Martes, 23 de abril de 2024

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De "Blanquerna", el papa abdicante que sólo existió en la imaginación de Raimundo Lulio

por En cuerpo y alma

 
            “Blanquerna”, o “Libro de Evast y Blanquerna” por su nombre completo, es, quizás, la obra por excelencia de uno de esos gigantes de la historia española del que tan poco conocemos y al que tan poco valoramos, Raimundo Lulio, misionero, ensayista, novelista, explorador, astrónomo, navegante, filósofo, inventor, y tantas y tantas otras cosas más... Los lectores de esta columna ya lo conocen, pues no dejamos pasar su onomástica sin dedicarle una breve reseña (pinche aquí si desea releerla)
 
            Dividido en cinco libros, “Blanquerna” no deja de ser una suerte de autobiografía idílica inspirada basada en una de las vidas más interesantes de su tiempo, la del propio Raimundo, aunque culminada de una manera muy especial que tal vez formaba parte de los sueños más secretos y recónditos de su autor.
 
            La novela narra la vida de un noble llamado precisamente Blanquerna, como el palacio en el que residía el emperador bizantino, hijo de un tal Evast que anhela vivir una vida de celibato y privación al mismo tiempo que experimentar el placer y el mundo, contradictoria pasión que transmite a su hijo. En tesitura tal, la madre quiere que su hijo Blanquerna case con Cana, a la que aquél convence de hacerse monja mientras él, que desea vivir la vida del ermitaño, se deja tentar sin embargo por la sensual Natana.
 
            Convertido en monje, y tras ser elegido abad del monasterio, su carrera lleva a Blanquerna a ser elegido papa, mientras las tentaciones le siguen asediando. La novela realiza entonces un recorrido por el mundo de los suburbios romanos, con su trastienda de ladrones y prostitutas, y la interacción de ese mundo subterráneo con las más altas esferas de la vida romana, papas, cardenales y emperadores incluídos.
 
 
Libre d´amic e d´amat

           El papa raimundiano Blanquerna acomete una severa reforma de la Iglesia, no sin la ayuda de un personaje llamado, como por casualidad, Ramón, un sabio loco, un juglar, para al final de sus días… ¡renunciar! ¡Sí señor, renunciar para vivir la vida de ermitaño que es la que siempre deseó vivir! Una nueva vida en la que compone una obra, el “Llibre d’Amic e d’Amat” (“Libro del amigo y del amado”) con 365 poemas de amor, tantos como días tiene el año, que viene a componer el quinto libro de “Blanquerna”, pero que, en realidad, bien podría constituír una obra totalmente autónoma y separada.
 
            Escrita en catalán, la primera gran obra de la literatura catalana, se podría decir “el quijote del catalán”, constituye como se ve, un argumento perfectamente actual y moderno, que daría para una magnífica película de plena vigencia, más aún en días como los que corren. Pues bien, está escrita en 1283, y fíjense Vds. la clarividencia de nuestro gran Raimundo, que más allá de lo que nos ha sido dado contemplar estos días, un buen día 13 de diciembre de 1294, es decir, sólo once años después de escrita, se producía la más renombrada renuncia de la historia de la Iglesia, la de un Celestino V (pinche aquí si desea conocer su historia) que para cuando Raimundo está escribiendo su “Blanquerna” no es todavía sino un desconocido ermitaño refugiado en las montañas de Murrone, y que sin embargo, termina correspondiendo como con mágica perfección, a lo que once años antes había relatado Lulio. ¿Habría leído el santo Celestino el “Blanquerna” del sabio mallorquín antes de tomar su decisión?
  
 

           Al gran Raimundo Lulio, la providencia le dará el premio de ver su novela convertida en realidad, pues para cuando Celestino renuncia, Raimundo aún vive. ¿Se imaginan Vds., trasladado a nuestros días, el éxito editorial de Lulio, cuando Peter Sewald, por una mera frase recogida de su entrevista al Papa sobre la abdicación en general ha multiplicado por cien sus ventas estos días? Como quiera que sea, para cuando Blanquerna-Celestino renuncia, “apenas” había cumplido nuestro sabio mallorquín sesenta y dos de los ochenta y tres años con los que la vida habría de obsequiarle para gozo y placer de la sabiduría y del género humano, que entre otros regalos de D. Raimundo, recibió el “Blanquerna” de plena vigencia tal día como hoy.
 
 
            ©L.A.
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