Jueves, 31 de octubre de 2024

Religión en Libertad

«¡Recibid cada comunión como si fuera la primera, la última y la única!»

10 breves sugerencias para preparar mejor el corazón y recibir a Cristo en la Santa Comunión

Sacerdote dando la comunión
Recibir a Cristo a través de la comunión es una gracia incomparable para el católico / Foto: Pobbi Menne (Cathopic)

ReL

Encontrarse con Jesucristo es con mucho la acción más importante en la vida de un cristiano. El católico tiene además la gracia de ya en esta vida poder estar con él y recibirlo. Se puede hacer a través de la Sagrada Comunión en la misa, donde está presente el cuerpo y la sangre de Cristo.

En el Padre Nuestro se reza: “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. Dando una interpretación sacramental a esta frase de esta oración, también significa tener cada día la Sagrada Comunión en el contexto de la Santa Misa.

“Hablando sin exagerar, toda la eternidad no sería suficiente para prepararse lo suficiente para recibir incluso una Santa Comunión. Además, toda la eternidad no sería suficiente para rendir una acción de gracias digna por una Santa Comunión. La razón de esta poderosa afirmación es el simple hecho de que la Sagrada Comunión es realmente Dios; ¡es Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad!”, explica el padre Ed Broom, sacerdote oblato y gran divulgador de cuestiones de espiritualidad católica.

Por eso, en un interesante artículo en Catholic Exchange ofrece diez breves sugerencias con el propósito de ayudar a todos a actualizar, mejorar y perfeccionar la disposición del corazón al recibir al Señor en la comunión:

1. Oración ferviente y humilde: “¡Señor, fortalece mi fe!”

La fe se puede comparar con una semilla; debe ser regada y cultivada. También se puede comparar con el desarrollo de los músculos en el levantamiento de pesas. Si no se hace con frecuencia y metódicamente, el músculo puede degenerar fácilmente en tejido flácido. Por último, se puede comparar con las artes y habilidades del lenguaje. Al descuidar la práctica de un nuevo idioma, el idioma hablado se vuelve fragmentado e incompleto.

Un joven concentrado en misa, ante el altar

"¡Pedid y se os dará!", dijo Jesús. La misa es un momento perfecto para ofrecer al Señor las cargas pesadas y darle gracias por tanto amor / Foto: Exe Lobaiza (Cathopic)

“Así es con nuestra fe, si no la practicamos y ejercitamos, entonces gradualmente se pierde. Dicho esto, debemos recordarnos constantemente que la Eucaristía, ‘la Presencia Real’, es verdadera y sustancialmente Jesús, el Hijo de Dios. Una oración corta pero ferviente que se dice con frecuencia y que puede lograr este objetivo es: ‘Señor, fortalece mi fe’”.

2. Purifica el cristal de la ventana interior de tu alma

San Ignacio de Loyola, así como otros santos, establecen la conexión íntima y estrecha entre estos dos Sacramentos: la Confesión y la Sagrada Eucaristía. El Sacramento de la Confesión o Reconciliación limpia y purifica el cristal interior de la ventana del alma de la suciedad del pecado. Luego, tras recibir la absolución en la que el alma se limpia y se vuelve transparente por la gracia, la recepción de la Sagrada Comunión tendrá una influencia e impacto mucho más poderosa en el alma.

En un alma limpia la luz de Cristo puede brillar con gracias omnipotentes en el alma. Jesús lo expresó claramente: “Bienaventurados los limpios de corazón; porque ellos verán a Dios”.

El sacerdote oblato recuerda: “por supuesto, si uno está en estado de pecado mortal, debe hacer una Confesión sacramental antes de recibir la Sagrada Comunión”.

3. ¡Nunca des por sentado este regalo!

Una tentación muy generalizada para aquellos que tienen fácil acceso a la Misa diaria y la Sagrada Comunión es simplemente dar por sentado al Señor. Como está publicado en la placa en muchas sacristías como un recordatorio para los sacerdotes: “Celebren esta Misa como si fuera la primera, la última y la única”.  Broom asegura este es también un “buen consejo también para los laicos: ¡recibid cada Comunión como si fuera la primera, la última y la única!”.

4. No llegues tarde

¿Llegarías tarde a una cita sumamente importante, con el Papa, el presidente o el jefe en tu nuevo? ¡Por supuesto que no!”, exclama el padre Ed Broom.

Por esto mismo –agrega- “no debemos llegar tarde a la Casa de Dios para el evento más grande del planeta tierra: la celebración del Santo Sacrificio de la Misa. Si siempre llegas tarde, entonces al menos esfuérzate por llegar temprano a la Santa Misa. Como nos recuerda San Ignacio: ‘trata de ordenar el desorden en tu vida’”.

5. Ofrece tus propias intenciones

Normalmente el sacerdote mencionará la intención de la misa al comienzo, a menudo para una persona fallecida, un aniversario o las intenciones de una persona que aún vive. Sin embargo, esto no excluye que cualquiera pueda ofrecer sus propias intenciones privadas. “

Puedes llenar el altar con tantas intenciones como quieras. Dios no tiene límites y ama las almas generosas que le piden mucho. Muchas veces recibimos poco del Señor porque pedimos poco”, recuerda el sacerdote oblato.

6. Intenciones sugeridas

Como se ha dicho en el punto anterior las intenciones son ilimitadas. Se puede pedir o rogar al Señor por cualquier intención. Aún así, se recomiendan encarecidamente tres:

1) rezar por las almas del Purgatorio;

2) rezar por la conversión de los pecadores;

3) ¡rezar por la propia conversión del corazón de uno mismo!

Un sacerdote alza la Hostia, el momento de la elevación en misa

La Eucaristía, donde Cristo se parte y se da por la humanidad, es el mayor regalo para el cristiano / Foto: Cristián Gutiérrez (Cathopic)

7. Participa plenamente

La Constitución Dogmática sobre la Liturgia de los documentos del Concilio Vaticano II,  Sacrosanctum  Concilium (1963) exhorta a los fieles en el contexto de la Misa a  participar plena, activa y conscientemente. En la Misa no se debe ser participantes pasivos, como si se estuviera en una sala de cine, sino como miembros activos del Cuerpo Místico de Cristo.

Ed Broom aclara este punto: “en otras palabras, debemos dar respuestas claras y entusiastas, escuchar atentamente la Palabra de Dios y asimilar la doctrina transmitida a través de la predicación de la Palabra de Dios. No estamos llamados a ser ‘calientabancos’ espirituales, sino a participar activamente en la Misa”.

8. Recibir la Comunión con reverencia

El momento más importante de la misa es la recepción de la Sagrada Comunión. El religioso recomienda “acercarse con humildad, reverencia, confianza y suplicando al Inmaculado Corazón de María la gracia de recibir a Jesús con gran amor, confianza y hambre de santidad”.

9. Acción de Gracias

“Si no tiene obligaciones pendientes, quédate después de la Misa para agradecer al Señor por venir a visitar a este pobre pecador. Toda la eternidad no sería suficiente para preparar nuestra alma para recibir al Señor de Señores y al Rey de Reyes. Además, toda la eternidad no sería suficiente para dar al Señor Jesús una acción de gracias adecuada. San Pablo VI sugiere el Rosario después de la Misa como una excelente manera de agradecer a Jesús en la Sagrada Comunión, a través del Corazón de María”, afirma Ed Broom.

10. Conviértete en un misionero eucarístico como María

Después de haber recibido a Jesús en la Sagrada Comunión y de haber hecho la acción de gracias recomienda imitar a María que, después de recibir a Jesús en su Corazón en la Anunciación, se apresuró a llevar a Jesús a su prima Isabel en su necesidad. “¡Por lo tanto, lleva la presencia de Jesús a los demás! También esfuérzate por traer de vuelta al redil a las muchas ovejas perdidas y descarriadas, de regreso al Buen Pastor, de regreso a la Iglesia Católica y sus Sacramentos”, concluye.

(Este artículo se publicó por primera vez en ReL el 30 de enero de 2022).

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