Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

La mujer en la Biblia y la verdadera identidad femenina


por Luciana Rogowicz

Opinión

Escuchamos muchas veces decir que la religión oprime a la mujer, o que el “patriarcado” es responsable de la mayoría de las cosas malas que le ocurren a las mujeres. Y que este patriarcado viene impuesto por la religión, principalmente, la judeocristiana.

Es fundamental cuando escuchamos este tipo de afirmaciones, antes de repetirlas o creerlas, asegurarnos de que sean reales. Y para eso es importante ir a las fuentes.

¿De dónde vienen los fundamentos principales del judeo-cristianismo? De la Biblia. Y para eso debemos consultar en este“libro”, acerca de qué es lo que se dice acerca de la mujer y su rol.

¿Es realmente un rol secundario? ¿Un papel accesorio, opacado por el protagonismo de los hombres?

En el principio...

Comencemos primero por ver cuál fue el rol de la mujer desde la creación. ¿Cuál era el plan original de Dios?

“Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo». Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra»” (Gén 1, 26-28).

Este texto nos dice muchas cosas, pero principalmente nos muestra que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen. Ambos son imagen de Dios, como una unidad: varón y mujer. El hombre y la mujer tienen cualidades propias de Dios, algunas particulares de la mujer y otras del hombre que, en su unidad, en su comunión, en su complementariedad, hacen a la imagen de Dios. Ninguno separado del otro puede reflejar esa imagen divina.

El hombre y la mujer fueron creados con la misma dignidad y a ambos se les da potestad de dominar sobre los seres vivientes, pero jamás el uno hacia el otro. Cualquier acto de dominio que se haya hecho en la historia, o se haga hoy en día, tanto del hombre hacia la mujer o viceversa, no tiene que ver con el plan de Dios.

La creación de la mujer

Veamos ahora puntualmente cómo fue la creación de la mujer en la Biblia para comprender un poco más sobre de su esencia, su identidad.

“Después dijo el Señor Dios: «No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada». Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales de campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre. El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada. Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre»" (Gén 2, 18-23).

Este texto es bellísimo, pero si no se comprenden ciertos términos en su idioma original, puede dar lugar a malos entendidos. Por eso es importante que lo analicemos en detalle, en especial la palabra “ayuda adecuada”.

Pero antes un breve comentario acerca de por qué la mujer fue creada de la costilla de Adan. Ella no fue sacada ni de una parte inferior, ni de una parte superior, sino del costado, haciendo referencia a esta igualdad que hay entre ellos. Están llamados a existir uno al lado del otro, ninguno por encima del otro.

"La ayuda adecuada" y su verdadero significado

A primera vista, este término puede desconcertarnos, ya que “ayuda”, parece tener un segundo lugar, como alguien que asiste a otro, el secretario para la misión o tarea del otro. Sin embargo, esta palabra significa muchísimo más.

La palabra hebrea que ha sido traducida como “ayuda” es ezer, cuya raíz es “azar”, que significa “rodear”, “proteger”, “defender”, “ayudar”, “socorrer”. Esta palabra no tiene nada despectivo en sí, sino que refleja lo mejor que pueda recibir una persona de otra. El uso de la palabra ezer  en los libros del Tanaj (Antiguo Testamento) muestra que en la mayoría de los casos Dios es un ezer para los seres humanos. 

Esta “ayuda adecuada” por lo tanto, no tiene un rol secundario, sino que es esencial para el hombre. 

Asimismo, la traducción literal del hebreo es “una ayuda contra él”. Esto puede significar, según interpretaciones rabínicas, dos cosas: una ayuda al lado de él, en una comunión que los hará fecundos, o por el contrario, “opuesta a él”, que en ese caso puede llegar a destruirlo.

La mujer puede ser su aliada, o su enemiga, darle luz o tinieblas, elevarlo o disminuirlo, según la manera en que ella se posicione. Y esto lo podemos ver claramente hoy en día y a lo largo de toda la historia de la humanidad.

Cuando no es el amor el que preside la relación entre los seres, sino la desconfianza y el miedo, entra la competencia y la necesidad de dominar al otro.

Este desequilibro en las relaciones trata de desfigurar cada vez más el rol de la mujer y del hombre, llevarlos cada vez más lejos de la armonía y compatibilidad para la que fueron creados.

Ejemplos de mujeres en la Biblia

A continuación vamos a ver, muy brevemente, algunos personajes bíblicos para acercarnos a comprender cuál es el mensaje que Dios nos quiere dar acerca del rol de la mujer.

Rut

Rut logró con su lealtad mostrar una fortaleza y fidelidad únicas. En lugar de tomar los caminos más simples y aparentemente convenientes para ella, se brindó a sí misma para cuidar de su suegra Noemí, sin tener la obligación de hacerlo. Y en este camino de “darse a sí misma” fue que se “encontró a sí misma” y logró cumplir su misión en el mundo. Conoció a su esposo Booz, y ellos fueron más tarde los abuelos del Rey David, de cuyo linaje es el mesías. (Rut es mencionada por Mateo en la genealogía de Jesús, Mt 1,5.)

Ester

Ester utilizó su belleza y su lugar de poder para liberar a su pueblo Israel, quien iba a ser eliminado por un mandato de Aman, el asesor del rey. Su tío Mardoqueo fue esencial en su camino, y fue quien le dijo: “Quizás fuiste hecha reina para este momento" (Est 4, 14). Ella supo aprovechar su posición destacada para llevar la salvación a su pueblo. (Este evento dio origen a la festividad judía Purim, que actualmente se continúa celebrando).

Sara

Probablemente cuando pensamos en Sara lo primero que se nos viene a la mente es que tuvo un hijo de grande y que se rió cuando los tres ángeles le habían anunciado que eso iba a ocurrir. Pero quizás perdemos de vista lo esencial que ella fue para Abraham en su misión y la fe que ella tuvo que tener en su esposo. Cuando Dios le pide Abraham que deje su tierra y sus raíces, para ir a un lugar que Él le mostrará, (Gén 12, 1), Sara lo acompaña. Ella no había tenido esta epifanía, sin embargo creyó en su esposo y ella también tuvo que dejar su casa y sus comodidades para ir a un lugar que aún no sabían cuál sería. Sara apoyó a su esposo incondicionalmente, y seguramente, no sin dificultad, en un proyecto que ella aun no podía percibir lo grande que era.

Judit

Judit utilizó su belleza para seducir al general del ejército que estaba atacando a Israel y lo decapitó obteniendo la victoria para Israel. Fue aclamada como una heroína por el pueblo (Jdt 13).

Jael

Jael (o Yael) es otra heroína del Antiguo Testamento, porque mata a Sísara para salvar a Israel de las tropas de Jabín, rey de Canaán, clavándole una estaca en la cabeza con un mazo (Jue 5, 24-27). 

Débora

Débora también tuvo un rol esencial en la lucha en favor de su pueblo.

Ana

Era una mujer que no podía tener hijos. Nos cuenta la Biblia que suplicó tanto a Dios, y le prometió que si le daba la posibilidad de tener un hijo iba a consagrárselo a Él. Finalmente concibió a un hijo que fue Samuel el profeta que ungió a David como rey (1 Sam).

María

Ya en el Nuevo Testamento encontramos a la mujer más importante y conocida por todos los cristianos. María, en su rol único y privilegiado de ser la madre del Mesías.

¿Qué nos dicen todas estas mujeres?

Cada una de estas mujeres tuvo un rol diferente de las otras. Sin embargo, todas tienen en común el haber cumplido la misión para la que fueron creadas.  Ellas hicieron lo que tenían que hacer. Supieron recorrer el camino que Dios tenía trazado para ellas. No miraron hacia otros o desearon tener otro lugar, sino que siguieron su propio camino, y cada uno fue diferente y original.

Algunas de ellas tuvieron la vocación de engendrar al hijo que iba a cambiar la historia,  o la vocación de acompañar y ayudar a sus maridos en su misión. Otras tuvieron que ser ellas mismas las protagonistas de ese cambio luchando por su pueblo.

Vemos claramente que en la Biblia no hay un rol secundario de la mujer, sino que tuvo personajes femeninos que fueron protagonistas y esenciales en la historia de la salvación.

Asimismo, estas historias nos muestran que no hay una función encasillada para la mujer: ni de madre, ni de esposa ni de guerrera. Cada mujer debe encontrar su verdadera vocación. La razón por la cual existe.

Todos tenemos una razón de ser, no estamos acá por casualidad. Y cuando encontramos nuestro sentido real, verdadero y vivimos fiel a esa vocación, es que podemos sacar lo mejor de nosotros mismos.

“En la búsqueda de la mujer por encontrar una identidad que en realidad no les es propia «pierde su verdadera personalidad», pierde su encanto, no sabiendo verdaderamente para que fue hecha, ni cual es su vocación o misión” (Jo Croissant).

La mujer como luz para otros

Un rol esencial de la mujer es ser luz para los demás. En el judaísmo la mujer tiene la tarea de encender las velas del Shabat (en la ceremonia que da inicio al día Sábado), representando lo primero que Dios hizo en la creación: separar la luz de las tinieblas.

Es la mujer quien tiene esta función única en la familia. Y este encendido de velas es por supuesto sólo un símbolo de todo lo que ella es y debe ser para su familia y su entorno.

Ella es quien ilumina a los demás y los ayuda a resaltar sus virtudes, a potenciar sus talentos, y a dar confianza a quienes la rodean. Y es capaz de hacerlo porque primero lo hizo consigo misma.

La mujer puede ser luz, cuando sabe asumir su verdadera vocación.

No permitamos que nadie extinga nuestra luz otorgándonos roles que no nos pertenecen. Sólo en el interior de cada mujer y en su única y original relación con Dios, es donde puede descubrir su verdadera identidad femenina.

Publicado en el blog de la autora, Judía & Católica.

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