Viernes, 29 de marzo de 2024

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De la muerte digna en el Día Mundial del maltrato a la vejez

por En cuerpo y alma

 
            Hoy Día Mundial del maltrato a la vejez es un buen día para hablar de ese concepto relativamente novedoso con el que intentan engañarnos otra vez: “la muerte digna”. No me gusta el concepto. Está pensado para hacernos creer que los gobiernos actuales se hacen eco de un problema, a saber, que estábamos muriendo sin dignidad, y que ahora van a regular para que desde este momento, pasemos a morir dignamente. Cuando lo cierto es que nunca la muerte ha sido indigna, como tampoco ahora va a pasar a ser digna. Son conceptos, “muerte”, “dignidad”, que como las líneas paralelas, no se encuentran en ningún sitio, como si habláramos de “naranjas egoístas” o de “perchas adúlteras”, tonterías sin mayor recorrido que, como mucho, dan para una buena metáfora.
 
            Lo único que tenemos ahora y no teníamos antes son mejores medios: medios para morir mejor (no más dignamente), medios para morir más tranquilos, más sosegados, con menos dolor, con más capacidad para que el sufrimiento no nos convierta en el ser que nunca fuimos… pero la muerte va a seguir llegando, antes o después, tan digna o tan indigna, es decir, ni digna ni indigna, exactamente igual que antes.
 
            ¿Por qué entonces son tantos los que se empeñan en calificar la muerte como “digna” o como “indigna”? Pues bien, no porque sí: nos hallamos una vez más y como tantas veces, ante uno de esos conceptos trabajosamente acuñados y moldeados por ideólogos, políticos e ingenieros sociales para vendernos un producto que de otra manera no nos venderían jamás: la muerte precipitada, verdadero “tapado” de la “muerte digna”. Bajo el tortuoso concepto nos cuelan un nuevo ataque a la vida, similar al que representa el asesinato de niños en el vientre de su madre, esta vez contra el segundo ser más indefenso de la sociedad después del nonato: el anciano, el minusválido. Es previsible que detrás vengan los terceros seres más indefensos, los bebés, los niños cuanto más pequeños. Decir esto ahora suena horrible y esos mismos ingenieros nos tapan la boca para hacerlo… no toca todavía. Como cuando sólo hablábamos de fetos exterminados y no querían que habláramos de ancianos y minusválidos sometidos a “muerte digna”. Pero ¡ah amigo!, la primera fase esta conclusa ya: matamos fetos como churros, toca pues pasar ya a la segunda, la eliminación de los “más costosos del estado del bienestar”, y cuando alcancemos la segunda, pero sólo entonces, empezaremos a hablar de la tercera: todavía no.
 
            La regulación de la muerte es un tema que a muchos apasiona, lo que le falta al hombre para ser Dios. Son muchos los que lo quieren enmascarar en el debate de los cuidados paliativos. ¡Bien saben ellos que no es lo mismo! Administrar la muerte es, literalmente, administrar la muerte, y así se está haciendo, tal cual lo cuento, en ese gran laboratorio de la muerte en el que se ha convertido Holanda: a pacientes deprimidos, a pacientes que aún no padecen la enfermedad a la que temen, a pacientes capitidisminuídos que estorban a sus parientes aunque sólo sea para heredar, a personas en suma, que le cuestan caro a la sociedad. Un país, Holanda, cuyos ancianos, como es bien conocido, salen despavoridos del país, aterrorizados por una legislación y unas prácticas contra las que se negaron a luchar cuando pudieron para no ser señalados por los dictadores de lo políticamente correcto, y que ahora, por eso mismo, les toca padecer.
 
            Probablemente no es sino la segunda fase de la Guerra contra la vida en la que se ha embarcado el pensamiento humano de finales del s. XX y principios del XXI, una nueva forma de nihilismo como tantas otras en la historia, a la que, por otro lado, se ve abocada una sociedad que por haberse cargado la natalidad con todos los medios a su alcance, se ve obligada a ahora a eliminar a los grandes consumidores del estado del bienestar fracasado por la falta de jóvenes con que nutrirlo: ancianos y minusválidos. ¿Se creyó alguien que matando niños en el vientre de su madre nos íbamos a salvar de morir como ellos al llegar a ancianos?
 
 
            L.A.
            encuerpoyalma@movistar.es
 
 
 
 
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