Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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El martirio de las cosas (2)

por Jorge López Teulón

Una de las mejores páginas de fotografía histórica de Toledo que conozco es la de Eduardo Sánchez Butragueño. En su encabezamiento podemos leer “este blog intentará mostrar a los que piensan que Toledo ha cambiado poco, que están equivocados. También pretenderá sacar de su error a aquellos que creen que Toledo ha cambiado mucho. Pero por encima de todo, será una manera de aprender a conocer, a amar y a respetar Toledo desde la fotografía”.
Por eso, empiezo invitándoos a visitar estas dos entradas sobre un álbum que se conserva en el Arzobispado de Toledo:

Seguimos presentando los grabados de Carlos Sáenz de Tejada de tres nuevos templos madrileños. El primero es el de la Buena Dicha. El Hospital de la Buena Dicha u Hospital de Nuestra Señora de la Concepción y Buena Dicha fue fundado en 1564 en la calle de Silva de la capital madrileña por fray Sebastián de Villoslada, abad de la parroquia y monasterio de San Martín, de la que dependía.
El fundador instituye una hermandad de misericordia dirigida por doce sacerdotes y sesenta y dos seglares para atender a los pobres de la parroquia, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción o de la Buena Dicha, por lo que se la conocerá como Hermandad de la Buena Dicha (fundada en 1594). La entrada principal del antiguo edificio daba a la calle de los Libreros y en la trasera se encontraba un pequeño cementerio, el Cementerio de la Buena Dicha. Los destrozos fueron grandes, en 2003 se cerró para ser restaurada por completo y ya puede visitarse.
            Seguimos en el volumen IV de “Historia de la Cruzada española” en la página 544 podemos leer el comentario hecho por Sáenz de Tejada: “El Templo de la Buena Dicha fue utilizado como encerradero de piaras de cerdos”.

Muchas de las iglesias de Madrid y su provincia fueron interiormente desmanteladas por el Frente Popular, habiendo desaparecido de ellas altares, retablos e imágenes, que fueron sustituidas por retratos de Stalin y cabecillas rojos españoles; sin embargo, de estas destrucciones se exceptúan las iglesias de San Francisco el Grande, la Encarnación y las Descalzas Reales, por la razón de que las tres eran propiedad del Estado.

El segundo templo es el de las Calatravas. Como escribe Juan Manuel Bonet en “Divagaciones sobre dos ilustradores” en el Catálogo “Dos miradas, una visión” (2010):
“…en esa visión de las Calatravas, también en Madrid, con un acordeonista en el púlpito, barriles de vino, una improvisada barra que casi parece la del cafetín representado en la esquina inferior derecha del “Pim, Pam, Pum”, todo ello presidido por un retrato de Stalin...”
Sáenz de Tejada escribe en la página 553 del volumen IV “…y en las noches rojas del Madrid de la revolución, el templo de las Calatravas sirve de escenario para un espectáculo horrendo: los oficiales de las Brigadas Internacionales con sus coimas (beneficio que perciben el que atiende un garito o también dinero con que se soborna a un funcionario), bailan al son de una música innobles en las naves del templo, mientras se desborda el alcohol”.



Finalmente, como no recordar la estampa ridícula de los milicianos disfrazando al Niño Jesús en la iglesia de San José. Unos milicianos la arrancan de su altar y en el pórtico, de cara a la calle, visten al niño Jesús de miliciano, le ponen en las manos una pistola de las llamadas de tambor y le cuelgan un cartel que dice “Antes era fascista: ahora me he hecho comunista”. Durante todo el mes de agosto de 1936 permanecerá la imagen profanada a la vista del público. El gobierno aprovechará el relativo buen estado en que se hallaba el templo para mostrarlo a los extranjeros como prueba de que la España roja no persigue a la religión…
Esta iglesia de San José se sitúa en el distrito centro de Madrid, concretamente en el nº 43 de la Calle de Alcalá, donde antes se erigía el primitivo convento de san Hermenegildo de religiosos Carmelitas descalzos. El edificio fue demolido en el siglo XVIII. En 1730 se encargó a Pedro de Ribera la construcción de la iglesia actual con el convento de carmelitas anexo. Es un monumento de grandes proporciones con fachada muy ornamentada.


Carlos Sáenz de Tejada en la página 566 del volumen IV de “Historia de la Cruzada española” dibuja esta lamina con la leyenda “En la iglesia de San José, los milicianos arrancaron de su altar una imagen del Niño Jesús, y, vestido de miliciano, le colocan en el pórtico de cara a la calle, con una pistola en la mano y un cártel que decía: “Antes era fascista y ahora me he hecho comunista”. Algunos dicen que le mostraron ostentando dos enormes pistolas. Nuestro genio sólo coloco visiblemente una.

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