Jueves, 18 de abril de 2024

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Martín Lutero y la Virgen María

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 Martín Lutero

Su nombre original fue el de Martín Luder, cuyo nombre cambió posteriormente a Martín Luther, con el cual es conocido en alemán. Nació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben, falleciendo el 18 de febrero de 1546 en la misma ciudad alemana.

Martín Lutero fue un teólogo y fraile católico agustino que comenzó la reforma religiosa en Alemania, y en cuyas enseñanzas se inspiró la Reforma Protestante y la doctrina teológica y cultural denominada ‘luteranismo’.

Lutero se caracterizó por exhortar a que la Iglesia Católica regresara a las enseñanzas originales de la Biblia, impulsando con ello a una reestructuración de las iglesias cristianas en Europa. La reacción de la Iglesia Católica ante la reforma protestante fue denominada ‘Contrarreforma’.

En el año 1507 fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a enseñar Teología en la Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de Bachiller en Estudios Bíblicos el 9 de marzo de 1508. El 21 de octubre de 1512 fue aceptado en el Senado de la Facultad de Teología, recibiendo el título de ‘Doctor en Biblia’. En 1515 fue nombrado Vicario de la Orden Agustina, quedando bajo su cargo once monasterios. Durante esa época Martín Lutero estudió griego y hebreo para poder profundizar en el significado y matices de las palabras utilizadas en la Sagradas Escrituras, conocimiento que posteriormente utilizaría para la traducción de la Biblia Judía.

Su disconformidad con la Iglesia

Además de sus deberes como profesor, Martín Lutero sirvió como predicador y confesor en la iglesia de Santa María de la ciudad. También predicaba habitualmente en la iglesia del palacio, llamada también ‘de todos los santos’, debido a que tenía una colección de reliquias donde había sido establecida una fundación por Federico III de Sajonia. Fue durante este periodo cuando el joven sacerdote se dio cuenta de los efectos de ofrecer indulgencias a los feligreses.

Una indulgencia es la remisión parcial o total del castigo temporal que aún se mantiene por los pecados después de que la culpa ha sido eliminada por absolución. En aquella época, cualquier persona podía comprar una indulgencia, ya fuera para sí misma o para sus parientes muertos que permanecían en el Purgatorio. El fraile dominico Johann Tetzel había sido reclutado para viajar por los territorios episcopales de Alberto de Brandeburgo (arzobispo de Maguncia) vendiendo indulgencias. Con el dinero obtenido por dicho medio, se esperaba financiar la edificación de la basílica de San Pedro en Roma, Italia, y comprar un obispado para Alberto de Hohenzollern.

Lutero vio este tráfico de indulgencias no sólo como un abuso de poder, sino como una mentira que, no teniendo base en las Escrituras, podría confundir a la gente y llevarla a confiar solamente en la mentira de las indulgencias, dejando de lado el sacramento de la confesión y el arrepentimiento verdadero. Lutero predicó tres sermones contra las indulgencias en 1516 y 1517. Pero su enojo siguió creciendo y, según la tradición, el 31 de octubre de 1517 fueron clavadas las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica en lo que las indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no cuestionaba directamente la autoridad del Papa para conceder indulgencias.

El Papa León X ordenó en 1518 al profesor dominico de teología Silvestre Mazzolini investigar el tema. Éste denunció que Lutero se oponía de manera implícita a la autoridad del Sumo Pontífice, al mostrar desacuerdo con una de sus bulas, por lo que declaró a Lutero hereje y escribió una refutación académica de sus tesis. En ella mantuvo la autoridad papal sobre la Iglesia y condenó cada ‘desviación’ como una apostasía. Lutero replicó de igual manera y se desarrolló una controversia.

El Papa advirtió a Martín Lutero el 15 de junio de 1520, con la bula Exsurge Domine, de que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un plazo de sesenta días repudiara 41 puntos de su doctrina, seleccionados de sus escritos. Cumplido dicho plazo, se rumoreaba que Mazzolini había llegado a Meissen con una prohibición papal, la cual se pronunció realmente el 21 de septiembre. En octubre de 1520 Lutero envió su escrito ‘En la Libertad de un Cristiano al Papa’, añadiendo la significativa frase: ‘Yo no me someto a leyes al interpretar la palabra de Dios’. El 12 de diciembre Lutero arrojó personalmente al fuego la bula, y el Papa León X excomulgó a Lutero el 3 de enero de 1521 mediante la bula ‘Decet Romanum Pontificem’.

Lutero habla de la Virgen María

En sus sermones y escritos Martín Lutero siempre dio muestras de su fidelidad a Dios. Pareciera que por sus diferencias con el Vaticano, Lutero habría modificado su fe, pero los textos dejados por él sobre la Virgen María muestran que no fue así. Los siguientes son algunos de los pensamientos que Lutero dedicó a la Virgen María:

La veneración de María está en las profundidades del corazón. (Sermón, 1 de septiembre de 1522)

Ella es la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo...ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aún cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras. (Sermón, Navidad 1531)

Ninguna mujer es como tú. Tú eres más que Eva o Sara, bendita sobre toda nobleza, sabiduría y santidad. (Sermón, Fiesta de la Visitación, 1537)

Cada uno tendría que honrar a María tal como ella misma lo expresó en el Magníficat. Ella alabó a Dios por sus obras. ¿Cómo podremos entonces nosotros alabarla? El verdadero homenaje de María es en honor de Dios, la alabanza de la Gracia de Dios...María nada es por su propio mérito, sino por el mérito de Cristo...María no desea que vayamos a ella sino a través de ella hacia Dios. (Explicación del Magníficat, 1521)

Es consuelo y sobreabundante bondad de Dios que el hombre pueda exultar en semejante tesoro: María es su verdadera Madre... (Sermón de Navidad, 1522)

María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente fue quien reposó en su regazo...Si Él es nuestro, debiéramos estar en su lugar; ya que donde Él está debemos estar también nosotros y todo lo que Él tiene debe ser nuestro, y su madre es también nuestra madre. (Sermón de Navidad, 1529).

Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado. (Sermón: sobre el día de la Concepción de la Madre de Dios, 1527).

Ella es llena de gracia, proclamada ser enteramente sin pecado. Para que la gracia de Dios la llenara con todo bien e hiciera que ella libre de todo mal. (Libro de oración personal, 1522).

La humanidad ha resumido toda su gloria en una sola frase: la Madre Dios. Nadie puede decir algo más grande de ella aunque hablara tantas lenguas como hojas hay en los árboles. (Comentario al Magníficat.)

El editor luterano Jaroslav Pelikan agregó sobre Martín Lutero: ‘Lutero ni siquiera consideró la posibilidad de que María pudiera tener otros hijos además de Jesús. Esto es consistente con la aceptación durante toda su vida de la idea de la virginidad perpetua de María’. (Pelikan, v. 22:214-5).

Conclusión

Cabe destacar que Martín Lutero, personalmente, no fundó la iglesia luterana como una institución, ni planeaba que sus enseñanzas derivaran en una nueva denominación cristiana. Por el contrario, expresó, con sus propias palabras, su deseo de que eso no ocurriera, cuando declaró:

‘Ruego por que dejen mi nombre en paz. No se llamen así mismos ´luteranos´, sino Cristianos. ¿Quién es Lutero?, mi doctrina no es mía. Yo no he sido crucificado por nadie. ¿Cómo podría, pues, beneficiarme a mí, una bolsa miserable de polvo y cenizas, dar mi nombre a los hijos de Cristo? Dejen, mis queridos amigos, de aferrarse a estos nombres de partidos y distinciones; fuera a todos ellos, y dejen que nos llamemos a nosotros mismos solamente cristianos, según aquel de quien nuestra doctrina viene’.

Momentos antes de su muerte, Martín Lutero pidió recibir la Sagrada Comunión.

Bibliografía

Atkinson, James - Lutero y el nacimiento del protestantismo.

Fliedner, Federico - Martín Lutero: su vida y su obra.

Moreno, Alfonso María - Martín Lutero: historia de una rebeldía.

O´Neill, Judith - Martín Lutero.

 

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