Jueves, 28 de marzo de 2024

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De ese judío convertido al cristianismo que compuso la Marcha Nupcial de Mendelssohn

por En cuerpo y alma

 
            Jakob Ludwig Felix Mendelssohn nace en Hamburgo el 3 de febrero de 1809 en una familia judía que no es “cualquier” familia judía. Es su padre el importante banquero Abraham Mendelssohn, y su abuelo el filósofo Moisés Mendelssohn (17291786), preclaro representante de la Haskalá, o Ilustración judía. Es su madre Lea Salomon, políglota, pianista y pintora. Tendrá tres hermanos, Paul, Fanny y Rebecca.
 
            Cuando Félix tiene siete años de edad, su padre se convierte al cristianismo y los cuatro hermanos son bautizados en el luteranismo, momento en el que la familia une a su apellido el de Bartholdy.
 
            Trasladados a Berlín, su madre introduce a Félix en el piano. Con ocho años recibe clases de composición de Carl Friedrich Zelter, recomendado de su tía Sarah Levy, alumna de Wilhelm Friedemann Bach, mecenas de Carl Philipp Emanuel Bach, y poseedora de una importante colección de manuscritos de la familia Bach, que legará a la Singakademie. Con nueve da su primer concierto, con diez empieza a componer, y con once ya ha escrito un trío para piano y cuerdas, una sonata para piano y violín, cuatro piezas para órgano, una opereta cómica en tres actos y una cantata. A los quince compone su ópera “Die beiden Neffen oder der Onkel aus Boston” conocida como “Los dos sobrinos”, y su Primera Sinfonía; a los 16, su “Octeto en mi bemol mayor”; a los 17 la obertura de “El sueño de una noche de verano”; y a los 18 su ópera “Die Hochzeit des Camacho” (La boda de Camacho). Todo ello completado con una esmerada educación en la Universidad de Berlín.

 

 

  
            Mendelssohn viajará a las principales naciones europeas, y entre ellas y sobre todo, a Gran Bretaña, que visita hasta diez veces, donde es aclamado por la mismísima Reina Victoria que luego le levantará una estatua en el Crystal Palace. Escocia inspira dos de sus obras más conocidas, su obertura “Las Hébridas”, y su Tercera Sinfonía, “la Escocesa”. En 1830 compone en Italia su Cuarta Sinfonía, “la Italiana”. En París escribe “La Reforma”, quinta y última de sus sinfonías.
 
            A la muerte de su maestro Zelter en 1832, Félix aspirará a la dirección de la Singakademie de Berlín, que pierde en favor de Karl Rungenhagen, algo en lo que pudo influir tanto su juventud como su condición judía. Comienza a trabajar como director en Düsseldorf y dirige el Festival de Música de la Baja Renania. En 1835 se traslada a Leipzig, donde se hace cargo de la dirección de la Orquesta de la Gewandhaus, y donde estrena una de sus más conocidas obras, su oratorio “Paulus”.
 
            El 28 de marzo de 1837, a los veintisiete años de edad, contrae matrimonio con Cécile Jeanrenaud, hija de un pastor protestante francés, de 17 años, que le dará cinco hijos. Hacia el final de su vida, sucumbirá a los encantos de la soprano sueca Jenny Lind, a la que, de hecho, dedica su inacabada ópera “Lorelei”.
 
            En 1842 compone música para algunos pasajes de la obra de Shakespeare “El sueño de una noche de verano”, para la que ya había escrito en su juventud la obertura, una de cuyas piezas es precisamente, la archiconocida “Marcha nupcial” que acompaña tantas bodas desde que en 1858, la Reina Victoria la incluyera en el repertorio de la boda de su hija Victoria con el príncipe heredero de Prusia Federico.
 


 

            En 1843 funda el Conservatorio de Leipzig, al que se unen músicos de la talla de Robert Schumann, Ferdinand David, Joseph Joachim o Moritz Hauptmann, con un concepto claramente conservador de la música. A su muerte, lo sucede como director del Conservatorio su amigo Ignaz Moscheles, que preservará el originario espíritu de la institución. Ese carácter conservador de su música contribuye a su relación tensa con los autores de su época con los que departió, Hector Berlioz, Richard Wagner (pinche aquí para conocer un poco mejor su figura), Franz Liszt. A requerimiento de Federico Guillermo IV, visita y trabaja también en Berlín.
 
            Tras un breve retiro en Fráncfort, en 1845 vuelve a la Gewandhaus de Leipzig, donde comienzan sus problemas de salud. En 1847 fallece repentinamente su hermana Fanny y él sufre un derrame cerebral. Aunque se restablece, le quedan unos terribles dolores de cabeza acompañados de desmayos. Tras escribir su “Nachtlied” (canción nocturna), el 4 de noviembre de 1847 muere a los 38 años de edad. Será enterrado en el cementerio trinitario de Berlín-Kreuzberg.
 
            Como ser humano, Félix fue una persona muy adornada. Políglota como su madre, su abundante correspondencia exhibe además del dominio de alemán e inglés un fino estilo literario. En su juventud había traducido la comedia “Andria” de Publio Terencio Africano. Era, también como su madre, gran dibujante, dominando las técnicas del óleo y la acuarela. No es, de hecho, el único en su casa que hereda las habilidades maternas: también lo hace su hermana Fanny, pianista y compositora, una de las grandes en un campo tan vedado a la mujer como el de la música clásica, casada con el pintor Wilhelm Hensel.
 
            Amén de ello, era un hombre apacible y feliz. Todo apunta a un carácter generoso y desprendido. De hecho, contribuye decisivamente al rescate de una serie de grandes compositores, entre los cuales Georg Friedrich Haendel, Franz Schubert o Johan Sebastian Bach, a cuya memoria promueve un monumento y cuya “Pasión según San Mateo” arregla y dirige en 1829, primera vez que se ejecutaba desde la muerte de su autor en 1750. Dirigió no pocos conciertos con finalidad benéfica. Todo lo cual no le salvó de las más agrias críticas. Cruelmente atacado por Wagner en su panfleto antisemita “Das Judenthum in der Musik”, “Los judíos en la música”, (habría que preguntarse hasta qué punto podría haber contribuído el extravío de la primera sinfonía que Richard le enviara un día a su escrutinio), el nazismo proscribirá su obra en cuanto judío. El autor de “The Romantic Generation”, Charles Rosen, la trata con poco cariño y Bernard Shaw la asocia al más rancio conservadurismo victoriano.
 
            Se hace inevitable la comparación del genio del judeo-cristiano Mendelssohn con el del cristiano-masónico Mozart. Aunque no llegaron a ser contemporáneos, no les separa una gran diferencia de tiempo -Mozart muere en 1791 y Mendelssohn nace en 1809-, ambos se expresan como aventajadísimos niños prodigio, y ambos mueren más que prematuramente, Félix a los treinta y ocho, Wolfgang a los treinta y cinco. Bien que mientras Mozart deja escrita más de seiscientas obras, treinta y cinco de ellas compuestas en los últimos once meses de su vida (pinche aquí para conocer la profusa actividad del genio salzbuguense durante el último año de su vida), Mendelssohn “sólo” deja poco más de un centenar, 72 publicadas en vida y 49 póstumamente.

            Y bien amigos, esto es todo por hoy. Hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Y escuchen a Mendelssohn, y a Mozart, y a Wagner, y a Haendel... son todos maravillosos.
 
 
            ©L.A.
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