Miércoles, 16 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Escuchar, compartir, descubrir

Niños en un aula.
Aprender a escuchar a los demás es uno de los pilares de la educación. Foto (contextual): National Cancer Institute / Unsplash.

por Ángel Vicente Valiente Sánchez

Opinión

Los niños de tres años que acuden por primera vez al colegio experimentan una sensación agridulce. Por un lado, les resulta atractivo ver a otros niños de su misma edad, por otro se preguntan qué diantres será este nuevo lugar. Así que es frecuente escuchar sus llantos, sollozos y jipidos. En algunos niños estos lamentos desconsolados duran semanas e incluso meses. De pronto, un buen día descubren que en el colegio no se comen a nadie, que pueden jugar con otros niños, que todas las mañanas hay merienda y que su mamá los espera todos los días al salir. Allí se encuentran con unos maestros y maestras que, con mucha gracia y sentido del humor, les ayudan a iniciar su vida escolar.

Los comienzos de su andadura académica tienen muchísima importancia. Educación Infantil es la cimentación del conjunto escolar. Entre los aspectos más importantes se encuentran, en mi modesta opinión, escuchar, colaborar y descubrir. Cultivar la escucha atenta de lo que dice la maestra es un ejercicio clave para un buen desarrollo de la educación en el aula. Escuchar en silencio es un proceso que nos llevará toda la vida, pero tiene aquí una importancia decisiva, porque muchos problemas de Educación Primaria y Secundaria tienen su origen en esta falta de capacidad para escuchar, no solo a los maestros sino también a los compañeros y familiares. Todos tenemos el deseo de que nos escuchen, desde que somos niños hasta que somos ancianos. Hacemos verdaderos esfuerzos para que todos nos escuchen, pero con los años vamos descubriendo que mucho de lo que nos empeñamos en decir carece de importancia. Cultivamos lamentablemente poco la capacidad de escuchar y atender qué es lo que nos dicen los demás. Este es uno de los verdaderos pilares de la educación.

El ejercicio de la colaboración con otros alumnos también es un rasgo que hay que cultivar en el aula. Al comienzo se trata de compartir los juegos, pero poco a poco este afán de colaboración se extiende a otras actividades. No puede ser el aula solo un lugar de actividades individuales. La realización de ejercicios en grupo es, en contra de lo que piensan algunos padres e incluso algunos profesores, una forma de descubrir que no estamos solos; que la colaboración con otros compañeros nos abre otras perspectivas. Además constituye una buena herramienta para la integración de todos los alumnos en el quehacer habitual del aula.

Otro de los aspectos esenciales en la educación es el afán de descubrir. No se trata tanto de aprender a sumar, sino de descubrir el mecanismo de la suma y de la resta, etc. Descubrir, explorar con sorpresa la historia, la geografía, la literatura, las matemáticas. Y es que en cada uno de los alumnos hay siempre un deseo de saber, como decía Aristóteles al comienzo de la Metafísica. Aprender es sobre todo descubrir las entretelas del conocimiento humano. También inventar, crear, participar, desarrollar las capacidades. Pero sobre todo descubrir un mundo desconocido, explorar nuevas realidades. De este modo la escuela se convierte en un mundo atractivo y sumamente interesante. No se trata solo de que el maestro descargue sus conocimientos en los hombros de los alumnos. Se trata de ayudarles en la exploración de los nuevos territorios.

 Junto a estos aspectos tan importantes, hay que señalar también el aspecto trascendente de la vida. En los últimos tiempos se ha realizado un gran esfuerzo en la escuela pública para eliminar todo rasgo de trascendencia en el aula. No solo porque se han eliminado los crucifijos y las estampas piadosas, sino sobre todo porque no se hace referencia alguna a la trascendencia. Como gustan de decir algunos entendidos, solo es importante la inmanencia. Hay que recordarles a estos que la inmanencia no tiene ningún sentido sin la trascendencia, de la que es su anverso. La ausencia de lo trascendente conduce inevitablemente a la pérdida de la esperanza. Se están formando personas sin verdadera esperanza en el ser humano, solo preocupados de la utilidad.

Finalmente, es necesario decir que la labor de los maestros está lastrada por las innumerables leyes educativas que se vienen implantando de modo compulsivo en España. No sé si serán posibles los Pactos de la Moncloa en Educación, como pedía Eugenio Trías hace tiempo en el diario ABC. La legislación educativa está demasiado ideologizada y se ha convertido en un arma de propaganda política. Una verdadera pena.

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