Sábado, 20 de abril de 2024

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El Castellano de 1931

por Jorge López Teulón

El Castellano, 16 de octubre de 1931
Cuanto menos es curioso este artículo que investigando sobre “mis mártires de Toledo” he encontrado. Hace ya 79 años que se escribió en “El Castellano” (Diario católico de Información) y resulta jocoso: hemos crecido creyendo que los curas estaban “a la sopa boba” y que su posición económica era más que pingüe y resulta que no… Ahora entiendo como mis pobres curas de Toledo, ¡benditos mártires, que entregaron su vida por Cristo y sus pueblos!, y que normalmente tenían a su cargo a varios familiares (padres, hermanos, sobrinos…) vivían, muchos de ellos, en la penuría. No me cuadraba lo que voy sabiendo con lo que nos han hecho saber…
 
LOS SUELDOS DEL CLERO
Los del Clero parroquial
No vamos a comparar los haberes de párrocos y coadjutores con los de funcionarios, civiles o militares. ¡No hay comparación posible! ¡Si no la hay siquiera entre los porteros de la Presidencia del Consejo de Ministros y, por ejemplo, los sacerdotes de la diócesis de Almería! Véase este:
Un cuadro ejemplar (los datos son de 1928)
Portero mayor, 5.000 pesetas
Párroco de término, 2.250
Portero primero, 4.000
Párroco de ascenso, 2.000
Portero segundo, 3.500
Párroco de entrada, 1.750
Otro portero, 2.500
Párroco rural, 1.700
Otro portero, 2.000
Párroco coadjutor, 1.300
 
¡Sin duda, es el clericalismo, son los curas quienes han gobernado a España!
Sí, pero el ¡alto Clero!...
Los canónigos, ¿verdad? Canonjía, voz sinónima de pingüe cargo… ¡Ya, ya! Pues un canónigo cobra 60 duros al mes… lo mismo cuando gana su prebenda en reñida oposición que treinta años después. ¡Magnífica situación económica, en verdad, la de estos aristócratas del Clero español, quince o veinte por diócesis!
…Además, cada obispo ha de constituir para el régimen de su diócesis una Secretaría de Cámara, encargada del gobierno de aquella: un tribunal eclesiástico para la administración de justicia y una especie de Ministerio de Hacienda o comisión administrativa, establecida en el Código canónico. Careciendo de recursos para remunerar dignamente esos cargos, ha tenido que convertirlos en puestos de honor acudiendo a los capitulares para que los desempeñen sin retribución apenas y tomando como sueldo propio de ellos el que perciben como canónigos. Del Cabildo salen también los profesores de los Seminarios, forzados muchos de ellos a desempeñar por ¡250 pesetas anuales, o 69 céntimos al día!, dos Cátedras diarias sobre materias tan triviales como el Griego clásico, el Hebreo o la Hermenéutica bíblica. Por todo ello, el detrimento o la merma de los Cabildos Catedrales equivaldría a la decapitación de las Curias eclesiásticas y del profesorado de los Seminarios.
Si comparáis ahora la cuantía del haber con la excelsitud del cargo, veréis que los cuatro canónigos de oficio, doctoral, magistral, lectoral, penitenciario, luego de haber triunfado en oposiciones difíciles, cobran 4.500 pesetas y 4.750 los de metropolitana, es decir, poco más que los porteros de primero de los Ministerios y bastante menos que los porteros mayores.
Otro tanto podemos decir de los demás canónigos, muchos de los cuales han obtenido su prebenda también por oposición y, sin embargo, cobran 3.750 pesetas los de sufragánea, es decir, menos que los porteros primeros de los Ministerios, y 4.250 pesetas los de metropolitana, esto es, bastante menos que los porteros mayores.
Hace más de treinta y cinco años, el magistral de Córdoba, en una obra publicada bajo el título “Diócesis y Parroquias”, traía el presupuesto anual; de un canónigo relataba minuciosamente todas sus partidas, desde el importe de la cédula hasta el timbre móvil de la nómina. Consideré muy discreto el cálculo, porque al servicio de toda clase del canónigo no dedicaba más que unas 19 pesetas al mes, cifra exigua, y el traje capitular, que diariamente se usa por mañana y tarde, solo habrá de ser renovado cada seis años, lo que no me pareció excesiva vanidad en la indumentaria. Pues así y todo, al supuesto canónigo, después de pagadas todas las partidas de sus gastos indispensables, no le quedaban más de 2 pesetas y 70 céntimos cada día para comer él y su familia. Comparad esta miseria con las 72.000 pesetas que cobra el Deán de Durham, en Inglaterra, y las 15.960 pesetas que perciben los canónigos de Londres, y veréis cuánto motivo tiene la Iglesia española para llorar la penuria de su clero, que supo crear el patrimonio artístico más rico del mundo en épocas de mayor fe y custodiarlo cuidadosamente en medio de su miseria.
 
El Castellano, 17 de octubre de 1931
La rechufla continuó en la redacción del periódico, al día siguiente, cuando se presentó una comisión del Cuerpo de Porteros. Fue la constatación para “el investigador de turno” que vio consolidados los argumentos aportados por él.
 
ACERCA DE LOS HABERES DEL CLERO
En nuestras ediciones de ayer reproducíamos, con el título “Sobre la cuestión religiosa.–Los sueldos del Clero”, un artículo en el que su autor, lamentándose de la miseria de las remuneraciones oficiales asignadas al Clero en España, decía que no podían compararse ni con los haberes de los porteros de la Presidencia del Consejo de Ministros, y a tal fin, consignaba, comparándolos, los sueldos de estos funcionarios y los del Clero parroquial de la diócesis de Almería, que tomaba por ejemplo. Y más adelante señalaba las consignaciones fijadas por el Parlamento belga, en cuyo gobierno suelen participar los socialistas, para el pago del Clero, imposible por su elevación, de compararse a las que rigen en España.
Esta mañana nos ha visitado una comisión del Cuerpo de Porteros para rogarnos que hagamos público su desagrado porque el autor haya tomado sus haberes de punto de referencia; que disfrutan, efectivamente, esos sueldos pero que son tan cortos, que no les bastan a satisfacer las necesidades más perentorias de la vida.
Con mucho gusto acogemos su ruego, y no rectificamos nada, porque ellos nos dicen que nada hay rectificable; únicamente les interesa hacer constar su desagrado, que se hayan comparado sus sueldos con otros tan inferiores que parezca su posición ventajosa, cuando en realidad no pueden vivir.
Queda complacida la comisión. Y de paso, satisfecha la tesis del articulista que, salvando los debidos respetos a todos los funcionarios, trataba de demostrar que los haberes del Clero eran miserables y, en efecto, los porteros de Ministerios se duelen, muy justamente, de que los suyos, superiores, con ser tan modestos, a los del Clero ni si quiera les permiten atender a las necesidades más perentorias de la vida.
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