Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

En Santa Marta Francisco contrasta al Jonás obediente que hacía milagros con el gruñón y enfadado

Zenit

El Papa Francisco desgrana las Escrituras en sus homilías matinales en Santa Marta
El Papa Francisco desgrana las Escrituras en sus homilías matinales en Santa Marta
Cuidémonos de tener un corazón duro que no deje entrar a la misericordia de Dios. Esta es la idea que subrayó el papa Francisco en la misa matinal del martes 6 de octubre que celebró en la capilla de la Casa Santa Marta, antes de ir al Aula Nueva del Sínodo.

El Santo Padre instó a los presentes a no resistirse a la misericordia del Señor, creyendo que son más importantes los propios pensamientos o una lista de mandamientos que deben ser observados.

El profeta Jonás se resiste a la voluntad de Dios, pero al final aprende que deben obedecer al Señor. El Pontífice desarrolló su homilía de este martes a partir de la primera lectura, tomada del Libro de Jonás, y señaló que la gran ciudad de Nínive se convierte gracias a su predicación.

“Realmente hace un milagro, porque en este caso él ha dejado de lado su terquedad y ha obedecido a la voluntad de Dios, y ha hecho lo que el Señor le había mandado”.

Nínive, por lo tanto, se convierte y ante esta conversión, Jonás, que es el hombre que “no es dócil al Espíritu de Dios, se enfada”: “Jonás – dijo el Papa – sintió una gran tristeza y se desdeñó”. E, incluso, “reprende al Señor”.

La historia de Jonás y Nínive, señaló Francisco, se articula en tres capítulos: el primero “es la resistencia a la misión que el Señor le confía”; el segundo “es la obediencia, y cuando se obedece se hacen milagros. La obediencia a la voluntad de Dios y Nínive se convierte”. En el tercer capítulo, “hay una resistencia a la misericordia de Dios”.

“Esas palabras: ‘Señor, ¿no era esto quizás lo que yo decía cuando estaba en mi pueblo? Porque Tú eres un Dios misericordioso y clemente’, y yo he hecho todo el trabajo de predicar, he hecho mi trabajo bien hecho, ¿y Tú les perdonas? Y el corazón con esa dureza que no deja entrar la misericordia de Dios. Es más importante mi sermón, son más importantes mis pensamientos, es más importante toda esa lista de mandamientos que debo observar, todo, todo, todo que la misericordia de Dios”.

“Y este drama – recordó Francisco – también Jesús lo ha vivido con los doctores de la Ley, que no entendía por qué Él no dejó que lapidaran a aquella mujer adúltera, cuando Él iba a cenar con los publicanos y pecadores: no lo entendían. No entendían la misericordia. ‘Tú eres misericordioso y clemente’”. En el Salmo que hoy hemos rezado, prosiguió el Santo Padre, nos sugiere “esperar en el Señor, porque en el Señor hay misericordia, y en Él hay abundante redención”.

“Donde está el Señor – insistió el Pontífice – hay misericordia. Y san Ambrosio añadía: ‘Y donde hay rigidez están sus ministros’. La terquedad que desafía a la misión, que desafía a la misericordia”.

“Cercanos al inicio del Año de la Misericordia, roguemos al Señor que nos ayude a entender cómo es su corazón, lo que significa ‘misericordia’, qué quiere decir cuando Él dice: ‘¡Misericordia quiero, y no sacrificio!’ Y por eso, en la oración Colecta de la Misa hemos rezado mucho con esa frase tan hermosa: ‘Derrama sobre nosotros tu misericordia’, porque solo se comprende la misericordia de Dios cuando se ha vertido sobre nosotros, sobre nuestros pecados, sobre nuestro miserias…”.
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