Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

El aventurero leía a San Francisco Javier en sus viajes

Miguel de la Quadra-Salcedo ha muerto: le gustaba la misa en latín y combatió el materialismo

Miguel de la Quadra Salcedo estaba convencido de que la fuerza espiritual de Occidente hoy vive en Iberoamérica
Miguel de la Quadra Salcedo estaba convencido de que la fuerza espiritual de Occidente hoy vive en Iberoamérica

ReL

Ha muerto en esta madrugada de viernes Miguel de la Quadra Salcedo, el más famoso aventurero español de la época de la televisión. Tenía 84 años.

Fue un gran deportista: consiguió 14 récords nacionales y 15 títulos nacionales de lanzamiento de peso, disco y martillo e inventó un método de lanzamiento de jabaline con el que superó en 20 metros el récord mundial en 1956 (pero las autoridades no homologaron el récord alegando peligrosidad para el público). Participó como lanzador en los Juego Olímpicos de 1960.

Después fue uno de los grandes reporteros-aventureros de Televisión Española en los años 60, 70 y 80. En las guerras africanas de los años 60, estuvo condenado a muerte por filmar el fusilamiento de 300 prisioneros en el Congo. Cubrió el golpe de estado contra Allende, estuvo en la guerra de Vietnam, vivió con los indígenas de la Amazonia, y formó un equipo con profesionales de la talla de Manu Leguineche, Jesús González Green, César Pérez de Tudela o Félix Rodríguez de la Fuente.



En su última etapa como periodista televisivo, Miguel de la Quadra Salcedo lideró la Ruta Quetzal, que llevaba jóvenes de España e Iberoamérica a descubrir las maravillas a menudo ignotas de sus países. Se sentía orgulloso que crear la «Ruta BBVA», declarada de interés universal por la UNESCO.

En septiembre de 2007 habló de su visión de la fe y la espiritualidad en una entrevista con Gonzalo Altozano en la ya desaparecida revista Alba. La recuperamos por su interés.

- Dice que no le gusta definirse, que cuando sea mayor, verá qué quiere ser. Mientras llega el día, ¿se reconoce católico practicante?
-Católico, sí, desde niño, me viene de familia; practicante, cuando puedo.

-Lo dice porque debe de ser difícil encontrar una iglesia abierta un domingo en el Tíbet, ¿no?
-Pero hay monasterios budistas. Yo he rezado en ellos. Y lo mismo en mezquitas. El lugar es lo de menos, importa el recogimiento.

-¿No es eso religión a la carta?
-En absoluto. No digo que sea seguidor de Buda o Alá. Hablo de espiritualidad, algo que queda fuera de nuestra sociedad de consumo y que, sin embargo, debería ser obligatorio.

-¿El siglo XXI será espiritual o no será?

-La gran pelea es entre espiritualidad y materialismo. A los chavales de la Ruta Quetzal les digo que para ser felices tienen que olvidarse del “tienes poco, gana más”, que hemos de pasar del Estado de bienestar al estado de austeridad, como mis amigos los esquimales o los hombres del desierto.



-¿Deja sitio la aventura a la oración?
-Una vez llevé a los chicos a Leyre, a la sierra de Errando, donde san Virila, que tenía dudas de la eternidad, pasó -sin darse él cuenta- trescientos años escuchando el canto de un pajarito. A los chicos les pedí que pensaran en aquel milagro. ¡Fíjese si rezaron!

-¿Y usted reza?
-A las Molucas me llevé las cartas que Francisco Javier escribió desde allí a la Compañía y a Ignacio de Loyola. Leer y releer aquellas historias… eso también es rezar.

-Ha sido plusmarquista olímpico. De todos los santos atletas, ¿cuál es su favorito?
-Francisco Javier, que cuando estaba en la Sorbona, era el que más corría y saltaba.

-Dice el aventurero Tom Kallene que no hay mayor aventura que la fe.
-Es verdad. Ahí está el viaje al interior de su alma que Ignacio de Loyola hizo en las cuevas de Manresa.

-Se le ve muy de la Compañía.
-Es que soy muy jesuítico: estudié en un internado de los jesuitas.

-También ha sido explorador. ¿Algún descubrimiento ad maiorem Dei gloriam?
-Un amigo polaco que vive en Bolivia descubrió una ópera de las misiones compuesta por indígenas en la que Francisco Javier canta y contesta Ignacio de Loyola. Contribuí informando del hallazgo al Gobierno navarro.

-Me da que el motu proprio de Benedicto XVI no le ha entusiasmado.
-¡Pero qué dice! Pocas cosas me han alegrado tanto.

-¿Y eso?
-La misa en latín me dice algo. En cambio, cuando es en español me detengo demasiado en lo que dice el cura, y me parece poco misterioso, muy de este mundo. Hay que rodear las cosas de misterio.

-O sea, que a partir de ahora irá más a misa.
-Sí, con mi misal bilingüe.

-Le da importancia al misterio. ¿Y al silencio?

-Claro, más ahora que todo es ruido, hasta en la hora de la cena, donde la televisión ha sustituido al padre.

-Ha viajado por todo el mundo. ¿Sabe dónde queda la reserva espiritual de Occidente?
-En Iberoamérica. Es ahí donde se conservan nuestras costumbres. Los inmigrantes que vienen de allí nos están enseñando cómo éramos.

-Va por la calle y ve a un señor mayor al que ayuda a andar un extranjero. ¿Qué piensa?
-Que no hay derecho, que tendría que ser su nieto el que lo hiciera. Los abuelos tienen que morir en su casa y con el cariño de la familia. Pregunte a un iberoamericano o a un gitano si llevaría a sus mayores a un asilo.

-¿Qué es para usted la familia?

-Una universidad, la mejor.

-Veníamos a hablar de Dios y hemos terminado haciéndolo de la familia.
-Es que si no hay raíces, si no hay familia, no hay cultivo para hablar de Dios.




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