Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

La argentina Gabriela Caballero

La historia de la presa que prepara las hostias de la Eucaristía para el Papa desde la cárcel

El padre Jorge junto a Gabriela Caballero
El padre Jorge junto a Gabriela Caballero
Desde los primeros días de su pontificado, Papa Francisco quiso manifestar concretamente su cercanía hacia los presos. Una atención que se inserta en la estela de sus predecesores, desde Juan XXIII, que visitaba a los prisioneros de la cárcel romana Regina Coeli, hasta Benedicto XVI, cuyo diálogo con los prisioneros de Rebibbia se recuerda como una de las páginas más bellas y conmovdoras de su pontificado.

Los presos y Cristo
Como se sabe, Francisco quiso celebrar la misa del Jueves Santo en la cárcel para menores de Casal del Marmo, y en más de una ocasión ha citado (incluso en Twitter) el pasaje del evangelio de Mateo (25) en el que Jesús afirma que toda atención a los pobres, a los que sufren, a los hambientos y sedientos, a los presos era como si fuera destiana a él mismo.

Una presa que prepara hostias
Desde Argentina llega la historia de otra prisionera que está en contacto con Papa Francisco. Es Gabriela Caballero, de 38 años, y preparó las hostias que usó el Pontífice para la misa en Santa Marta.

Gabriela se encuentra detenida desde 2010 en la unidad 47 de la estructura penitencial “San Martín”, cerca de Buenos Aires, y todavía debe cumplir su condena de siete años.

Los hostias con que celebra el Papa Francisco
Una cárcel que alberga a una población de 1300 personas detenidas. Francisco supo de Gabriela y de su pequeña actividad durante el desayuno del 16 de julio pasado con el obispo de San Isidro, monseñor Óscar Vicente Ojeda. El religioso cuenta: «En el primer desayuno le hablé de Gaby, le entregué la carta y las fotos que había mandado sobre el taller de hostias. Él se quedó muy impactado por el sentido de que esta chica hiciera las hostias con que nosotros celebramos la misa».

El Papa pide a la presa que rece por él
Francisco, según el obispo, habría tomado el paquete y se lo habría llevado en privado. Al tercer día de visita, cuando tuvo la audiencia formal, escribió en su despacho una carta en agradecimieto por el gesto. El 18 de julio el Papa celebró la primera misa con algunas de estas hostias y el 19 escribió una breve carta para agradecer a Garbiela.

El obispo Ojeda observó: «Lo que más me impactó de la carta que el Papa le mandó a Gabriela fue que le dijera que se siente seguro de que ella rece por él. Me pareció muy profundo que el Papa se sienta seguro de la oración de una persona que está insegura, que está privada de su libertad. Es una paradoja, pero está seguro de la oración de alguien que está sufriendo».

Gabriela ha podido dar solamente una entrevista, al lado de su “ángel custodio”, el capellán de la cárcel, padre Jorge García Cuerva, y en ella recordó que fue justamente el sacerdote el que le comunicó telefónicamente que el Papa había respondido con una carta personal. «Yo conozco a mons. Ojeda –dijo la mujer- porque a menudo viene a encontrarnos. Cuando supe que iba a ver al Papa no tuve ninguna duda: era la ocasión para donar al Papa algunas de nuestras hostias artesanales y algunas fotografías» del lugar en el que las prepara.

Una sorpresa... la respuesta del Papa
Cuando el periodista Daniel Rojas Delgado le preguntó si esperaba una respuesta, Gabriela le dijo: «Sinceramente no me imaginé que me habría respondido. No quería hacerme ilusiones. Le escribí al Papa una carta... y mis compañeras me decían: “el Papa te va a responder. Él responde a todas las cartas. Este Papa quiere llegar a todos y a todas partes. Quiere estar cerca de la gente, del pueblo, y nosotras somos pueblo”».

La felicidad de Gabriela
Gabriela, en la entrevista cuenta la historia de su “laboratorio” en donde trabaja con sus compañeras de celda. Subrayó en esa ocasión que «usamos máquinas y equipo muy viejos. Son utensilios que nos ha prestado unas religiosas. Nuestras hostias son artesanales porque son hechas con estos fierros. No hay nada digital, como se usa hoy. Y salen grandes o pequeñas, pero luego hacemos el corte preciso».

Y, volviendo a la carta del Papa: «Me hizo feliz saber que era una respuesta solo para mí. Leer “querida Gabriela” fue un golpe para mí, privada de la libertad y en un lugar con tantas horas oscuras. Estoy feliz de saber que desde una cárcel se puede llegar al Vaticano».

Esta es la carta del Papa para Gabriela:
“Querida Gabriela: Monseñor Ojea me trajo su carta. Le agradezco la confianza… y las hostias. Desde mañana celebraré misa con ellas y le aseguro que me emociona. Su carta me hizo pensar, y con esto me lleva a rezar por usted… pero me alegra y da seguridad que usted rece por mí. La tendré cercana. Gracias de nuevo por escribirme y por mandarme las fotos: las tendré delante de mí en el escritorio. Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa la cuide. Cordialmente. Francisco”.
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