Sábado, 30 de marzo de 2024

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¿Pero eso no lo pone la Biblia?

por Una Jarra de Barro

 A menudo me encuentro con alumnos, amigos o conocidos que dan como historias bíblicas algunos hechos que han llegado por la tradición en algunos casos o por la imaginación de los guionistas de Hollywood en otros, y que naturalmente se sorprenden cuando les digo que eso no es así. Incluso en muchos casos tengo que mostrarles la cita bíblica para que se convenzan de que no soy yo el que está en un error. Sin querer ser exhaustivo, si no tan sólo como mera curiosidad, apunto unos cuantos.

 

.Que el demonio sea un ángel caído es una conclusión teológica muy bien construida. Tenía que haber sido creado por Dios como todo lo demás, pero no es un hombre, si no un ser superior a él. Por tanto es totalmente lógico pensar que se trata de un ángel que se rebeló contra su creador. Pero esta historia no aparece en ningún lugar en la Biblia.

.Adán y Eva no se comieron una manzana. ¿Que fruta es la que se comieron? No se sabe. En Gn 2, 17 se nombra al árbol  como “de la ciencia del bien y del mal” y en Gn 3, 6 que el fruto era “apetitoso y agradable a la vista” pero en ningún momento se cita la especie concreta, pudo ser una manzana como un melocotón o un higo. Ciertamente en todas las representaciones pictóricas la fruta escogida es la del manzano, pero no se menciona como tal en la Biblia.

.Moisés no separó las aguas de forma instantánea. Todos tenemos la imagen de Charlton Heston levantando el cayado y las aguas abriéndose como en un canal, pero la explicación que aparece en Exódo 14,21 es que “Dios hizo soplar un fuerte viento del oeste durante toda la noche” que separó las aguas. Ciertamente es un fenómeno natural extraordinario que milagrosamente sucedió con la llegada de los israelitas al mar y que cesó cuando estos hubieron pasado y los egipcios intentaban hacer lo mismo.

. Los tres reyes magos Melchor, Gaspar y Baltasar, según los evangelios,  ni eran tres, ni eran reyes, ni eran magos ni se llamaban Melchor Gaspar y Baltasar. Bueno, la única palabra que atribuiríamos como correcta sería la de magos, pero no entendida como alguien que hace magia o que posee poderes, si no como se podía entender en la antigüedad, sabios que buscaban la adivinación, la observación de los astros, etc. De hecho, el capítulo 12 del Evangelio de San Mateo dice que eran “unos sabios” sin especificar su número,  que habían visto “una estrella en oriente” lo que entendieron como el presagio del nacimiento de un gran rey o personaje relevante y que lo identificaron como el cumplimiento de la gran profecía mesiánica del pueblo judío. ¿De dónde viene que fuesen tres?, lo que si se cita es que hicieron tres regalos, “oro, incienso y mirra”, Mt 2,11,  y por eso alguien podía pensar que siendo tres, a tanto por uno San Bruno, salen tres sabios. Lo de los nombres concretos, si la memoria no me falla, fueron inventados en una obra teatral muy antigua.

.María magdalena no era ni prostituta, ni adúltera. Es una mujer que aparece junto a otras acompañando y sirviendo a Jesús y al grupo de los apóstoles y son testigos claves de la resurrección. De su pasado sólo se menciona en Lucas 8,2 que Cristo había expulsado de ella siete demonios. Existen otra mujeres como la adúltera a la que Jesús salva de ser lapidada, en el famosísimo “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” de Jn 8,311 o la prostituta que lava los pies a Jesús y los unge con sus lágrimas y perfume, en Lucas 7,36-50 y sus paralelos de Mateo y Marcos, pero en ningún momento se afirma, tal como ha quedado reflejado en muchísimas películas, que alguna de ellas fuera María magdalena.

.El personaje de la Verónica, la que limpia el rostro a Jesús de camino al calvario de tal forma que queda grabada su imagen en un paño, no tiene base bíblica. Se trata de una tradición bellísima pero no ha quedado reflejada en en ninguno de los cuatro evangelios.

.De igual forma, Jesús tampoco se encuentra con su madre de camino al calvario. Según los evangelios Jesús habla con algunas mujeres, pero ninguno cita que estuviese en ese momento su madre. San Juan cita la presencia de María cuando su hijo ya aparece crucificado, en Jn 19, 25-27, con la celebérrima entrega que le hace al apóstol como su propia madre. Posteriormente, en el libro de los Hechos de los apóstoles 1, 14 se menciona que María permanece con ellos tras la ascensión.

Bueno, como muestra valen estos siete botones, seguro que escurriendo la memoria , o la de alguno de los que leéis estas líneas, saldrían bastantes más.

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