centesimus Annus, escrita por Juan Pablo II en 1991, en el centenario de la que se considera carta fundacional de la doctrina social de la Iglesia, la encíclica Rerum novarum de León XIII. Velarde consideraba que, en ese texto, el Papa Karol Wojtyla había reinsertado la ortodoxia económica en el pensamiento económico católico, el cual en su opinión se había dejado arrastrar desde el siglo XIX por las corrientes revolucionarias hacia posiciones intervencionistas, corporativistas y anticapitalistas.
A su modo de ver, eso era un error que alejaba de la Iglesia tanto a las personas en contacto diario con la economía real, como a los expertos acostumbrados a estudiarla. Sin ser un teórico puro de la Escuela Austriaca, Velarde sí era un defensor de su vínculo doctrinal con la Escuela de Salamanca de los grandes teólogos y juristas españoles del siglo XVI.
Sin embargo, estuvo adscrito en sus primeros años académicos a la visión nacionalsindicalista del capital y del trabajo. Dirigió la sección económica del diario Arriba, órgano del Movimiento Nacional, y fue uno de los redactores de las ponencias económicas del I Congreso Nacional de la Falange, en 1953.
Evolucionó después -sin renegar nunca de aquella admiración por José Antonio- hacia una convencida defensa de la economía de mercado y, sobre todo, de la apertura de la economía española al exterior, lo que consideraba fundamento y requisito para su desarrollo.
Reflexionó sobre Edith Stein y Antonio Bermúdez
Uno de sus últimos artículos es un sugerente paralelismo entre dos personajes históricos muy distintos, Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz, 1891-1942), filósofa y carmelita que murió en un campo de concentración nazi, y Antonio Bermúdez Cañete (1898-1936), economista, uno de los fundadores de las JONS (las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista de Ramiro Ledesma Ramos) y diputado de la CEDA asesinado en una checa frentepopulista en el Madrid de 1936.
Las heterodoxias económicas que provocan martirios a católicos: los casos de Edith Stein y Bermúdez Cañete es el título de la nota de Velarde publicada en Razón Española (nº 232, julio-agosto de 2022), donde entiende que las heterodoxias económicas de raíz totalitaria, como la del nazismo (con origen en el historicismo y el hipernacionalismo) o la del comunismo (con origen en el marxismo), necesariamente convertían a los defensores de la ortodoxia económica en candidatos a la persecución.
Edith Stein era admiradora de los principios de la economía familiar y discípula de Edmund Husserl, cuyas incursiones en el terreno económico caminaban en idéntica línea. Y Bermúdez de Castro era también "por supuesto ortodoxo" como economista, tesis "que ya enlazaba a la perfección", afirma Velarde, "con lo que actualmente se sostiene, desde el punto de vista católico, en la encíclica Centesimus Annus de San Juan Pablo II".
Edith Stein y Bermúdez Cañete "fueron incansables buscadores de la verdad en todos los terrenos y, en ambos casos concretos, en el de la economía y en el de la ortodoxia católica. Lo hicieron aceptando el riesgo de sufrir el martirio, como a ambos les sucedió", añade el profesor Velarde: "Su memoria indica que las heterodoxias económicas que buscan triunfos políticos acaban por provocar martirios no solo de los ortodoxos económicos, sino también de los ortodoxos intelectuales, donde radica la base fundamental de la Iglesia católica".