El capellán del HUCA de Oviedo: «Son muchos los médicos los que nos llaman para visitas y unciones»
José Ramón Castañón Rodríguez es uno de los seis capellanes en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), y cuya labor se ha visto multiplicada y también mucho más visibilizada desde que hace dos años la pandemia de coronavirus llenara los hospitales de enfermos.
En una entrevista con la Archidiócesis de Oviedo, el padre Castañón asegura que la situación ha cambiado mucho desde la primera ola a lo que se está viviendo ahora. “Ha habido una evolución tranquilizadora, positiva, este año ha sido bueno. Por ejemplo los capellanes hemos vuelto a entrar en las habitaciones, con normalidad, podemos hacer visitas, las eucaristías. Hay una serie de funciones que hemos recuperado con muchísima normalidad”, explica.
Sin embargo, reconoce que pese a la mejora de la situación todavía es complicado hacer una labor normal como sacerdote. José Ramón considera que “por parte de los capellanes, aunque sea en la distancia y en poco tiempo, tienes que transmitirles el cariño y el calor que les falta. ¿Cómo lo haces, en esa situación tan extraña, desde lejos, tratar de animar a una persona que no sabe qué va a pasar con su vida y que no tiene cerca a las personas que quiere? Es muy difícil”.
"Sufro mucho, lo vivo muy intensamente"
En estos momentos son seis los capellanes en el que es el principal hospital de Asturias. “Hacemos turnos de 24 horas, todos los días de la semana. Por las mañanas hacemos visitas, repartimos comuniones, celebramos la Eucaristía. Y ya después tardes y noches, a demanda. Cuando te llaman, te acercas y estás un rato, les llevas la comunión, la unción o tienes un pequeño diálogo. Somos tantos porque las labores parroquiales y las distintas encomiendas que tenemos todos hacen imposible poder dedicarle más. Yo hago de corazón esta tarea, pero reconozco que los días que me toca sufro mucho, lo vivo muy intensamente”, confiesa este capellán.
El padre Castañón cree que tanto los médicos como el equipo de enfermería valoran el servicio de los capellanes. Asegura que “es un trato cariñoso y cercano, son muchos los médicos los que nos llaman, en lugar de la familia, para hacer visitas, unciones, etc. Y luego tienes conversaciones muy interesantes con ellos”.
Haciendo una importante reflexión, asegura que “ojalá la sociedad nos permitiera hacer una labor un poco más intensa. Los capellanes de hospital sólo podemos ir a ver a los enfermos cuando nos llaman. Cuando a lo mejor lo hermoso sería que un capellán ‘callejeara’, en el hospital, como dice el Papa Francisco. Que se hiciera el encontradizo, que hablara con unos, con otros, eso enriquecería mucho más nuestra labor”.
Además, afirma que ha vivido muchas anécdotas en este tiempo, aunque menciona concretamente una: “recuerdo un señor que estaba infectado por COVID, que era consciente de que se moría y de que no había vuelta atrás. Y me pidió que le dijera a su mujer, cuando se muriera, que no le llevaran a la iglesia en un coche funerario, sino en un camión de mudanzas. Le pregunté por qué, y él me contestó: ‘porque yo ahora lo que voy a hacer es un cambio de casa. Me mudo’. Era un hombre muy sencillo, y me dijo eso sabiendo lo que le esperaba. Cuando hablé con la mujer y se lo dije, la pobre se quedaba sin palabras”.
Pese a todo –agrega el capellán- “los momentos inolvidables se viven cada día. Cuando entras en la habitación y los enfermos ven al capellán, la cara de felicidad que se le pone a mucha gente, eso lo compensa todo”.