Odiaba su trabajo como profesora, pero hoy le apasiona cuidar a los niños
En una vieja novela, Lucía, protestante, conoció a las «esposas de Cristo»: hoy lo es como dominica
Las dominicas de Nashville son un grupo de religiosas dominicas de la congregación de Santa Cecilia, en Tennessee. Actualmente son más de 300 las hermanas de esta congregación, conocida por la abundancia y juventud de sus vocaciones y sus cantos. Ya acumulan dos álbumes y decenas de himnos.
Sin embargo, no fue ni la música ni la alegría de las hermanas lo que motivó el ingreso de Sor Lucía Marie en el convento de Nashville en 2003. Cuenta en el portal de las dominicas que cuando era protestante, su vida no tenía un rumbo claro su trabajo no le satisfacía.
Un día, casi de casualidad, conoció su fin en la vida: sufrir por Cristo.
Una antigua novela desveló su vocación antes de convertirse
“Comencé a explorar la idea de mi vocación incluso antes de convertirme en católica”, cuenta Sor Lucía. Cuando todavía era protestante, por alguna razón, compró y leyó una antigua novela sobre una monja enfermera durante su primer curso en la universidad en Annapolis.
“Era la primera vez que veía a una monja ser llamada `esposa de Cristo´, y aquella idea me consumió. En aquel libro, el protagonista enfrentaba muchas dificultades por su amor de Dios y su deseo de santidad”.
Para Lucía, que alguien enfrentase el dolor y la dificultad de esa forma le hizo ver la importancia de la santidad, y desde entonces, comenzó a investigar y profundizar en las vidas de los santos y de otras religiosas.
Mirando a la Hostia, supo que era Jesús
“Nunca había escuchado algo así, y la idea me cautivó”, contó a Rome Reports. “Pensé: `¿Qué querrá decir eso de ser la esposa de Cristo? No sé por qué pero me llamó mucho la atención. Creo que lo que realmente quería era amar así a Cristo. Quería que su dolor fuera el mío”.
Sor Lucía comenzó a visitar una capilla de Adoración Perpetua cerca de su casa. Un día, al entrar, vio la Hostia en la custodia y se arrodilló sin saber por qué lo hacía, imitando a todos los demás fieles.
La joven se sentó y miró el interior de la custodia. “Pensé que quizá podría ser una reliquia de un hábito de un santo, hasta que me di cuenta de que lo que estaba mirando era a la Hostia”. Repentinamente, un pensamiento atravesó su cabeza. `Los católicos creen que es Jesús. Es Jesús´. Ese fue el momento de mi conversión”.
Indecisa, no le gustaba su trabajo y pensaba en casarse
Desde entonces, aquella capilla pasó a ser uno de sus destinos habituales y le gustaba rezar ante un crucifijo colgado en la pared. “Un día de Semana Santa, había una mujer llorando y besando las heridas de Nuestro Señor en el crucifijo. ¡Una verdadera María Magdalena delante de mí!”, pensó admirada.
En aquel tiempo, Lucia trabajaba a disgusto como profesora de niños y pensaba que tarde o temprano podría casarse y formar una familia. Tras meses de indecisión y sufrimiento en torno a su futuro, la escena de la mujer ante la cruz motivó que continuase pensando en el significado de ser una esposa de Cristo. “El tiempo me confirmó que esto era lo que deseaba realmente en mi vida”, explica.
“Dios siempre está con nosotros, especialmente en los momentos de sufrimiento. Él está muy presente. A veces creo que en esos momentos lo podemos conocer más, por lo que los considero un verdadero regalo aunque no lo parezcan” explicó en referencia a su tiempo de incertidumbre y angustia.
Puedes escuchar y descargar toda la música de las dominicas de Nashville en su página web.
Admiraba a Santa Catalina
A partir de entonces, a Lucía le invadió un profundo deseo “de sufrir junto a Cristo, de entristecerme en sus sufrimientos y complacerme en sus alegrías”. Poco después cayó en sus manos una publicación de Edith Stein con la que se sintió profundamente identificada. “Decía que una vez que una persona escuchaba la llamada de Dios, nada más podía satisfacerle”.
Lucia fue recibida en la Iglesia en Pascua. “Durante ese año profundice seriamente en la vida religiosa. Tuve un excelente director espiritual dominico que me animó a fortalecer mi vida de oración”.
"Al asalto del cielo", de Louis de Wohl, la historia de Santa Catalina que enamoró a Sor Lucia Marie.
La joven compró San Martín de Porres de Giuliana Cavellini y Al Asalto del Cielo, de Louis de Wohl, sobre la vida de Santa Catalina de Siena. Quedó admirada por la santa. “Empecé a rezar más, hacía una hora santa cada día, y sentía que Dios quería que estuviera en la orden de Santa Catalina”, explica.
Ser esposa de Cristo, fuente de su felicidad
“Cuanto más rezaba, más sentía que Dios me estaba llamando al sur”, comenta. “Hice un retiro en la Casa Madre de Santa Cecilia en Nashville, Tennessee, y confirmé mi vocación y atracción por la vida espiritual. Volví un mes después, convencida de que ese era mi hogar, y me aceptaron el Domingo de Ramos”, en 2003.
Trece años después, Sor Lucía Marie afirma que la vida como “esposa de Cristo” “no solo es distinta a lo que esperaba, sino que ha superado todas sus expectativas. Me he dado cuenta de lo importante que es la vida en comunidad, y cada día aprendo del ejemplo de las otras hermanas a ser cada vez más como Nuestra Señora, a ver y a servir a Cristo”.
“La razón por la que soy tan feliz”, explica, “no es porque viva en un entorno tan agradable, por tener acceso a una bonita capilla o incluso porque me cautive la alegría del resto de hermanas. Es porque aprendo cada día a amar más y a ver el mundo con los ojos del cielo. Crecer en virtud y acercarme a Nuestro Señor es mi verdadera alegría”.
Ahora, como dominica, tiene el mismo trabajo que antes, dar clase, pero ahora le apasiona: Para ella, los niños son personas que Dios ha puesto a su cargo para ayudarles.
Trece años después de su ingreso, Sor Lucía Marie es la esposa de Cristo que durante tanto tiempo quiso ser. “Cuando ofreces tu vida a Dios te sientes libre porque ya no piensas en ti misma. Cuando te olvidas de tus asuntos egoístas, Dios puede ayudarte a convertirte en la persona que has sido llamada a ser”, concluye.
Testimonio de Sor Lucia Marie, monja dominica en Nashville.