Jueves, 09 de mayo de 2024

Religión en Libertad

Carta del Delegado Pontificio con motivo de la Navidad

De Paolis revela algunas claves del trabajo de elaboración de las nuevas constituciones de la Legión

"No son las ideas de uno o de otro las que han de prevalecer o alcanzar el éxito. Se trata de ponerse a escuchar la voluntad divina, en la escuela de la Iglesia".

Gilberto Pérez/ReL

Monseñor Velasio de Paolis
Monseñor Velasio de Paolis

El Delegado Pontificio de la Legión de Cristo, cardenal . Velasio De Paolis, delineó algunas claves del proceso de elaboración de las nuevas constituciones del instituto en una carta dirigida a los legionarios y al Regnum Christi con motivo de la Navidad y el Año Nuevo.

Un trabajo de todos
El purpurado, que ya ha nombrado a los miembros de la comisión que llevará a cabo la redacción del nuevo texto que regirá la vida de la congragación, señala que "se trata de un trabajo de extremada importancia, al cual todos están llamados a participar activamente, según las propias posibilidades y el propio rol".

Más adelante reitera el llamado a la corresponsabilidad de todos los miembros del instituto asegurando que "el resultado depende de la colaboración de todos, y será certificado por un capítulo general extraordinario y luego por la aprobación de la Santa Sede".

No se trata del triunfo de unas ideas sobre otras
Para De Paolis se trata asimismo de "un trabajo que exige libertad interior y discernimiento, para dar la propia adhesión a la voluntad divina".

"No son las ideas de uno o de otro las que han de prevalecer o alcanzar el éxito. Se trata de ponerse a escuchar la voluntad divina, en la escuela de la Iglesia, para releer correctamente la historia del Instituto y de la propia vocación, para escoger lo mejor según el designio de Dios", puntualiza el Delegado Pontificio.

La carta
Roma, 10 de diciembre de 2010

Queridos hermanos y hermanas en el Señor
de la Legión de Cristo y del movimiento Regnum Christi:

A todos envío una felicitación cordial y fraterna por la Navidad y por un feliz año nuevo, de mi parte y de todos los consejeros que me acompañan en mi tarea como Delegado Pontificio.

Este año, la Navidad marca una etapa importante del camino que estamos recorriendo juntos. Ya nos hemos dicho muchas cosas. También nos hemos encontrado personalmente, con todos hemos tenido una comunicación profunda, porque está fundada en la fe común en el Señor que nos acompaña. Lo reconocemos como nuestro Salvador, que nos salva liberándonos de las malas raíces que todavía hay en nosotros y nos dona la vida nueva de hijos de Dios.

La noche de Navidad escucharemos resonar, dondequiera que nos encontremos, las palabras maravillosas del canto de los ángeles en la gruta de Belén: «Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz en la tierra a los hombres que él ama». ¡Nosotros estamos en la tierra! Pero no podemos permanecer cerrados en el horizonte de la tierra, pues fácilmente quedaremos hundidos en las tinieblas. Estamos llamados a mirar a lo alto, al cielo, donde contemplamos el rostro de Dios Padre que nos ama y nos regala su paz. El acto supremo de su amor es el don de su Hijo, Jesucristo, que se hace nuestro hermano para donarnos la vida divina; entra en nuestra historia para que nosotros podamos entrar en la historia de Dios; entra en el tiempo, para que nosotros podamos abrirnos a la eternidad. En el rostro del amor de Dios que brilla en el rostro de Jesús, Verbo Encarnado, tenemos el horizonte en el cual nos colocamos y retomamos alegremente nuestro camino.

Junto a las felicitaciones, quisiera agradecer a todos los que han querido comprometerse a seguir el camino de fraternidad, de renovación y de reconciliación que hemos emprendido, dando su contribución positiva para una mayor comprensión, aceptación y construcción de la comunidad; sobre todo a quienes han sabido comprometerse para hacer crecer el clima de fraternidad y de confianza, ofreciendo, allí donde haya sido necesario, el perdón, como hijos de Dios que imitan a su Padre celestial.

En particular, agradezco a todos los que con confianza se han comprometido a contribuir en la renovación del Instituto, enviando sus sugerencias y propuestas. En estos días se ha iniciado –con la constitución de la comisión para la revisión de las Constituciones– la tarea principal que estamos llamados a realizar, según las indicaciones del Santo Padre. Se trata de un trabajo de extremada importancia, al cual todos están llamados a participar activamente, según las propias posibilidades y el propio rol.

De esa comisión formarán parte no solo el Delegado Pontificio, como Presidente, sino también dos de sus consejeros, expertos en vida consagrada (el P. Gianfranco Ghirlanda y el P. Agostino Montan). El resultado depende de la colaboración de todos, y será certificado por un capítulo general extraordinario y luego por la aprobación de la Santa Sede.

Es un trabajo que exige libertad interior y discernimiento, para dar la propia adhesión a la voluntad divina. No son las ideas de uno o de otro las que han de prevalecer o alcanzar el éxito. Se trata de ponerse a escuchar la voluntad divina, en la escuela de la Iglesia, para releer correctamente la historia del Instituto y de la propia vocación, para escoger lo mejor según el designio de Dios. Se nos llama, como a María Santísima, la Madre de Jesús, a ver todo, a recoger todo en el propio corazón, releer todo a la luz del misterio de Dios. El objetivo final es el de ser libres para decir prontamente nuestro sí, como María. El Señor entrará en nosotros para tomar posesión de nuestra vida, en la medida en que encuentre abiertas las puertas de nuestro corazón. Así se instaurará el Reino de Cristo en nuestro corazón y en la vida de la Legión, que será verdaderamente de esa manera la Legión de Cristo. Os deseo todo el bien en el Señor y os bendigo a todos y a cada uno, unidos en la oración junto al altar del Señor,

Velasio Card. De Paolis, C.S.
 

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