Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

El libro del Papa y la Verdad


Pretenden no respetar la objeción de conciencia, con el pretexto que el interés general prevalece sobre la conciencia individual. ¿Qué se quiere con ello? Pues la sumisión total y totalitaria al Estado

por Pedro Trevijano

Opinión

Acabo de terminar el último libro del Papa sobre Jesús de Nazaret. Voy a hacer referencia a las dos cosas que más me han llamado la atención. La primera está en la página 246 y dice literalmente así: “Podemos añadir que el libro de la Sabiduría conocía quizás la hipótesis teórica de Platón, que en su obra sobre el Estado intenta imaginarse cuál hubiera sido el destino del justo perfecto en este mundo, llegando a la conclusión de que habría sido crucificado (cf. Politeia II, 361e-362a).” Realmente asombroso ese acierto de Platón, en el que evidentemente no puedo excluir que el Espíritu Santo le echase una mano.

La segunda hace referencia al diálogo entre Jesús y Pilato sobre la Verdad (Jn 18,37-38). La pregunta de Pilato “¿qué es la verdad?” lleva a Ratzinger a hacerse una serie de preguntas aplicadas a nuestro tiempo: “Es la cuestión que se plantea también en la doctrina moderna del Estado: ¿Puede asumir la política la verdad como categoría para su estructura? ¿O debe dejar la verdad, como dimensión inaccesible, a la subjetividad y tratar más bien de lograr establecer la paz y la justicia con los instrumentos disponibles en el ámbito del poder?”… “Pero, por otro lado, ¿qué ocurre si la verdad no cuenta nada? ¿Qué justicia será entonces posible? ¿No debe haber quizás criterios comunes que garanticen verdaderamente a justicia para todos, criterios fuera del alcance de las opiniones cambiantes y de las concentraciones de poder?”… “la pregunta del pragmático (Pilato), hecha superficialmente, es una cuestión muy seria, en la cual se juega efectivamente el destino de la humanidad. Entonces, ¿qué es la verdad? ¿La podemos reconocer?”.

Está claro que lo que lo que está presente en esta pregunta sobre la verdad es uno de los grandes problemas de nuestra época: ¿Existe la verdad objetiva?, ¿podemos alcanzarla? A nivel personal hemos de decir: el hombre debe buscar la verdad, es capaz de la verdad. La verdad nos muestra aquellos valores constantes que han hecho grande a la humanidad. El hombre debe hacer el bien y evitar el mal, pero para ello necesita poder distinguir el bien del mal, lo que realiza gracias a su razón iluminada por la fe. En el Evangelio tenemos la fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, y es que es la fidelidad a la verdad la que es garantía de la libertad y del desarrollo humano integral, porque el poder de decidir sobre lo que está bien y lo que está mal no pertenece al hombre, sino sólo a Dios.
A nivel social está la lucha entre las dos concepciones de la Ley y el Derecho. La concepción jusnaturalista, piensa que el hombre ha sido creado por Dios y que por tanto somos sus criaturas y sus hijos, aunque algunos de sus seguidores puedan ser no creyentes, por lo que tenemos unos derechos inalienables e intrínsecos a nuestra naturaleza humana, y por tanto anteriores al Estado, a quien no corresponde dárnoslos, sino sólo regularlos, precisamente para que podamos utilizarlos eficazmente. En cambio la concepción positivista, en la que es el Estado la que nos concede los derechos, aunque ampliamente desacreditada tras los horribles crímenes de la Segunda Guerra Mundial, está volviendo a la carga traída de mano de inefables políticos como Rodríguez Zapatero, autor de la siguiente frase: “La idea de una ley natural por encima de las leyes que se dan los hombres es una reliquia ideológica frente a la realidad social y a lo que ha sido su evolución. Una idea respetable, pero que no deja de ser un vestigio del pasado”, estupidez que si no la cortamos a tiempo puede llevarnos al totalitarismo, porque de entrada anula nuestros derechos ante lo que decida el Estado.

De hecho estamos ya viendo sus consecuencias: las palabras padre y madre son sustituidas por progenitor A y progenitor B, el crimen del aborto es un derecho, los terroristas son hombres de paz y representan el futuro, mientras sus víctimas tan solo representan el pasado, hay que llevar a la práctica las tonterías de la ideología de género, destruyendo las familias salvo la mía que tiene derecho a forrarse, se confunde educación sexual con promiscuidad sexual, hay que poner condones en los institutos y combatir a la Iglesia dándole todas las patadas en la espinilla que podamos. Y es que el alejamiento de Dios lleva a defender cualquier disparate, como acabamos de ver en las reivindicaciones de las Juventudes Socialistas., en las que piden más abortos, más condones, fuera símbolos religiosos de los centros públicos y enseñanza clasista con la supresión de los conciertos educativos, lo que no sólo costaría un montón de dinero a los contribuyentes, sino que se garantizaría que a ese tipo de centros sólo puedan ir los hijos de papá y del Partido.

Y para que no nos quede la menor duda de que tratan de imponernos su totalitarismo pretenden no respetar la objeción de conciencia, con el pretexto que el interés general prevalece sobre la conciencia individual. ¿Qué se quiere con ello? Pues la sumisión total y totalitaria al Estado, es decir a mis dirigentes políticos, que pueden mandar también sobre mi conciencia. Ello es el envilecimiento total.

Pedro Trevijano
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