Las propuestas de Francisco a los ortodoxos hechas en Chipre para «caminar hacia la plena unidad»
Francisco ha dedicado parte de su segunda jornada en Chipre para visitar a las más altas autoridades de la Iglesia ortodoxa y expresar algunas de sus ideas para "caminar hacia la plena unidad".
Este viernes 3 de diciembre comenzó para el Papa con una breve visita a Crisóstomo II, arzobispo ortodoxo del país, a quien ha trasladado su deseo de “caminar juntos hacia la unidad”. Posteriormente, el acto ecuménico continuó en el encuentro con el Santo Sínodo, compuesto por las máximas autoridades de la Iglesia ortodoxa en la isla.
El primer acto oficial de la segunda jornada de Francisco en Chipre fue una breve visita privada a Crisóstomo II, arzobispo ortodoxo del país.
Crisóstomo II recibió al Papa Francisco en el Palacio Arzobispal Ortodoxo, en un encuentro privado marcado por la cordialidad.
Tras la conversación de ambas autoridades, la visita concluyó con la firma conjunta del Libro de Honor, en el que el Papa plasmó su deseo de continuidad ecuménica.
“Peregrino en Chipre, perla de la historia y de la fe, invoco de Dios la humildad y el coraje para caminar juntos hacia la plena unidad y dar al mundo, a ejemplo de los Apóstoles, un mensaje fraterno de consuelo y un testimonio vivo de esperanza”, comenzó el Papa.
Francisco, durante la firma del Libro de Honor al finalizar su encuentro con Crisóstomo II.
“Su Beatitud, gracias por hablar de la Iglesia Madre, en medio del pueblo. Este es el camino que nos une como pastores”, escribe. “Avancemos juntos por este camino. Y muchas gracias por hablar de diálogo. Debemos avanzar siempre por el camino del diálogo, un camino laborioso, paciente y seguro, un camino de coraje. Parresía y paciencia”.
El Evangelio, nexo de unión entre católicos y ortodoxos
Posteriormente, Francisco se reunió con la máxima autoridad de la Iglesia Ortodoxa en Chipre, el Santo Sínodo. En su discurso, emitió su deseo de buscar “una fraternidad cada vez mayor” , de “derribar preconceptos” y de “despojarnos de lo terreno” para favorecer la unidad.
Comenzó expresando su convicción de que el Espíritu Santo “nos invita a no resignarnos frente a las divisiones del pasado” y a cultivar en unidad “el campo del Reino”. Solo así, continuó, “redescubriremos al hermano y la comunión madurará por sí misma, para gloria de Dios”.
Retomando el ejemplo de los apóstoles que configura el lema y centro de su viaje, destacó que “Pablo atravesó Chipre y posteriormente llegó a Roma”, para afirmar que tanto católicos como ortodoxos están unidos por “un único camino, el del Evangelio”.
“Me agrada ver que seguimos caminando en la misma dirección, en busca de una fraternidad cada vez mayor y de la unidad plena”, añadió.
"Ser hijos del consuelo": escuchar, atender y descubrir al otro
A lo largo de su discurso, Francisco también emitió el llamamiento común a “ser hijos del consuelo”.
“Hay que seguir el camino del encuentro personal, prestar atención a las preguntas de la gente, a sus necesidades. Para ser hijos del consuelo, es necesario escuchar, dejarse interrogar, descubrir al otro, porque el Evangelio se transmite por la comunión”.
Francisco expresó su voluntad de “encontrarnos, conocernos, derribar muchos preconceptos y de disponernos para una escucha serena de las respectivas experiencias de fe”, lo que permitirá “que cada uno ofrezca lo mejor”. Esto, añadió, dará un fruto espiritual de consolación para todos.
El discurso del Papa Francisco ante el Santo Sínodo ortodoxo estuvo encaminado a exponer algunas ideas para caminar hacia la "plena unidad": renunciar a prejuicios, a lo terreno y ser "hijos del consuelo" de las necesidades de la gente.
Su discurso, marcado por el deseo de poner en práctica nuevos caminos de acercamiento, advirtió también de que, “para revitalizar la plenitud de la unidad” también se ha de renunciar a lo terreno, aunque sea valioso.
Entre aquellos elementos, se refirió particularmente al riesgo de “absolutizar ciertos usos y costumbres que no son esenciales para vivir la fe”, así como a dejarse “paralizar por el temor de abrirnos y de realizar gestos audaces”.
Chipre, un puente entre el cielo y la tierra
Francisco enfatizó en la necesidad de olvidar los prejuicios hostiles generados por “siglos de división y distancias” entre la Iglesia católica y los cristianos ortodoxos.
“Todo esto tuerce el camino de Dios, que se orienta hacia la concordia y la unidad”, continuó. “Cuántas veces hemos agrandado y difundido prejuicios sobre los demás, en vez de cumplir la exhortación que el Señor repite: `Hacerse pequeños y servir a los demás´”.
El Papa continuó su mensaje de unidad trasladando su oración y cercanía, y de toda la Iglesia católica, “en los problemas más dolorosos que los angustian como en las esperanzas que los animan. Las tristezas y las alegrías de ustedes nos pertenecen, las sentimos nuestras y también sentimos que necesitamos mucho de sus oraciones”.
“Supliquemos al Señor sabiduría y valentía para seguir sus caminos y no los nuestros”, concluyó. “Desde el más allá invitan a que hagamos de Chipre un puente entre el cielo y la tierra. Que así sea, para gloria de la Santísima Trinidad, para nuestro bien y el bien de todos”.