Salen a la luz datos de la investigación
La foto del «topo» del Papa: Paolo Gabriele, «piadoso y discreto, siempre tan amable...»
¿Cuál fue su error? Algunos de los documentos jamás habían salido del apartamento privado del Papa.
Paolo Gabriele ha pasado su segunda noche en la celda de seguridad de la Gendarmería del Vaticano. Es hasta ahora el único detenido por la filtración de cientos de documentos reservados de la Santa Sede. Los jueves del pequeño estado pontificio tendrán que decidir ahora si pedir a Italia su procesamiento, con una posible pena que alcanzaría los treinta años de prisión.
La sorpresa en el entorno más próximo de Benedicto XVI es total. Gabriele, de 46 años, es muy querido y las personas a quienes se les pregunta estos días, informa la agencia Apic, no salen de su asombro y le colman de elogios estupefactos: "Amigo de todos", "piadoso y discreto", "siempre tan amable"...
Pero lo cierto es que los indicios que apuntan a él parecen sólidos, tal como los recogen la agencia Agi o el vaticanista Marco Tosatti.
Al parecer, el principal error del soplón o topo ha sido filtrar documentos que no habían salido aún del apartamento pontificio, camino de la Secretaría de Estado.
Al principio las investigaciones emprendidas tuvieron éxito, pero tras las denuncias del entonces secretaro general del Gobierno de la Santa Sede, monseñor Carlo María Viganò, removido de ese cargo para ser ahora nuncio en Washington, la pista parecía perdida porque tropezaba con el entorno más próximo al Papa.
Fue entonces cuando Benedicto XVI designó una comisión de tres cardenales, presidida por el cardenal Julián Herranz, para determinar las personas con acceso a la mesa de la Secretaría de Estado. El área de sospecha se redujo cuando se descubrió que algunas cartas ni siquiera habían llegado a ella.
El interrogatorio de ese último círculo de la casa pontificia, conducido por la Gendarmería bajo la dirección purpurada, halló algunas contradicciones en las afirmaciones de Paolo Gabriele, mayordomo del Papa, así que se dio orden de registro de su domicilio, fuera de los muros del Vaticano, donde se han hallado los documentos comprometedores que condujeron a su detención.
Parece ser que algunas fuentes de la investigación descartan el móvil económico, y apuntan a un deseo de hacer daño a la cabeza de la Iglesia. Y entonces, concluye Tosatti, el Papa ha estado sometido "a riesgos aún más graves".
Según explica Giacomo Galeazzi en Vatican Insider, Gabriele era el laico más cercano al Pontífice. La denominada familia pontificia la componen nueve personas: su secretario personal, Georg Gaenswein; su segundo secretario, Alfred Xuereb; el propio hermano del Papa, Georg Ratzinger; cuatro religiosas (Loredana, Carmela, Cristina y Rosella); una ayudante para escritura, Birgit Wansing; y el mayordomo, Paoletto, ahora en la picota.
Paoletto era quien cada mañana ayudaba al Papa a vestirse, le ayudaba en la misa que celebraba en su capilla privada y le acompañaba en todas las audiencias públicas y privadas y en los viajes. Le preparaba la cama y le servía la comida, que muchas veces compartían juntos a la mesa. Y tenía todas las llaves que daban acceso a las escaleras y ascensores más reservados del mundo.
La sorpresa en el entorno más próximo de Benedicto XVI es total. Gabriele, de 46 años, es muy querido y las personas a quienes se les pregunta estos días, informa la agencia Apic, no salen de su asombro y le colman de elogios estupefactos: "Amigo de todos", "piadoso y discreto", "siempre tan amable"...
Pero lo cierto es que los indicios que apuntan a él parecen sólidos, tal como los recogen la agencia Agi o el vaticanista Marco Tosatti.
Al parecer, el principal error del soplón o topo ha sido filtrar documentos que no habían salido aún del apartamento pontificio, camino de la Secretaría de Estado.
Al principio las investigaciones emprendidas tuvieron éxito, pero tras las denuncias del entonces secretaro general del Gobierno de la Santa Sede, monseñor Carlo María Viganò, removido de ese cargo para ser ahora nuncio en Washington, la pista parecía perdida porque tropezaba con el entorno más próximo al Papa.
Fue entonces cuando Benedicto XVI designó una comisión de tres cardenales, presidida por el cardenal Julián Herranz, para determinar las personas con acceso a la mesa de la Secretaría de Estado. El área de sospecha se redujo cuando se descubrió que algunas cartas ni siquiera habían llegado a ella.
El interrogatorio de ese último círculo de la casa pontificia, conducido por la Gendarmería bajo la dirección purpurada, halló algunas contradicciones en las afirmaciones de Paolo Gabriele, mayordomo del Papa, así que se dio orden de registro de su domicilio, fuera de los muros del Vaticano, donde se han hallado los documentos comprometedores que condujeron a su detención.
Parece ser que algunas fuentes de la investigación descartan el móvil económico, y apuntan a un deseo de hacer daño a la cabeza de la Iglesia. Y entonces, concluye Tosatti, el Papa ha estado sometido "a riesgos aún más graves".
Según explica Giacomo Galeazzi en Vatican Insider, Gabriele era el laico más cercano al Pontífice. La denominada familia pontificia la componen nueve personas: su secretario personal, Georg Gaenswein; su segundo secretario, Alfred Xuereb; el propio hermano del Papa, Georg Ratzinger; cuatro religiosas (Loredana, Carmela, Cristina y Rosella); una ayudante para escritura, Birgit Wansing; y el mayordomo, Paoletto, ahora en la picota.
Paoletto era quien cada mañana ayudaba al Papa a vestirse, le ayudaba en la misa que celebraba en su capilla privada y le acompañaba en todas las audiencias públicas y privadas y en los viajes. Le preparaba la cama y le servía la comida, que muchas veces compartían juntos a la mesa. Y tenía todas las llaves que daban acceso a las escaleras y ascensores más reservados del mundo.
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