Viernes, 19 de abril de 2024

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De San Benito de Nursia, en el día de su festividad

por En cuerpo y alma

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            El evangelizador de Europa. El fundador del monacato occidental, un fenómeno que aunque hoy contemplemos en declive y con una baja incidencia en la vida de nuestras sociedades, sin que quiera ello decir que vaya a desaparecer o que incluso no pueda renacer, ha sido fundamental y ha dibujado el paisaje sociológico europeo durante quince enteros siglos.
 
            Cuando Benito nace, el Imperio Romano de Occidente acaba de desaparecer con la ejecución del último emperador, Rómulo Augústulo, por el bárbaro Odoacro en el año 476. El caos se enseñorea de Europa y apenas queda una referencia a la que dirigir la vista, más o menos lejana según el lugar, en el papado romano, lo que no libra a la Ciudad Eterna de sufrir el general saqueo y destrucción que asuela el continente. Una situación que mal que bien vendrá a perdurar hasta que el ostrogodo Teodorico, admirador de la cultura romana, se proclama rey de Italia en 494, gobernando el país desde Ravena.
 
            En ambiente tal y en el seno de una familia patricia nace en la ciudad italiana de Nursia, en el año 480 d. C., Benito, fruto de un parto doble junto con su hermana Escolástica, santa, por cierto, como él. A los catorce años es enviado a Roma para estudiar la carrera político-administrativa, retórica y filosofía, pero decepcionado por la vida política y moral de la ciudad, se retira a una cueva, el “Sacro Speco”, en Subiaco. Precisamente en Subiaco, en las ruinas de una villa del emperador Nerón, construye junto a sus discípulos primeros, Plácido y Macario, el primer monasterio de Europa.
 
            Años después, en Montecassino, da plena forma al proyecto y escribe su famosa “Regula monasteriorum” en la que alternan armónicamente trabajo y oración y con la que importa a occidente la vida de los eremitas de los desiertos de Oriente, aunque eso sí, no sin una diferencia esencial: se trata de una vida en comunidad, no en solitario.
 
            Consta la Regula de 73 capítulos, y será la que adopten Benito de Aniano en el siglo IX, la orden del Cluny, la del Císter en el siglo XI, la camaldulense, la olivetana la silvestrina… que actualmente es la de unos setecientos monasterios masculinos y unos novecientos femeninos en el mundo, por cierto, tanto en el ámbito católico como en el ortodoxo o el protestante.
 
            San Benito de Nursia estructura la vida de los monjes de acuerdo con unos cánones horarios estrictos, en la base no sólo de lo que será en adelante la vida monástica, sino también en buena medida, la vida cotidiana de los europeos: sólo a modo de anécdota, ¿a que no sabía Vd. que si no la siesta en sí, sí debemos a San Benito la palabra que la describe “siesta”? (pinche aquí y conocerá cómo y por qué)
 
            Con la creación de su regla y los numerosos monasterios que la adoptan, Benito marca el camino de la evangelización de los muchos pueblos europeos que aún están sin evangelizar cuando él vive, extendidos, como bien dirá Pablo VI en su carta apostólica “Pacis Nuntius”, “desde las costas mediterráneas a la península escandinava, desde Irlanda hasta las llanuras de Polonia”. De hecho, los monjes benedictinos servirán de puente entre el mundo antiguo y el medievo, rescatando y transmitiendo el patrimonio grecorromano, y harán de la diversidad de los distintos pueblos del continente una comunidad cohesionada en torno a idénticos valores espirituales, morales y humanos, constitutivos de aquello que Juan Pablo II denominaba, y no sin acierto, “las raíces cristianas de Europa”.
 
            San Benito vendrá a fallecer en Montecasino el 21 de marzo del año 547, a la edad de 67 años pues. Sus reliquias se conservan en la abadía de Saint-Benoît-sur-Loire (Fleury), cercana a Orleans y en la de Germigny-des-Prés, en Francia. La única fuente sobre su vida es el libro segundo de los “Diálogos” del Papa San Gregorio Magno.
 
            Canonizado en 1220 por el Papa Honorio III, celébrase su festividad el 11 de julio entre los católicos y el 14 de marzo entre los cristianos orientales. Ejerce multitud de patronazgos, entre los cuales el de archiveros, agricultores, ingenieros, curtidores, moribundos, granjeros; el de su villa natal de Nursia en Italia y la de Heerdt cerca de Düsseldorf; el de la propia Italia; el de los religiosos de congregaciones religiosas… pero por encima de todo, ejerce uno, el de Europa.
 
            Desde el año 2005 un galardón lleva su nombre, galardón cuya primera edición es otorgada a un “prometedor” teólogo llamado Joseph Ratzinger que, dicho sea de paso, será electo papa apenas dieciocho días después. ¡Hasta qué punto pesaba el galardón en el recuerdo del teólogo alemán cuando elegía reinar precisamente con el nombre del santo patrono de Europa!
 
            Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
 
 
 
            ©L.A.
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