Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

«La oración es el pulmón que da respiro a los discípulos de todos los tiempos», explica el Papa

ReL

El Papa Francico habló en su catequesis sobre el papel del Espíritu Santo / Vatican Media
El Papa Francico habló en su catequesis sobre el papel del Espíritu Santo / Vatican Media

El Papa Francisco centró su catequesis en el Espíritu Santo y como éste se derramó sobre los discípulos en Pentecostés. “Queridos hermanos y hermanas: cincuenta días después de la Pascua, los Apóstoles vivieron un evento que superaba sus expectativas. Ellos estaban reunidos en oración y fueron sorprendidos por la irrupción de Dios, que no tolera las puertas cerradas; las abrió con un viento impetuoso que llenó toda la casa donde se encontraban”, dijo a los miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro.

Según recoge Vatican News, el Santo Padre recordó que, cincuenta días después de la Pascua, los Apóstoles vivieron en el cenáculo – que ahora es su hogar y donde la presencia de María, madre del Señor, es el elemento de cohesión – un acontecimiento que supera sus expectativas. “Reunidos en oración,la oración -precisó el Papa- es el ‘pulmón’ que da respiro a los discípulos de todos los tiempos, sin oración no se puede ser discípulos de Jesús, es el alma de los cristianos, son sorprendidos por la irrupción de Dios. Se trata de una irrupción que no tolera lo cerrado: abre las puertas con la fuerza de un viento que nos recuerda la ruah, el soplo primordial, y cumple la promesa de la ‘fuerza’ hecha por el Resucitado antes de su partida. De repente, llega desde arriba, un rugido, casi un viento que cae impetuoso y llena toda la casa donde estaban”.

Viento... y fuego

De este modo, Francisco recalcó que al viento impetuoso se añade el fuego que recuerda a la zarza ardiente. Explicó que en la tradición bíblica “el fuego acompaña la manifestación de Dios. En el fuego Dios entrega su palabra viva y enérgica que se abre al futuro; el fuego expresa simbólicamente su obra de calentar, iluminar y probar los corazones, su cuidado en probar la resistencia de las obras humanas, en purificarlas y revitalizarlas. Mientras en el Sinaí se oye la voz de Dios, en Jerusalén, en la fiesta de Pentecostés, quien habla es Pedro, la roca sobre la que Cristo eligió construir su Iglesia. Su palabra, débil y hasta capaz de negar al Señor, atravesada por el fuego del Espíritu, adquiere fuerza, se hace capaz de traspasar los corazones y mover a la conversión. De hecho, Dios escoge lo que es débil en el mundo para confundir a los fuertes”.

Por ello, el Santo Padre subrayó que, la Iglesia nace, del fuego del amor, de un "fuego" que arde en Pentecostés y que manifiesta la fuerza de la Palabra del Resucitado impregnada del Espíritu Santo.

Una palabra nueva

“La palabra de los Apóstoles es impregnada del Espíritu del Resucitado y se convierte en una palabra nueva, diferente, que se puede entender, como si se tradujera simultáneamente a todas las lenguas: de hecho, ‘cada uno los oía hablar en su propia lengua’. Se trata del lenguaje de la verdad y del amor, que es el lenguaje universal: incluso los analfabetos pueden entenderlo”.

Del mismo modo, el Pontífice agregó que “el Espíritu Santo es el creador de la comunión, el artista de la reconciliación que sabe cómo eliminar las barreras entre judíos y griegos, entre esclavos y liberales, para hacer de ella un solo cuerpo. Construye la comunidad de los creyentes armonizando la unidad del cuerpo y la multiplicidad de sus miembros. Hace crecer a la Iglesia ayudándola a ir más allá de los límites humanos, de los pecados y de cualquier escándalo”.

La "sobria embriaguez del Espíritu"

Esta maravilla es tan grande –precisó Francisco- que algunas personas se preguntaban si estaban borrachos. Pero no, viven lo que San Ambrosio llama "la sobria embriaguez del Espíritu", que enciende la profecía entre el pueblo de Dios a través de sueños y visiones. “A partir de ahora, el Espíritu de Dios mueve los corazones a acoger la salvación que pasa por una Persona, Jesucristo, a quien los hombres han clavado en el madero de la cruz y a quien Dios resucitó de entre los muertos ‘librándolo de los dolores de la muerte’. Es Él quien derramó ese Espíritu que orquesta la polifonía de la alabanza que todos pueden escuchar”, señaló el Papa.

Francisco también pidió al Señor “que nos haga experimentar un nuevo Pentecostés, que dilate nuestros corazones y sintonice nuestros sentimientos con los de Cristo, para que podamos anunciar sin vergüenza su palabra transformadora y testimoniar la fuerza del amor que llama a la vida todo lo que encuentra”.

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