Miércoles, 09 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Autor de GayCatholic.com

Joseph Prever, un homosexual católico que defiende la castidad: «Vale la pena el camino más largo»

Joseph Prever es católico, tiene sentimientos homosexuales, vive castamente y dice que la sexualidad y la virtud son complicadas para todos, pero vale la pena hacer lo correcto
Joseph Prever es católico, tiene sentimientos homosexuales, vive castamente y dice que la sexualidad y la virtud son complicadas para todos, pero vale la pena hacer lo correcto

ReL

Joseph Prever es un norteamericano católico con sentimientos de atracción hacia personas de sexo masculino que vive una vida célibe. Se graduó en el Thomas More College of Liberal Arts y obtuvo un diploma en Inglés con especialización en existencialismo romántico.

Vive en Massachusetts, donde trabaja como desarrollador web y escritor independiente, a veces usando su pseudónimo Steve Gershom, que hace unos años utilizaba para no dar su nombre real. Después decidió usar su verdadero nombre en su defensa de una vida casta.

En su blog gaycatholic.com escribe sobre temas de fe, sexualidad y salud mental. Detalla que Michael Chabon es su escritor favorito vivo y Dostoevsky, su escritor favorito fallecido.

En Catholic Exchange publicó el 14 de febrero de 2014 su análisis-testimonio en primera persona "La verdad sobre la atracción hacia el mismo sexo", que reproducimos a continuación, traducido al español en CatholicEducation.org.

"La verdad sobre la atracción hacia el mismo sexo"
por Joseph Prever

Estoy tan acostumbrado a ser homosexual y católico, que me olvido de lo extraño que suena.

Olvido que, para algunas personas, el calificativo "homosexual" describe a una raza diferente o tal vez incluso a un género diferente. Olvido que algunos cristianos piensan que soy el peor de los pervertidos (pero un pervertido al que deben tratar amablemente) y algunos laicistas piensan que soy el peor de los hipócritas. Lo primero, porque me siento atraído sexualmente por hombres y lo segundo, porque no hago nada al respecto.

Lean esa última parte de nuevo. Sí, siento atracción por los hombres; no, no duermo con ellos, por el mismo motivo por el que muchos católicos se abstienen de tener relaciones con gente con la que no están casados.

Les sorprendería saber con qué frecuencia la gente escucha la primera parte (gay) y no la segunda (célibe) - a pesar de que la segunda es la única que corre por mi cuenta.

Una vez escribí un artículo sobre cómo me sentía por ser católico homosexual y célibe. ¿Saben qué fue lo primero que me sugirieron en la casilla de comentarios? "¡¡Arrepiéntete!!".

No quiere decir que todos lo que descubren que soy gay reaccionen así. En su inmensa mayoría, la gente a la que se lo dije -principalmente familia y amigos íntimos- respondieron con compasión e incluso con admiración. En general, dicen algo como "Me siento honrado de que hayas confiado tanto en mí como para decírmelo".

Sin embargo, ni la gente más comprensiva logra entender a qué me refiero, aunque sólo sea porque (al contrario que yo) no contaron con los últimos 14 años para entenderlo y porque "soy homosexual" no es una frase sencilla.

No soy muy sensible respecto a la palabra "homosexual", pero algunos de nosotros que formamos parte del grupo de homosexuales católicos preferimos la frase "atracción por el mismo sexo".

Me parece que es más precisa que la palabra "homosexual" o "gay" o cualquier otro calificativo, sólo en tanto que sugiere que la homosexualidad es algo que tengo más que algo que soy. Esto es lo que yo pienso al respecto.

Entonces la idea de la cultura homosexual, los derechos de los homosexuales, el casamiento entre homosexuales o cualquier otra cosa homosexual, es ajena a mí.

Podríamos hablar también de la cultura de los celíacos o de los derechos de los músicos.

Esto no quiere decir que no me identifico profundamente con esas partes de mí mismo que las personas suelen combinar con "homosexual". Tengo aptitudes verbales y para la música, soy intuitivo y tengo un fuerte sentido estético. Pero los hombres con atracción hacia el mismo sexo no tienen el monopolio de esas características y el hecho de que yo las reúna no significa que pertenezco a una cultura en especial; significa que soy yo mismo y no otra persona.

Tampoco es mi intención trivializar la experiencia de tener atracción hacia el mismo sexo. El sexo no es todo, pero como otros con cualquier tipo de disfunción sexual saben, significa muchísimo.

El resultado de sumar el aspecto sexual con otras cosas que los hombres y mujeres homosexuales suelen experimentar -depresión, baja autoestima, soledad, una sensación (por falsa que sea) de ser completamente diferentes- es una cruz bastante pesada.

Me he sentido curado de cada una de las áreas que menciono más arriba, pero nadie puede sanarse completamente en este lado del cielo.



La soledad puede ser la peor parte: no me refiero a no tener amigos, que no me faltan, sino al esfuerzo de idear una forma de vivir en una sociedad que permanentemente nos dice que sólo a través del amor romántico se puede alcanzar la verdadera felicidad y que el celibato (¡ni que hablar de la virginidad!) es una suerte de enfermedad psicológica.

Y aquí aparece la cuestión de la amistad. Yo amo a los hombres y siempre lo haré. Eso no es raro, no es extraño ni tampoco "homosexual". Sin embargo, no es tan sencillo como "mira, pero no toques": la castidad es una cuestión del corazón, del alma y de las emociones, como también de la entrepierna.

¿Qué haces si te gusta tu mejor amigo? ¿Cómo aprendes a amar a otro hombre sin convertirlo en un ídolo?

Estas preguntas siguen estando presentes en mí, pero ninguna de ellas me sigue causando conmoción

Te ocupas de ellas, rezas y buscas consejo, ofreces los dolores ocasionales y continúas con tu vida.

Ninguno de estos problemas es exclusivo de mujeres y hombres homosexuales. Ser heterosexual tampoco es una garantía de tener una sexualidad sana, brillante y preintegrada; sólo significa que el hermoso y confuso concierto está en un tono diferente. Nadie está libre de esto.

Citando la campaña de YouTube - ya saben cual, una llena de compasión, buenas intenciones y pensamientos confusos - de verdad todo está mejorando [It gets better Project]. Si alguien me hubiera dicho diez años atrás cómo sería mi vida hoy en día. Si tan sólo me hubieran mostrado un video de un día martes común de la vida actual de Steve, mis ojos se hubieran salido de sus órbitas. No tenía idea de que las cosas pudieran estar tan bien, que pudiera ser tan seguro de mí mismo, que muchas veces sonreiría sin ningún motivo en particular.

Se preguntarán como llegué a este punto. No hay una respuesta rápida.

Requiere mucha oración y un trabajo arduo como así también el amor y la paciencia de hermanos, hermanas, mentores y amigos.

Un buen lugar para empezar - tanto para ustedes como para algún conocido, o sólo si quieren entender todo esto mejor - les recomiendo que naveguen en los sitios People Can Change y Courage. Les recomiendo que hagan una copia del artículo del padre Harvey The Homosexual Person y de Alan Medinger Growth Into Manhood. También pueden leer el artículo de Melinda Selmys Sexual Authenticity y el de Wesley Hill Washed and Waiting. Y por supuesto también pueden consultar mi blog.

Por último, lo más importante: ustedes pueden hacerlo, pero no solos – y la Iglesia puede ser su mejor aliada.

Es posible que no entiendan todavía por qué enseña lo que enseña, pero no dejen de escucharla. Si no sienten el amor de Jesús en la Misa, vayan más seguido, no menos.

Cuando se topen con un sacerdote que no los entienda; busquen a otro que sí lo haga.

Más que nada, no acepten respuestas fáciles, ya sea de izquierda o de derecha. La forma más rápida casi nunca es la correcta y vale la pena transitar el camino más largo. 

(ReL recomienda también la historia del poeta ateo homosexual Tim Murphy, que cuenta cómo Dios le habló a él y a su pareja de siempre)

Joseph Prever es una de las personas que viven en castidad pese a sus sentimientos de atracción por el mismo sexo y que protagonizan el reportaje The Third Way (aquí, subtitulado en español, 38 minutos)

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