Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

Un experto en García Morente destaca la radicalidad de su conversión

Del agnosticismo al sacerdocio, tras el asesinato de su yerno y un místico «hecho extraordinario»

Manuel García Morente en su despacho, cuando aún era un reputado filósofo kantiano y agnóstico.
Manuel García Morente en su despacho, cuando aún era un reputado filósofo kantiano y agnóstico.

Carmelo López-Arias / ReL

El filósofo Manuel García Morente nació en Arjonilla (Jaén) en 1886, fue profesor de la Institución Libre de Enseñanza, catedrático de Ética en la Universidad Central de Madrid y decano de su Facultad de Filosofía y Letras y un autor célebre por su agnosticismo, de raíz kantiana. Cuando murió en Madrid en 1942, viudo y con dos hijas -una de ellas religiosa- era sacerdote y ya había escrito su obra más célebre, Idea de la Hispanidad.

En 1937, conmovido tras el asesinato de su yerno por milicianos frentepopulistas, algo pasó en una habitación prestada donde malvivía en París que dio un vuelco a su vida y le devolvió a la fe perdida en la infancia. Lo describió en un librito tan relevante como su título, que no se publicó hasta 1951 y acaba de ser reeditado: El hecho extraordinario (Encuentro).



Si alguien puede conocer cómo influyó lo que allí sucediera en el alma de García Morente es uno de sus grandes estudiosos, Josep María Montiu de Nuix, canónigo de la catedral de Solsona, matemático y doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona precisamente con una tesis sobre Morente.



Le ha consagrado varias obras, entre ellas Manuel García Morente. Vida y pensamiento y Manuel García Morente, el catedrático: de cosmovisión sin Dios a llama de amor.

Mosén Josep María no tiene dudas sobre la pertinencia de seguir editando sus obras y, sobre todo, de releerlas o, quien las desconozca, leerlas por primera vez. Por eso su contribución al VIº Congreso Mundial de Metafísica, que se celebra en Salamanca del 12 al 14 de noviembre, será sobre él: Mística y metafísica en Morente. Mantiene toda su vigencia.

-¿Tiene aún cosas que decirnos García Morente?

-Morente es trepidantemente actual, tremendo.

-¿Por qué perdió la fe?
-Era hijo de Casiana, católica, y de Gumersindo, de fuertes prejuicios contra la Iglesia. Manuel, siendo aún muy joven, perdió su fe. Confundido por la diversidad de creencias de sus compañeros de Liceo falsamente concluyó: todas las religiones son iguales, todas son falsas.

-¿Cuál era su posición sobre Dios en el momento previo a su conversión?

-En Buenos Aires, en 1934, tocó el tema de Dios. Primero, afirmó el agnosticismo filosófico: la razón no me puede decir si Dios existe. Segundo, negó, sentimentalmente, el ateísmo teórico: siento que Dios existe; Dios es infinito. Tercero, defendió “cierto” ateísmo práctico: Dios es irrelevante para el mundo, no puede influir en él.


Tres de los grandes filósofos españoles del siglo XX. A la izquierda, Xavier Zubiri (18981983), sacerdote en el momento de captarse la imagen; en 1935 dejó los hábitos de forma regular (algo muy raro en su época) y se casó con una hija de Américo Castro, y fue siempre un metafísico católico. En el centro, José Ortega y Gasset (18831955), agnóstico. A la derecha, Manuel García Morente (18861942), agnóstico en la época de la foto; se ordenó sacerdote y dijo su primera misa el 1 de enero de 1941, un año antes de morir.

-¿Y la religión?
-Concebía la religión como la zona del ensueño. Posteriormente, sentenciará: “He vivido sin Dios y ahora me parece que entonces estaba como muerto”. En 1937, al descubrir a Cristo, al encontrar la verdad, dirá, por contraposición a la mezcla de verdades y errores de su vieja “idea de Dios”: ése, Cristo, sí que es el verdadero Dios. Abrazando ya al que tanto deseó, Cristo amado.

-¿Había en él algo de soberbia intelectual?

-El catedrático Morente, antes de convertirse, identificaba religión sobrenatural con grande ignorancia y, también, filosofía no creyente con superioridad y suma sabiduría. Le habría venido bien el consejo del Quijote: "Llaneza, amigo Sancho, llaneza".



-Morente apreciaba mucho a su yerno, un devoto católico. ¿Qué influencia tuvo su asesinato en su propia conversión?
-Su purpúreo testimonio, creyéndolo mártir, tocó su alma, fue una verdadera campanada, influyó mucho en orden a su conversión. La sangre de mártires es semilla de cristianos.

-¿Qué pasó en aquella noche del 29 al 30 de abril de 1937? ¿Fue místico ese "hecho extraordinario"?
-Se creía indigno de haber experimentado un hecho místico. El "hecho extraordinario" fue una percepción de Cristo, pero sin sensaciones. Fue un hecho místico extraordinario. Fue un gran abrazo de amor con Cristo.

-¿Se habría convertido Morente sin ese "hecho extraordinario"?

-Ser tumbado y fulminado, la conversión de su voluntad, su creencia en Cristo, precedió al "hecho extraordinario". Éste, sin embargo, confirmó y fortificó su frágil y recién nacida conversión. Pero aún quedaba mucho por convertir. Su conversión intelectual será progresiva y paulatina. Conversión tan profunda, que durará años, no habría sido posible sin el "hecho extraordinario", gran ayuda sobrenatural, grande caricia de Cristo.

-¿Por qué no se “contentó” con la conversión y quiso ser sacerdote?
-El sacerdocio ministerial le es vocación sobrenatural, seguimiento de Aquel al que amó, correspondencia en prenda de amor al Cristo amante del "hecho extraordinario".



-¿Y su conversión filosófica? ¿Fue real su "conversión" de Kant a Santo Tomás de Aquino, o fue sólo una exigencia de su nueva formación sacerdotal?
-Su conversión fue real. Cuando ya lo que le interesa de las cosas es la verdad objetiva, infundadamente le siguen llamando kantiano. Ya converso, descubre que la filosofía del Aquinate es filosofía verdadera. Eudaldo Forment, catedrático de Metafísica en la Universidad de Barcelona, ha mostrado que Morente devino tomista en sentido amplio, en progresiva, personalísima, sincera, filosófica maduración.

-¿Cómo recibieron su conversión y ordenación sus maestros y discípulos?
-Muchos de sus antiguos influyentes amigos no le perdonaron su conversión al cristianismo. Pues, Cristo, luz infinita, sabiduría suprema, es signo de contradicción.

-Y ¿cómo se recibió su conversión en la Iglesia?
-Durante su vida muchos católicos desconfiaron de la sinceridad de su conversión. Él lo llevó humildemente. Sin embargo, su director espiritual, el luego obispo José María García Lahiguera, y el arzobispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, estuvieron encantados con él. Hoy hay fundamento para pensar en la posible introducción de su causa de canonización. El académico Manuel Guerra Gómez, que fue presidente de la Facultad de Teología de Burgos, acaba de escribir un estudio titulado San Manuel García Morente.



 FICHA TÉCNICA  COMPRA ONLINE
Título: El "hecho extraordinario"
Ocio Hispano
Autor: Manuel García Morente  
Editorial: Encuentro  
Páginas: 70 páginas  
Precio 10,00 €  

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