El capellán de la policía de Chicago, «avergonzado» por haber dado de comulgar a la alcaldesa
El 7 de agosto, Ella French, de 29 años, agente de la Policía de Chicago, fue asesinada durante un control de carretera. Era católica y este jueves 19 se celebró un funeral por su alma en la iglesia de Santa Rita de Casia, presidido por el cardenal Blaise Cupich, arzobispo de la diócesis.
Al llegar el momento de la Comunión, inesperadamente Cupich le dijo al padre Dan Brandt, capellán de la Policía, que la repartiera él. Cogido de improviso, Brandt se encontró con que la primera que esperaba en la fila era la alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot. Le puso en la mano la Sagrada Forma.
El escándalo
La misa se estaba retransmitiendo y todo el mundo pudo verla comulgar. Lo cual disparó el escándalo, porque Lightfoot es metodista, es decir, no católica, y además es públicamente lesbiana y está "casada" con una mujer.
La alcaldesa de la tercera ciudad más grande de Estados Unidos es además muy controvertida: no tiene buenas relaciones con la Policía; declaró que solo respondería a preguntas de periodistas negros, por lo cual fue acusada de "racismo anti-blanco" por la propia aspirante a la nominación presidencial demócrata Tulsi Gabbard, quien pidió su dimisión; y al mismo tiempo recibe críticas de sectores próximos a Black Lives Matter, que consideran que no va lo bastante lejos en lo que esperaban de ella en sus dos años de gobierno.
"Estoy avergonzado"
"Soy culpable y estoy avergonzado", confesó el sacerdote a Catholic News Agency: "Es cierto que le di la comunión, pero ella era la primera. Yo no tenía que dar la Comunión, pero en el último segundo el cardenal Cupich me dijo: 'Voy a sentarme durante la Comunión, ocupa mi lugar'".
Brandt añade que la semana había sido agotadora, había dormido poco y le cogió por sorpresa: "Pero estoy poniendo excusas. Sí, ella vino y puse la Sagrada Forma en su mano. Fue como pensar '¿Qué he hecho?', pero ya era demasiado tarde. Pensé: '¡Dios mío, ten misericordia!'"
Agentes de Chicago con su capellán, Dan Brandt, en la iglesia de la Resurreccion el día de San Miguel Arcángel, patrón de la Policía. Foto: Twitter, perfil del 14º distrito de la Policía de Chicago, @ChicagoCAPS14
"Solo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores", decía el científico y político estadounidense Benjamin Franklin (1706-1790). Y en el mismo sentido, el escritor irlandés Jonathan Swift (1667-1745, Los viajes de Gulliver) sentenció que "un hombre no debe nunca avergonzarse por reconocer que se equivocó que es como decir que hoy es más sabio de lo que fue ayer".
Pero el capellán policial está desconsolado: "Pido perdón por el escándalo que mi despiste haya producido. Ciertamente no fue intencionado y desearía haber estado atento. O que el cardenal hubiese dado la Comunión, porque mi intención era sentarme la espera del final de la misa y la procesión de salida".
La comunión y los obispos estadounidenses
¿Fue una casualidad el cambio de celebrante para repartir la comunión? ¿Se quitó de en medio el cardenal Cupich para no tener que ser él quien se enfrentase a la situación? El arzobispado no quiso hacer ningún comentario a Catholic News Agency tras lo sucedido, por lo cual no se sabe aún por qué tomó esa decisión repentina de no ser él quien diese de comulgar a los asistentes.
El episcopado norteamericano está dividido en torno a la cuestión de dar o no la comunión a los políticos católicos que promueven el aborto, como es el caso del actual ocupante de la Casa Blanca, Joe Biden, o la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Una mayoría quiere un posicionamiento común en el sentido de no dársela, y una minoría, con la que se alinea Cupich en sintonía con el Vaticano, prefiere no tocar el tema para no provocar un choque frontal con ellos.
De no haber cedido su puesto al capellán, Cupich habría tenido que arrostrar las consecuencias de ser él quien decidiese dar de comulgar a la alcaldesa (objetivamente, una grave profanación) o desairarla y situarse justo en la posición de sus adversarios en el seno de la conferencia episcopal.
Ahora es Brandt quien carga con ese peso, del que, con honestidad, no quiere escapar: "No puedo disculparme lo suficiente ante cualquiera que esté ofendido por el hecho de que ella reibiera la Eucaristía. Es un fallo totalmente mío y lo reconozco. No fue deliberado y pido a sus lectores que tengan la misma piedad de mí que yo espero tenga el Señor".