Viernes, 19 de abril de 2024

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Del penoso resultado para España en las elecciones de ayer (las dos)

por En cuerpo y alma

 
            Las elecciones habidas lugar ayer en dos regiones de España, Galicia y País Vasco, admiten dos enfoques claramente diferenciables. Por un lado, un enfoque partidista; por otro, un enfoque nacional. Vamos pues con ambos.

            Desde el primer punto de vista, se puede hablar con toda propiedad de un éxito cuanto menos importante del Partido Popular, y de un fracaso sin precedentes del pesoísmo, como si quisieran dar la razón al bueno de Giulio Andreotti, ejemplo paradigmático del político maso-mafio-maquivélico, que decía aquello de “el poder desgasta a quien no lo tiene”.
 
            Éxito del Partido Popular que aun a pesar de la tremenda política de recortes que se ve obligado a practicar, es capaz de revalidar, y aún de aumentar, su mayoría en una de las regiones, mientras mantiene el tipo en la otra, con un descenso de apenas tres escaños de los trece de los que disponía. Desde este punto de vista, cabe concluir que el pueblo español comprende las medidas adoptadas por el gobierno nacional PP y hasta las aprueba, por lo que se abstiene de castigar al gobierno que las pone en práctica.
 
            Fracaso sin paliativos en el pesoísmo que se ve ahora ante la dura encrucijada de volver sus ojos al centro para disputarle ahí los votantes a su enemigo natural, el PP, o volverlos hacia su izquierda, para disputárselos a la variada amalgama de la extrema izquierda española, que crece inexorablemente a causa de la gravedad de la situación. Optará por esto segundo, no les quepa duda... Se equivocará. El momento era ideal para acometer de una vez por la renovación que le debe la izquierda a España: una renovación de siglas, símbolos, esquemas de pensamiento, planteamientos ideológicos, estrategias, discursos, personas... Pero no lo van a hacer.
 
            Vamos ahora al segundo enfoque que quería realizar, el que busca el análisis desde el punto de vista nacional. Pues bien, desde esta perspectiva, y más allá de que la situación pueda ser aún empeorable (y si no se ponen ya los remedios oportunos lo será), estamos ante una catástrofe sin precedentes, en la que se demuestra que España camina peligrosamente hacia el abismo, hacia la nada, hacia la muerte…
  
                                                                                     Europa Press

           Lo del País Vasco no tiene nombre, con un parlamento y un electorado que han pasado de repartirse, por mor de los errores cometidos por los partidos nacionales, a partes iguales independentismo y pro-españolismo, para pasar a hacerlo ahora a tercios tres grupos: independentismo no terrorista, independentismo terrorista, y constitucionalismo o pro-españolismo. Y ello aun aceptando que el pesoísmo milita en dicha categoría del pro-españolismo, un término que después de casi medio siglo de renegar de España sus dirigentes, seguramente rechaza bastante más de la mitad de su electorado vasco y un porcentaje no muy inferior de su entero electorado español.
 
            Cabe consolarse un poco pensando que el pro-españolismo vascongado se ha refugiado en una abstención de resignación, harto ya de ver que el mensaje de los supuestos pro-españolistas se desliza peligrosamente hacia el nacionalismo disgregador, y es incapaz de brindar buenas razones para votar, castigando a cada partido con las penas proporcionales a su culpa: más al pesoísmo, que pierde nueve escaños ¡¡¡y un 11,6% de su cuota electoral!!!, al pasar de un 30,7% a un 19,1% de votos en el cómputo total. Y algo menos al Partido Popular, que pierde tres escaños y un 2,4% de cuota electoral, al pasar de un 14,1% a un 11,7% de los votos.
  
                                                                                                         Europa Press

           En Galicia, y por inconscientes del asunto que se hayan mostrado los analistas al respecto, el mensaje no es menos claro. Es verdad, como decíamos arriba, que el PP gana tres escaños nuevos, pero lo hace en realidad con la pérdida de un 1% en sus votos (pasa del 46,7% al 45,7% de votos), beneficiándose claramente de la división del voto en las trincheras enemigas, que tal y no otra ha sido la verdadera jugada maestra de Feijóo al convocar elecciones.

            Pero el análisis de lo ocurrido en éstas no deja lugar sino al desaliento: el nacionalismo gallego, de signo inequívocamente independentista, gana nada menos que cuatro nuevos escaños, al pasar de doce a dieciséis… ¡¡¡y aumenta en un 50% sus votos!!!, al pasar su cuota electoral de un 16% a un 24% (¡uno de cada cuatro gallegos independentista ¿se puede creer?!). Y una vez más castigando a cada partido nacional proporcionalmente a sus culpas: un 1% de votos al PP, ¡¡¡un 11% de votos al pesoísmo!!!
 
            Y eso que el independentismo gallego concurría en la peor de las divisiones posibles desde el punto de vista electoral, la que lo parte literalmente en dos porciones iguales. Que de no haberlo hecho así, habría superado ampliamente al pesoísmo (de hecho tiene un 3,5% más de votos, aunque haya redundado en menos escaños), y habría dificultado mucho la mayoría absoluta del PP (gracias a Dios, ellos también cometen errores). Por cierto, que los escaños todavía en disputa por los estrechos márgenes en los que se han atribuído, son todos para los nacionalistas, dos en detrimento del PP (uno en LA Coruña, y el otro en Pontevedra), y otros dos en detrimento del pesoísmo (uno en Lugo y el otro en Orense).
 
            Con estos resultados, ¿hace falta ser un genio para comprender que el deslizamiento, muy evidente en el caso del pesoísmo, algo menos en el del Partido Popular, hacia el mensaje nacionalista y la asunción de los postulados básicos del nacionalismo, sólo está reportando ventajas a los partidos y a los mensajes genuinamente nacionalistas? En realidad, -mucho me temo-, basta con ser político para no enterarse.
 
            Quizás sea el momento de aceptar que tienen razón los que critican el gran error que supusieron las declaraciones de Wert afirmando que “hay que españolizar Cataluña”… y reconocer que lo que lamentablemente urge hacer a estas alturas es… ¡¡¡españolizar España!!!
 
 
            ©L.A.
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