Viernes, 29 de marzo de 2024

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La Eucaristía: perspectiva escatológica

por Corazón Eucarístico de Jesús

Un aspecto de la Eucaristía, teológicamente considerada, sería verla como una anticipación real del cielo nuevo y de la tierra nueva, de la nueva creación de la que nos habla la Escritura.
 
 
El pan y el vino son elementos creados, materiales, frutos de la tierra y del trabajo del hombre, y sin embargo, por la fuerza del Espíritu Santo y las palabras de Cristo, esta materia es transformada en su ser más íntimo, traspasadas por el Espíritu para ser realmente, sustancialmente, el Cuerpo y la Sangre del Señor resucitado.
 
En este tiempo que vivimos, aguardando la venida de Cristo y la plenitud de la salvación, solamente hemos conocido la realidad de la nueva creación, de la materia "espiritualizada", transformada por el Espíritu Santo, en el cuerpo del Señor que resucitó y en el pan y en el vino transformados. Son ya "materia" creada que manifiestan las posibilidades últimas de lo creado y señalan la nueva creación.
 
En la Eucaristía, la materia creada alcanza la plenitud de su ser en la conversión sustancial. Cristo atrae hacia sí todo lo creado para transformarlo y llenarlo con su presencia.
 
Se podría hablar, propiamente, de una "escatologización" de la materia eucaristíca, de un transformarse la materia eucarística tal como todo será transformado en la escatología.
 
"Jesús viene al encuentro atrayendo hacia él; él da nacimiento a la Iglesia con su llamada creadora hacia sí, ´escatologizándola´. Así es cómo primeramente se vio Jesús mismo atraido en su glorioso nacimiento pascual por el poder del Espíritu Santo. Y así es, incluso, como son atraidos el pan y el vino por el mismo poder hacia Cristo para convertirse en sacramento del banquete escatol´goico" (DURRWELL, F.X., Cristo nuestra Pascua, Ciudad Nueva, Madrid 2003, p. 74).
 
La clave, tal vez, sea que el Resucitado atrae hacia sí el pan y el vino transformándolos interiormente. En lo exterior, conserva la forma, el sabor y el color, pero internamente Cristo los ha atraido hacia sí y los ha transformado en su Presencia real gloriosa.
 
"La palabra ´parusía´ significa presencia y venida. Jesús se hace presente estando en otra parte y viniendo desde allí sin dejar de estar allí. Para hacerse visible en este mundo, sírvese de realidades de este mundo: el pan y el vino. Su presencia está, pues, velada... Viniendo de otra parte, sin por eso abandonarla, Cristo se hace presente atrayendo hacia sí. Atrae a sí el pan y el vino, y, por ellos, atrae a los fieles" (Ibíd., p. 120).
 
El sacramento eucarístico se convierte así en el alimento de la nueva creación para quienes somos aún terrenos. Se convierte en una fuerza de transformación de quienes comulgan, porque siendo Cuerpo del Señor resucitado, introduce un principio de vida eterna, un antídoto de inmortalidad, una semilla de resurrección cada vez que comemos su Cuerpo y bebemos su Sangre.
 
Son ya materia escatológica de los nuevos cielos y la nueva tierra, y con este pan del cielo somos alimentados celestialmente.
 
Al mismo tiempo, considerando así la Eucaristía, como materia escatológica, podemos atisbar qué será toda la creación nueva cuando Cristo la posea y lo sea todo en todos.
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