La vocación a la virginidad consagrada

EVOLUCIÓN DE LA VIDA CONSAGRADA

La Iglesia ha sido consciente de que debía responder adecuadamente a la nueva situación histórica. Y como sucede en todo ser vivo, la necesidad fue creando el órgano. La situación actual no es de estabilidad sino de dispersión, intercomunicación, trasiego, movilidad... Hoy los centros de interés son distintos, aparte del fenómeno migratorio ¿Dónde y cómo situar hoy la vida consagrada? Ante la nueva realidad del mundo, el Espíritu va abriendo nuevos caminos de consagración que, sin anular los anteriores, los complementen en cuanto a variedad y eficacia en el testimonio y en la acción apostólica.
 
CONSAGRACIÓN VIRGINAL
Antes de tratar directamente de las Vírgenes Consagradas, quiero recordar algunas ideas que ya indiqué es estos artículos vocacionales. Son muchos los caminos que arrancan de la consagración bautismal, y aunque todos tienen el mismo origen, llevan a metas o, mejor, a realizaciones distintas. Uno de estos caminos es la consagración por la que, los consagrados aceptan la invitación de Jesús a seguirle asumiendo como propia su misión de salvar a todos los hombres. Es lo que dice el Vaticano II con respecto a los consagrados: "Han dedicado su vida entera al divino servicio, lo que constituye una peculiar consagración, que radica íntimamente en la consagración bautismal y la expresa más plenamente" (Perf. Char. 5).

Su radicalidad está basada en la plena disponibilidad y dedicación a trabajar por el Reino sin dependencias ni vinculaciones, expresando así con más transparencia su dimensión de universalidad.

Es cierto que cualquier tipo de vida cristiana apunta hacia estos objetivos y ha de estar abierto a ellos. También el matrimonio, pues la familia ha de estar abierta hacia este proyecto del Padre. Pero la virginidad no sólo apunta hacia ahí y está abierta a este proyecto, sino que lo hace suyo.
 
Lo explico un poco. La disponibilidad no la actuamos todos de forma permanente, sino a medida que se van presentando las circunstancias. Cuando se nos presenta la ocasión de cualquier renuncia, el consagrado no se limita a aceptar las situaciones difíciles cuando se le presente la ocasión. Se sitúa en estado de conflicto permanente, para dedicarse en exclusiva a los intereses del Reino. Esto le supone la renuncia extendiéndola a muchos valores a los que no tiene por qué renunciar un bautizado, como es el amor esponsal humano.
 
El cristiano ha de vivir esta disponibilidad absoluta como actitud interior. El consagrado debe vivirla de forma permanente como "profesión". El cristiano "vive para Dios". El consagrado debe vivir "únicamente para Dios", es decir, que Dios no es sólo el fin último sino también "el fin inmediato". Por eso, habría que distinguir entre "ir a Jesús" e "irse con Jesús". Ir a Jesús es una vocación que hemos recibido todos. Pero el irse con Jesús es una vocación que sólo algunos hemos tenido. Es la vocación del "sígueme", palabra como mágica que Jesús pronunció algunas veces durante su vida cuando llamó a algunos a irse con Él, para estar donde Él, y para hacer lo que Él.
 
ORDEN DE LAS VÍRGENES
Últimamente, desde el Concilio, se resucita la virginidad consagrada, sin necesidad de pertenecer a ninguna institución ni asociación. Es el Ordo Virginum de la Primitiva Iglesia: vírgenes consagradas al Señor, sin más. Y a trabajar donde creen que hacen falta. Este tipo de consagración viene recogido por el Código y por el Catecismo, y ya se está introduciendo en algunas diócesis.
 
UN EJEMPLO SOBRE LAS DISTINTAS VOCACIONES
Jesús quiere unir a todos los hijos dispersos. Para ello ha dado ya su vida; no puede dar más. Se ha desposado con la Iglesia y ésta debe relacionarse con Él como esposa, amándole como tal y cumpliendo la misión que Jesús ha recibido del Padre de reunir a todos sus hijos.

A) EL CONSAGRADO CONTEMPLATIVO. Lo que hace como tal, es estar junto a Jesús, como la esposa está con el esposo. Le escucha, le habla, le admira, le da gracias, le alaba, lo contempla, le pide... Simplemente, que está con Él.

B) EL RELIGIOSO DE VIDA ACTIVA. El esposo anima a su esposa y la envía como diciéndole: cuida de nuestros hijos; de los de dentro y de los de fuera. Que todos vean la vida de familia que llevamos en la casa, que vean que nos queremos, que se sientan queridos, que hay amor entre todos; enséñales cómo es nuestra vida de familia; que lo vean y que se sientan atraídos a vivir en nuestro clima fmiliar.

C) EL MIEMBRO DE UN INSTITUTO SECULAR. El esposo envía a su esposa a encontrarse con los hijos que están fuera de la casa. Viene como a decirle: estate con ellos; sé como ellos; vive como ellos; estad atentos a captar cuáles son las dificultades que tienen para desarrollar la vida familiar y que vean cómo las solucionas tú; sobre todo, que se sientan queridos; que tu ayuda les haga percibir que hay una familia que les quiere; ve a las escuelas, o a las madres solteras, o a las aldeas, o a las barriadas, o a las chicas del arroyo... Es la esposa actuando por medio de los Institutos Seculares.

D) LA VÍRGEN CONSAGRADA. El esposo le dice a la esposa lo mismo que en el caso anterior, pero no le señala ningún campo concreto. Viene como a decirle: He puesto a los obispos como responsables de mi familia. Ayúdales en lo que puedas, en lo que sea, para que con tu ayuda puedan llegar a todos mis hijos y dedícate en exclusiva a eso. Es la esposa actuando por medio del Orden de las Vírgenes.
 
La actitud que se describe en cada uno de los cuatro estamentos no es que sea exclusiva de cada uno de ellos, porque la esposa hace de todo; se trata del acento que cada uno ha de poner para que, con la colaboración de todos los carismas, surja la gran esposa sin mancha ni arruga que es la Iglesia.
 
Dejémonos de cuestiones como la de quién es más perfecto y hagámonos pequeños y servidores, como nos dijo Jesús, si queremos ser los mayores. Porque, en definitiva, ¿quién es mejor? El que mejor hace lo que debe hacer. No lo olvidemos.

José Gea


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