Viernes, 19 de abril de 2024

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La ofrenda del día de Santiago

por Un obispo opina

Hace unos años, cuando yo estaba de obispo en Mondoñedo Ferrol, asistía todos los años a la fiesta del apóstol y no me perdía la noche de fuegos ni, claro está, la misa solemne en la catedral. Un delegado real o el mismo rey hacían la ofrenda al Apóstol, a la que contestaba el Arzobispo. Y al final, el vuelo del botafumeiro, perfumando con el olor de incienso las naves de la catedral. Todo muy bonito.

Este año he visto la misa por televisión. El delegado regio se centró mucho en los peregrinos, con un discurso bien estructurado sobre el camino de Santiago, y el Arzobispo hizo una homilía muy buena, preciosa y actual. No obstante, ofrenda y homilía no iban en la misma línea. El delegado regio daba por supuesta la religiosidad. y el Arzobispo lo centraba todo en Jesucristo, claro está, y muy bien. Se me ocurrió escribir unas letras uniendo camino de Santiago con camino de fe que recorremos todos los cristianos uniéndonos a Jesucristo ya que Él dice de sí mismo que es el camino, la verdad y la vida. Éste es el artículo  en que intento unir el peregrinar por el camino de Santiago con el peregrinar hacia Dios por el camino que es Jesús.

El peregrino a Santiago piensa constantemente en la meta hacia la que camina. El cristiano piensa constantemente en Jesús a quien ve como meta de su vida.

El peregrino a Santiago camina con otros peregrinos. El cristiano camina con otros; nunca está solo porque sabe que con él camina Jesús y otros hermanos.

El peregrino a Santiago rompe de momento con su estilo de vida normal y corriente. El cristiano rompe con un estilo de vida propio del hombre viejo y vive una vida nueve de amor junto con Jesús.

El peregrino a Santiago se priva de muchas cosas y sufre carencias. El cristiano se priva de todo aquello que le impide vivir una amistad íntima y seria con Jesús. Jesús llega decirnos: Quien ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí.

El peregrino a Santiago puede ser influenciado por alguien, de modo que al final del camino puede cambiar su vida. El cristiano que sabe ver en su vida un peregrinaje hacia la meta que es el cielo, está constantemente bajo la mirada y el cariño de Jesús que le anima y ayuda a seguir adelante.

El peregrino a Santiago piensa comunicar cuando vuelva, sus impresiones del camino. El cristiano, consciente de que su vida es un caminar constante hasta el final, comunica su vivencia de amistad con Jesús con quienes se encuentra en el camino de la vida.

El cristiano es consciente de aquello que dijo Jesús: yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Y es consciente también de  que “de él, por él y para él existe todo. ¡A él la gloria por los siglos! Amén" (Rom. 11, 36).

Para mí, aquello que dijo el poeta: caminante, no hay camino, se hace camino al andar, yo diría más bien: caminante, sí hay camino, pero es angosto y hay que tener agallas para recorrerlo. Aunque para eso cuentas con el Señor como dijo San Pablo: todo lo puedo con Aquél que me conforta.

¡Qué bonito sería que los que hacen el camino hiciesen también el otro camino hacia el Padre por medio de Jesús, nuestro rey y salvador!

José Gea
 
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