Lunes, 29 de abril de 2024

Religión en Libertad

Jean Vanier, apóstol de la ternura


por María Brunet

Opinión

"Je vous garde dans mon coeur [Te guardo en mi corazón]". Así se despidió Laurent de mí tras mi estancia de quince días en mayo de 2012 en su hogar de la Petite Source, en Trosly (Francia), sede de El Arca, fundada por Jean Vanier hace más de 50 años. Laurent tiene una discapacidad intelectual y no puede expresarse ni comer con los demás, pero todo su cuerpo rebosa algo absolutamente entrañable. Nuestra comunicación consistía en sonrisas, paseos, abrazos, cogernos de la mano... Solo 15 días y ya intimamos, y por eso me llenaba de alegría cada vez que pasaba a verle. Llegó el día de la despedida, no podía decir ni hacer nada, pero él se acercó a mí y, abrazándome, me dijo "Je vous garde dans mon coeur". Simplemente eso, así es de sencillo es el amor... Me dejó conmocionada y siempre lo recordaré como uno de los momentos en los que experimenté cómo amar con el corazón, con toda la simplicidad del mundo. Porque las personas con discapacidad tienen una gran capacidad para amar con el corazón. Por eso es mejor considerarlas personas con otras capacidades, porque son personas maravillosas.

Jean dejó a un lado la eficacia y el rigor intelectual porque descubrió la ternura. Prefirió dar el protagonismo "a la relación, a la serenidad, al cuidado mutuo, a disfrutar de la comida y el baño, al abrazo, a la escucha, etc". El 7 de mayo, a los 90 años, Jean, "el gigante que se hizo pequeño", como lo describió Carmen Castiella, ha subido al cielo como un gran apóstol de la ternura. Su objetivo último era unirse a Jesús donde está oculto: en los débiles y pobres, los humildes y vulnerables. Gracias a ellos las comunidades de El Arca se han convertido en escuelas de amor. Un día, Jean le preguntó a una amiga: "¿Sabes cuál es la clave del amor? Saber decir 'Te necesito'".

Jean Vanier, con la autora de este artículo.

Jean Vanier construyó puentes, rompió barreras interiores y exteriores con su delicadeza y con esa sonrisa suya, propia de un santo. "La gente viene a la comunidad porque quiere ayudar a los pobres, pero se queda en la comunidad porque se da cuenta de que 'ellos' son los pobres". Esa era su espiritualidad. Entre Marta y María.

María Brunet Álvarez de Sotomayor es miembro de la Fundación El Arca en Madrid.

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