La mujer trabajadora
El embarazo no es una enfermedad que impida a la mujer desarrollar un trabajo con normalidad.
En agosto de 1910 la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, como una jornada de lucha por los derechos de las mujeres y para conseguir el sufragio femenino universal.
Cuando se celebró el primer Día Internacional de la Mujer en 1911, más de un millón de mujeres participó públicamente en él. Además del derecho al voto y a ocupar cargos públicos, demandaban el derecho a trabajar, a la enseñanza vocacional y el fin de la discriminación en el trabajo.
Cien años después se sigue discriminando a la mujer en su puesto de trabajo, no sólo por la desigualdad salarial entre hombres y mujeres, sino también y muy especialmente, por ser madre. El mundo laboral es tremendamente injusto con las mujeres embarazadas y las que quieren ser madres, la mayoría se ven obligadas a elegir entre el trabajo o la maternidad. Muchas mujeres retrasan enormemente su maternidad por cumplir sus objetivos laborales, con el consiguiente riesgo para su salud y la de sus hijos. Y otras muchas son despedidas cuando confiesan estar embarazadas, o son relegadas a puestos de inferior categoría porque “dan mala imagen a la empresa”.
En la actividad diaria en REDMADRE comprobamos cómo la maternidad está penalizada laboralmente en España, cuando se debería considerar un bien social y a la madre trabajadora una buena inversión.
El embarazo no es una enfermedad que impida a la mujer desarrollar un trabajo con normalidad y la mayoría de las veces, la madre trabajadora tiene más motivación para rendir en su puesto de trabajo y es más eficaz en el cumplimiento de sus funciones.
Cuando todo esto se tenga en cuenta, cuando la mujer-madre o embarazada deje de ser discriminada en el mundo laboral, podremos decir que la lucha iniciada en agosto de 1910 ha tenido éxito, mientras tanto no será así.
Carmina García-Valdés es directora General Fundación REDMADRE.
Cuando se celebró el primer Día Internacional de la Mujer en 1911, más de un millón de mujeres participó públicamente en él. Además del derecho al voto y a ocupar cargos públicos, demandaban el derecho a trabajar, a la enseñanza vocacional y el fin de la discriminación en el trabajo.
Cien años después se sigue discriminando a la mujer en su puesto de trabajo, no sólo por la desigualdad salarial entre hombres y mujeres, sino también y muy especialmente, por ser madre. El mundo laboral es tremendamente injusto con las mujeres embarazadas y las que quieren ser madres, la mayoría se ven obligadas a elegir entre el trabajo o la maternidad. Muchas mujeres retrasan enormemente su maternidad por cumplir sus objetivos laborales, con el consiguiente riesgo para su salud y la de sus hijos. Y otras muchas son despedidas cuando confiesan estar embarazadas, o son relegadas a puestos de inferior categoría porque “dan mala imagen a la empresa”.
En la actividad diaria en REDMADRE comprobamos cómo la maternidad está penalizada laboralmente en España, cuando se debería considerar un bien social y a la madre trabajadora una buena inversión.
El embarazo no es una enfermedad que impida a la mujer desarrollar un trabajo con normalidad y la mayoría de las veces, la madre trabajadora tiene más motivación para rendir en su puesto de trabajo y es más eficaz en el cumplimiento de sus funciones.
Cuando todo esto se tenga en cuenta, cuando la mujer-madre o embarazada deje de ser discriminada en el mundo laboral, podremos decir que la lucha iniciada en agosto de 1910 ha tenido éxito, mientras tanto no será así.
Carmina García-Valdés es directora General Fundación REDMADRE.
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