Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Homenaje a doscientos cincuenta mil vascos


Se calcula que hay unos doscientos cincuenta mil vascos que se han tenido que ir de su tierra por el delito de ser españoles.

por Pedro Trevijano

Opinión

En cierta ocasión, hablando con un amigo vasco, me hizo la siguiente reflexión: “Hace unos años, acompañé en su último paseo por la Concha de San Sebastián a dos amigos que se iban de aquí, víctimas del terror de ETA. Se marcharon llorando, y hoy me reprocho mi impasibilidad porque su marcha fue por razones políticas, por sentirse vascos, pero también españoles. Les vi marcharse como si se fuesen por motivos simplemente laborales. Hoy, cuando pienso en mi actitud, me siento vasco alemán, en el sentido del conocido poema de Martin Niemöller, normalmente atribuido a Bertold Brecht: “primero se llevaron a los negros, pero a mí no me importó, porque yo no lo era. Enseguida se llevaron a los judíos… Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde”.
 
Se calcula que hay unos doscientos cincuenta mil vascos que se han tenido que ir de su tierra por el delito de ser españoles. Es indudable que el terrorismo es una actividad perversa en sí misma, que no admite justificación y que es una estructura de pecado generadora ella misma de nuevos y grandes males. Es indudable que los terroristas de ETA son simplemente unos criminales, y que hay muy poca gente en la cárcel con delitos más graves que los suyos. Buscar que los niños sean víctimas, como sucedió en el atentado de Zaragoza,  o el zulo de Ortega Lara, indican una maldad sencillamente diabólica.  Sí pienso que la sociedad española ha prestado en varias ocasiones un apoyo muy considerable a las víctimas de ETA, solidarizándose con los muertos, heridos y familiares. He estado presente en varias manifestaciones de Madrid, y creo que los cientos de miles de manifestantes supieron estar en su sitio, con su educación exquisita y sus gritos de “Vascos sí, ETA no”.

En cambio esos vascos que se han marchado calladamente, de uno en uno, se han ido demasiado en silencio. Los demás lo sabíamos, pero nos ha faltado ese cariño y esa solidaridad que consideraba mi amigo que él no logró expresar y que hacía que se sintiera ciudadano alemán de la época nazi. Y eso que su actitud no fue, ni con mucho, tan repugnante como la de esos vascos que se titulan demócratas, pero que se apresuran a recoger las nueces que tira ETA del árbol, y están encantados de ese éxodo de tanta gente, porque les conviene políticamente, porque son personas que nunca van a votar a sus opciones independentistas y separatistas.
 Creo que es la primera vez que escribo sobre estos doscientos cincuenta mil vascos, y les pido perdón por este silencio mío anterior. Es indudable que hemos de seguir apoyando a las víctimas de ETA, que ante las próximas elecciones municipales hemos de decir a nuestro Gobierno que le va a salir muy caro políticamente el seguir subvencionando a ETA con nuestro dinero al permitirle presentarse bajo las siglas que sean, una vez más, a las elecciones del próximo mes de Mayo. Pero hoy quiero que estas líneas sean un sencillo homenaje a todos aquellos españoles que se ven perseguidos en España, hasta el punto de tener que irse de su tierra, por el intolerable delito de ser españoles.
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