Viernes, 26 de abril de 2024

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Del sexismo en el idioma según el Ayuntamiento de Sevilla

por Luis Antequera

 
María Dolores De Pablo-Blanco
            En la página del Ayuntamiento de Sevilla, y firmada por la actual Teniente de Alcalde Delegada de Familia, Asuntos Sociales y Zonas de Especial Actuación, Dª María Dolores de Pablo-Blanco Oliden, pueden Vds. encontrar esta perlita que prefiero no definir, una prueba más de las cosas a las que se dedican los poderes públicos cuando los que los ejercen no saben muy bien cuáles son sus competencias y aquello para lo que han sido elegidos. Ahí va, pues, sin mayor dilación. Disfrútenlo.
 
            “Desde el Área de Innovación del Ayuntamiento de Sevilla se está desarrollando un sistema de información que permita la Modernización Administrativa [¿me puede explicar alguien por qué con mayúsculas?] de los servicios públicos que ofrece nuestro Ayuntamiento.
 
            Esta modernización  [ahora ya sin mayúsculas, ¿por qué antes sí y ahora no?] permitirá, por un lado, dar cumplimiento de [“a”, señora mía, “a”] los derechos reconocidos a la ciudadanía en la Ley 11/2007, de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos, y por otro lado, avanzar en la eficacia y eficiencia en ["de", "en" es repetitivo] la gestión interna del Ayuntamiento de Sevilla, en [¡bravo! ¡tres "en" en 14 palabras!] lo relativo a la gestión de las relaciones con los ciudadanos y ciudadanas, empresas y otras administraciones de forma electrónica, ofreciendo servicios públicos electrónicos accesibles y de calidad a la Sociedad [¿y esta mayúscula por qué?].
 
            Todos estos avances tecnológicos y administrativos deben compaginarse con la Ley Orgánica 3/2007, para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, la cual, en su artículo 14 apart. 11, determina como uno de los criterios generales de actuación de los Poderes Públicos, “la implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”.
 
            Asimismo, esta misma disposición legislativa, recoge en su artículo 28.4 que “en los proyectos del ámbito de las tecnologías de la información y la comunicación sufragados total o parcialmente con dinero público, se garantizará que su lenguaje y contenidos sean no sexistas” [y lo contenta que está Vd. de que lo garantice ¿verdad?].
 
            El Sexismo Lingüístico [¡y dale con las mayúsculas!] es el uso discriminatorio del lenguaje que se hace por razón de sexo [tiene gracia, desde que los seres humanos hemos dejado de tener sexo para tener género, las palabras han dejado de tener género para tener sexo]. El sexismo no está en la lengua en sí misma [la coma, Tenienta de Alcalde, la coma] sino en los usos que hacemos de ella, los cuáles, al ser reflejo de la cultura androcéntrica [¡¡¡¿andro-quéééé?!!!] en la que vivimos, muestran que el sexo comúnmente más discriminado sea el femenino.
 
            La [la "s" señora mía, la "s": está Vd. dando una lección de gramática, vamos a dar un poquito de ejemplo ¿no?] políticas públicas desarrolladas por el Excmo. Ayuntamiento de Sevilla han tenido como eje central el Principio de Igualdad [¡cómo se ve que son gratis (las mayúsculas)!], lo que nos está permitiendo experimentar, en las últimas décadas, una transformación social de gran magnitud de la que han sido protagonistas las andaluzas y los andaluces [¿y los andalucitos y las andalucitas por qué no?, puestos a no discriminar, no veo razón para hacerlo con los menores de edad; por cierto, y esta vez, ¿por qué no con mayúsculas?]; esto está determinando que Mujeres y Hombres [¡ah, menos mal, aquí sí!] seamos copartícipes de la vida social, económica, jurídica y política.
 
            Llegados a este punto, es preciso reclamar de la lengua [y el idioma, ¿no?, ¿por qué LA lengua y no EL idioma?] española [y español] la flexibilidad suficiente para atender las demandas de una ciudadanía [la ciudadanía, es decir los ciudadanos, no demanda ni dice nada, la que lo dice todo es Vd., señora mía] que requiere una comunicación efectiva, pero que no sea ambigua, discriminatoria ni excluyente y donde los términos representen con justicia la realidad que designan.
 
            Si esto no es así, de poco sirve que la comunicación responda al principio de economía lingüística [¡¡¡¿principio de quéééé?!!!], como sucede con la inercia del uso del género masculino [¿y por qué no “Género Masculino”, con mayúsculas? ¡Ah, no, que es el masculino!] para representar a ambos géneros, suprimiendo el femenino como forma de justificación de esa teoría de la economía de lenguaje [la verdad, empiezo a perderme, querida Tenienta.. o tenientesa, o Tenientesa, ¡qué sé yo!].
 
            De este modo, se hace necesario evitar, siempre que sea posible, el masculino genérico, haciendo uso de los múltiples recursos de los que dispone nuestra lengua [y nuestrO idioma, por favor]. La mayoría no contravienen [sobra una "n", mi Tenienta, aprenda a hablar el español antes de dar lecciones a los demás de cómo hacerlo] el principio de economía de lenguaje, sino todo lo contrario, ya que se caracterizan [la "n", mi Tenienta, la "n", esa maldita "n" que nos va a matar] precisamente por su brevedad. Solo algunos son algo más dilatados [el punto, señora, ahora falta el punto. ¡Ah, y "solo", utilizado aquí como adverbio, lleva acento!]
 
            Sin embargo, no podemos olvidar que el principio fundamental del lenguaje [y la lengua, ¿no?, incurre Vd. en lo que critica] es que la comunicación sea efectiva, por lo que, en el peor de los casos, siempre será preferible usar un término más a que el mensaje resulte equívoco y/o sexista [discúlpeme Vd. pero aquí lo único equívoco es la colección de sandeces que nos está colando Vd.; por cierto, ¿sexista... o sexisto?].
 
            La lengua [y EL idioma, insisto], que es una construcción cultural, contribuye a transmitir (o modificar) la realidad que las personas [y personos ¿no? ¡vamos, digo yo! personas y personos] conocemos. En los mensajes escritos y hablado [la "s", señora mía, la "s"], la lengua [o idioma] no sólo es un vehículo de comunicación que transmite ideas, pensamientos, sentimientos e información [me gusta, me gusta, palabras de sexo masculino y femenino juntas, así se hace], sino que también contribuye a transmitir la ideología y las relaciones de poder de la sociedad que le es propia.
 
            Las convenciones sociales, y el lenguaje [o lengua] también lo es, otorgan a determinados sectores sociales el privilegio de la voz y de la representación [sic, sic y requetesic], mientras que a otros los excluye de él [me perdí, esta vez sí que me perdí]. Y es responsabilidad política de este Ayuntamiento de Sevilla, como principio y en cumplimiento de las disposiciones legislativas vigentes, impulsar y acompasar los cambios sociales con los cambios lingüísticos, y lograr, gracias al carácter preformativo [¡¡¡¿el carácter preforma-quéééé?!!!] del lenguaje, que éste se convierta en el cauce sobre el ["que", señora mía, falta un “que”, que yo, ya puestos, acompañaría de un "qua"] sedimentar y legitimar la presencia de las mujeres, en condiciones de igualdad, en los espacios del poder y de la autoridad [me gusta, EL poder y LA autoridad, ahora sí, así se hace Tenientesa].
 
            Por todo esto [o esta], en esta etapa [o momento] decisiva [decisiv@], legitimar cualquier [cualquiera] uso [o utilización] discriminatorio [discriminatori@] y excluyente [excluyento/a] de nuestra lengua [o nuestro idioma] supone dar carta [o sello] de naturaleza [o campo] a la ideología [o ideario] que lo justifica [justific@].
 
            Es evidente [evidento/a] la necesidad y oportunidad [dos femeninos seguidos, no lo apruebo] de esta nueva herramienta [o útil] de trabajo [o tarea] y esperamos [nosotros y nosotras] que tanto responsables [y responsablas] de órganos [u oficinas] gestores [gestoros/as] de este Ayuntamiento [o casa consistorial], personal [o plantilla] técnico y administrativo [tecnic@ y administrativ@], así como cualquier [cualquiero/a] otra [otr@] persona [o persono] que opte por hacer uso [o utilización] de este instrumento [o herramienta], encontremos [nosotras y nosotros] en él [o ella] las pautas [y los parámetros] adecuadas [adecuad@s] para hacer también [tambiena] de nuestro [nuestr@] idioma [o lengua] un instrumento [o herramienta] de comunicación [o entendimiento] en igualdad [o imbecilidad].
 
            La finalidad [o fin] de esta herramienta [o instrumento] es la de constituirse [o constituirsA] en un utensilio  [herramienta otra vez] que, validado y asumido [validad@ y asumid@] por el Excmo. Ayuntamiento [o Casa Consistorial] de Sevilla [o Hispalis], incorpore y garantice [garantizo/a] un uso [o utilización] de lenguaje [o lengua] no sexista [imbécil] en todos los procesos [o pautas] de comunicación [o entendimiento] emanados [emand@s] directa o indirectamente [directo o indirectomente] de dicha entidad [¡¡¡¿de cuáááálll?!!!].
 
            En Sevilla [Hispalis], a 23 de Noviembre [o noviembra, novihembra y novimacho. ¿Por qué demonios los meses tienen que ser masculinos? ¿eh? ¿por qué demonios? ¡Los doce además, ni uno femenino!] de 2011 [dosa mila onza].
 
            Fdo. Dª Mª Dolores de Pablo-Blanco Oliden [¡¡¡ummmm!!! ¡¡¡dos apellidos masculinos!!! no me gusta]
 
            Tte. [Tenienta (o Tenientesa)] de Alcalde [¿de Alcalde, de Alcalda o de Alcaldesa? Habría que discutirlo] Delegada [Delegad@] de Familia [o Clan], Asuntos [o Cuestiones] Sociales [Socialos/Socialas] y Zonas [o Espacios] de Especial [Especialo/Especiala] Actuación [o Acción].
 
            Ayuntamiento [Casa Consistorial] de Sevilla [¡¡¡Hispalis!!!]"
 
            Una pregunta: el Ayuntamiento de Sevilla, ¿no es uno que ahora tenía alcalde del PP?
 
 
            ©L.A.
            encuerpoyalma@movistar.es
 
 
 
 
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