Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Doce mil euros de multa por llamar "gay" a un compañero… ¡¡¡de broma!!!

por En cuerpo y alma

  
 
Jesús Fernández, "Suso".

           La Federación inglesa de fútbol ha multado con 10.000 libras (unos 12.300 euros) al jugador español del Liverpool Jesús Fernández, “Suso”, por una broma que ha realizado a su compañero José Enrique Sánchez, “José Enrique”, en un mensaje en Twitter. Según sostiene la Federación inglesa de fútbol, el centrocampista gaditano “actuó de manera inapropiada” al publicar un mensaje que “incluía una referencia a la orientación sexual” de su compañero y amigo, igualmente español, defensa del Liverpool. La condena incluye una “advertencia” al jugador de que no reincida en el futuro. ¿Que en qué consistía el mensaje? Pues bien, junto a una fotografía del bromeado José Enrique en la que aparecía sometiéndose a un blanqueamiento dental, se podía leer el siguiente comentario de intención jocosa: “¿Qué demonios está haciendo? Este chico es gay. Tiene algunos problemas mentales. Hace de todo menos jugar al fútbol”.
 
            La noticia me ha parecido alucinante y fiel reflejo de los derroteros por los que decididamente se encamina el Reino Unido, y de los que pueden llegar a tomar todos o muchos de los países europeos, y no digamos el nuestro, que una vez que nos pongamos, nos sobran recursos para hacerlo mejor que nadie.
  
José Enrique Fernández

           La broma no tiene en sí mayor gracia, reconozcámoslo como es, pero nadie está obligado a ser afortunadamente gracioso en todos los actos de su vida ni en todos sus comentarios. Además, desconocemos las circunstancias que derivan en que Suso le gaste esa broma a José Enrique. Pero la multa no es consecuencia de una denuncia de José Enrique, único hecho que finalmente podría justificar una sanción, y aún así, nunca tan desmesurada, ya que el aludido José Enrique no sólo no ha denunciado, sino que en gesto que le honra -vaya Vd. a saber si el próximo castigado es él-, ha salido en abierta defensa de su compañero declarando que “es increíble cómo la federación puede multar a mi amigo Suso Fernández por una chorrada. ¡Sólo era una broma!”.
 
            La noticia suscita muchos comentarios. En primer lugar, si alguien espera que esta sea la vía de la definitiva y completa aceptación de los gays en la sociedad, va muy errado. La vía elegida sólo conduce por un lado, al miedo a los gays, hasta hacer que el solo uso de la palabra (gay) cause temblor en las piernas; pero por otro, y aún peor, a la animadversión a la causa, cuyo lobby se muestra cada vez más insoportable y temible. En otros países no, desde luego, pero en Europa sí, la de los gay hace tiempo que dejó de ser la causa de los débiles y de las víctimas que alguna vez efectivamente fue, para convertirse en la de un lobby poderoso y lo que es peor, rencoroso, intolerante, nada dialogante, carente de autocrítica y hasta peligroso, que se está haciendo pagar caro el gran favor de dotar de una ideología a una izquierda que, en su momento, fue tan cruel o más con él que la derecha, pero que hoy anda mendigando una ideología por el mundo, tras acumular fracasos tan estrepitosos como el ocurrido en España por ejemplo, donde después de tener su oportunidad para hacerlo durante la República, la clase media o la seguridad social las tuvo que crear una dictadura.
 
            En segundo lugar, si la sola referencia a las orientaciones sexuales de una persona puede llevar a aparejada una multa de ¡¡¡12.000 euros!!! ¿de qué vamos a poder hablar en el futuro próximo? ¿Se imaginan Vds. la misma multa a todos los futbolistas que por ejemplo, blasfemaran, ora en el campo ora fuera de él? Por otro lado ¿hasta qué punto tiene derecho ninguna institución y menos una como la federación de futbol, a revisar la correspondencia de nadie, aunque sea en un medio tan especial como el twitter?
 
            En tercer lugar, puestos a buscar razones para multar al muchacho, y mirado con los ojos con los que lo mira la Federación inglesa de fútbol, en el tuit en cuestión no se contiene un insulto… ¡¡¡se contienen tres!!! Junto al supuesto “insulto” a los gays, hay también un insulto a los discapacitados (“tiene algunos problemas mentales”), y un tercero a todos aquéllos a los que no juegan bien al fútbol (“hace de todo menos jugar al fútbol”). ¿Se le va a castigar también por ellos? Y puesto que no va a ser así, ¿qué hace mejor a los gays que a los discapacitados o a aquéllos que no juegan bien al fútbol?
 
            Y en cuarto lugar, quiero que pongan la atención en las garantías jurídicas que supone la multa en cuestión. No se crean Vds. que la misma viene impuesta por un juez, tras todo un procedimiento judicial; ni siquiera la impone el Gobierno o el ministerio del interior o hasta de igualdad tras un procedimiento administrativo más o menos garantista, no… ¡¡¡la impone la Federación de Fútbol!!! ¡¡¡la Federación de Fútbol, señores!!! ¿Pero adonde quiere llegar esta dictadura atroz de lo políticamente correcto, con una federación de fútbol que está capacitada para imponer multas de 12.000 euros a una persona por un mensaje escrito en su twitter? ¿Dónde quedó el estado de las garantías jurídicas, aquél que, según nos decían a los que estudiábamos derecho, prefería la libertad de cien asesinos en serie si no se podía demostrar fehaciente y jurídicamente su culpabilidad, que la inculpación errónea de un solo inocente?
 
            Yo me aprovecho de vivir en España, que al lado del Reino Unido, -el verdadero enfermo de Europa-, es, en estos momentos, un país libre, en el que aún puedo escribir estas palabras que en aquel país, con toda probabilidad, me valdrían una reprimenda y una multa, probablemente de la propia Asociación de Blogueros. Puede que en un plazo más o menos corto, estas mismas líneas tampoco sean posibles en nuestro país. Porque ¿saben qué? En Europa estamos haciendo un pan como unas tortas. Nos estamos cargando lo que nos ha costado tantos siglos conseguir y de lo que motivos tenemos para estar bien orgullosos: la libertad religiosa, la libertad de pensamiento, la libertad de expresión… ¡la libertad de reírnos! ¡la libertad de reírnos de nosotros mismos y de los demás, que para eso somos libres!
 
            No quiero terminar el artículo sin contarles el colofón de la historia. El pobre muchacho, después de recibir la multa, todavía ha tenido que disculparse: “Sólo era una broma entre nosotros dos. Me doy cuenta de que mis palabras fueron desafortunadas, no era mi intención ofender a nadie”. ¿Sabían Vds. que en el régimen chino el condenado a muerte tiene que pagar la bala? Y mientras el muchacho pide perdón a los cuatro vientos por una broma, en este país de nuestros amores, asesinos etarras en serie se pavonean por las calles sin pedir perdón ninguno de ellos y algunos, hasta se dedican todavía a seguir puteando (discúlpenme la palabra, no encuentro otra más ad-hoc) a su víctimas (pregúntenselo a la Sra. Baglieto).

            Una vez más y como tantas, y por desgracia, hemos de concluír de nuevo con la misma interrogación: sed qvo vadis Evropa?
 
 
            ©L.A.
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