Sábado, 20 de abril de 2024

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De San Juan Damasceno, en el día de su festividad

por En cuerpo y alma

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            Ayer 4 de diciembre celebraba el santoral cristiano dos grandes santos: Santa Bárbara, cuya figura glosamos ya el pasado año (pinche aquí si le interesa el personaje) de un lado, y San Juan Damasceno de otro. Pues bien, a éste dedicamos nuestra entrada de hoy.
 
            Juan de Damasco, o como es más conocido en lengua española, Juan Damasceno, nace entre los años 675 y 676 en Damasco, a la sazón, capital del Califato omeya, haciéndolo durante el reinado del califa musulmán Muawiya I, quinto califa en el cómputo general, segundo de los de la dinastía omeya y primero de los califas de Damasco.
 
            Juan nace en una familia prominente llamada Mansur, que significa “el victorioso”, misma raíz que da nombre al español Abu ‘Amir Muhammad ben Abi ‘Amir al-Maʿafirí, más conocido como Almanzor, y perteneciente al importante clan o de los Taghlib o de los Kalb. Su nombre original sería Yuhanna (o Yanah) ben Mansur ben Sarjun. Su padre se llama Sarjun (Sergio) y a pesar de su religión cristiana, habría llegado a ser un importante funcionario de la corte califal en Damasco. Su abuelo, Mansur Bin Sargun, había sido el gobernador de la región con el Emperador Heraclio y probablemente, el que rinde la ciudad a los árabes.
 
            Juan se forma en un ambiente cultural greco-cristiano, pero también en el árabo-islámico con el que convive, demostrando en sus obras un gran conocimiento de su cultura. Su tutor pudo ser un siciliano de nombre Cosmas, secuestrado por los árabes en Sicilia y rescatado por el padre de Juan, que también lo sería de otro gran pensador de la época San Cosme de Maiuma. A él se han de atribuir la esmerada educación que Juan recibe en los ámbitos de la música, la astronomía, la teología, la filosofía, las matemáticas y la geometría.
 
            Con gran probabilidad, Juan habría servido como alto funcionario en la corte califal de Damasco antes de ordenarse sacerdote e ingresar como monje en el monasterio de Mar Saba (San Saba). Ello bien pudo ocurrir hacia el 706, cuando durante el reinado del décimo califa, Walid I, éste da una vuelta de tuerca en la islamización de la región, pero es en todo caso seguro que ya era monje cuando tras el sitio de Constantinopla del 717 tiene lugar la polémica de la iconoclastia, el movimiento contra la veneración de imágenes que se suscita en el seno del cristianismo precisamente ante la pujanza del islam, contrario, como se sabe, a todo tipo de representación y culto de las imágenes. Precisamente con el decreto del Emperador León III prohibiendo el culto de imágenes, despunta el genio literario de Juan con su “Tratado apologético contra los que censuran las santas imágenes” en tres volúmenes, cuyo solo título expresa con claridad su posición sobre el tema. El Tratado del Damasceno será ampliamente utilizado durante el segundo Concilio de Nicea del año 787 para fijar la posición del cristianismo sobre el tema.
 
            No es ni mucho menos su única obra escrita, porque además, el Damasceno escribe una “Fuente de sabiduría” en tres libros. El primero, conocido como “Dialéctica”, es de tipo filosófico. El segundo es el “Perì hairéseōn” (“Sobre la Herejías”), y en él rebate todas las grandes herejías de su época, a saber, la jacobita, la nestoriana, la maniquea, la monotelita. Por cierto que dedica el último capítulo a la que llama “la herejía de los ismailitas”, a saber, el islam (pinche aquí para conocer todo sobre el tema con la traducción de lo que el Damasceno dice del islam). El tercero es una “Exposición exacta de la fe ortodoxa”, resumen de los libros dogmáticos de los padres de la Iglesia, que ejercerá gran influencia sobre los autores de la Escolástica.
 
            El Damasceno es uno de los más grandes escritores marianos de la historia. Su “Homilía sobre la Anunciación” pasa por ser el primer escrito de la historia traducido al árabe. Amén de ello, es uno de los grandes valedores del dogma de la asunción, como se sabe, último declarado por la Iglesia Católica, en tiempos tan cercanos como el año 1950, en que lo hace el Papa Pío XII (pinche aquí para conocer sobre el tema). De hecho al Damasceno se atribuyen también una serie de himnos marianos, y también de otras temáticas, que podrían haber ido musicados.
 
            De la pluma de Juan de Damasco salen también otros escritos como la “Carta a Cosmas” y otros, y se le atribuye también la obra “Vida de los santos Barlaam y Josafat”.
 
            Juan muere el 4 de diciembre del año 749, teniendo por lo tanto unos setenta y cuatro años de edad, en el monasterio de Mar Sabe en el que profesaba, haciéndolo en olor de santidad.
 
            Aparte de sus propias obras que, como es lógico, aportan también cierta información al respecto, la fuente principal sobre su vida debe atribuirse a un tal Miguel, un monje que escribe en lengua árabe su biografía en el año 1084. Y aunque él mismo afirme en su obra que no existía por entonces nada sobre la vida del Damasceno, bien pudo basarse en algún escrito anterior del s. IX o X. La obra de Miguel será traducida al griego por Juan de Jerusalén, que podría ser el patriarca de la importante iglesia cristiana del mismo nombre.
 
            La iglesia Católica reconoce a Juan Damasceno como el último de los Padres de la Iglesia. Es canonizado en seguida, y en 1883, el Papa León XIII lo declara doctor de la Iglesia. Tradicionalmente ha venido siendo venerado el 27 de marzo, aunque durante la reforma del santoral de 1969 se le asigna la festividad del 4 de diciembre.
 
 
            Y bien amigos, esto es todo por hoy. Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Por aquí seguimos viéndonos… si lo tienen Vds. a bien, naturalmente.
 
 
            ©L.A.
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