Muere Franco Battiato, músico superventas que lanzaba preguntas espirituales: «¿a quién perteneces?»
Ha muerto en su casa de Sicilia a los 76 años el músico Franco Battiato, que triunfó a nivel internacional en los años 80 con ritmos pop muy comerciales y letras llenas de alusiones espirituales, místicas, sufíes y críticas con el consumismo y los políticos. Más adelante, sus ritmos se hicieron menos comerciales, pero ya tenía un público incondicional enganchado a sus versos.
Muchos le recuerdan por temas como La Era del Jabalí Blanco, Yo quiero verte danzar, Y te vengo a buscar, Perspectiva Nievski, El Cuidado, con sus alusiones orientalistas, exóticas y culteranas que enseguida chocaban con escenas costumbristas. Cantó en Eurovisión en 1984.
Fue el primer músico italiano que logró vender un millón de discos, con su álbum 'La voce del Padrone'. También fue consejero regional en Sicilia: lo destituyeron en 6 meses porque llamaba a los parlamentarios “putas dispuestos a todo”.
En 1989 cantó su tema "Y te vengo a buscar" (letra en español al final de este artículo) en la sala Nervi del Vaticano, con Juan Pablo II. Algunos consideran que fue el primer autor de "música ligera" en hacer un concierto en Ciudad del Vaticano, aunque se puede debatir si eso es exacto.
Franco Battiato canta en el Vaticano en 1989 con Juan Pablo II: "emanciparme del ensueño de las pasiones..."
Fascinado por la mística y la espiritualidad
Aunque a veces negó ser oficialmente budista, hacía meditación según el budismo tibetano cada día, siempre hablaba a favor de la reencarnación y en sus últimos años trabajó en una película sobre la muerte según la mística tibetana.
Hacía su propia mezcla espiritual, aunque a la vez criticaba la Nueva Era. Quizá era por un punto narcisista: Nueva Era sería la adaptación consumista e individualista de los demás, no la que hacía él.
En 1998 dijo: “No es que no sea católico o sea musulmán o budista. No soy nada, quiero dejarlo claro. Soy una persona que busca y cree en la religión de la vida, y eso es todo. Me interesa lo sagrado, lo místico de vivir, sin nombres ni recetas. Lo que está encima de nosotros es tan total y tan universal que no puede tener nombre: es simplemente todo».
Y añadía: "El mar es profundo y misterioso, puedes analizarlo químicamente, pero ¿quién puede describir el encanto que te da con solo mirarlo? Lo mismo pasa con lo divino: son sentimientos sutiles que no pueden reducirse a explicaciones racionales. San Agustín solía decir: no se puede llegar a Dios a pie. Bien, tal vez se pueda llegar a él a pie, pero ciertamente no con la cabeza. El único camino es el corazón».
Convencido de la reencarnación
Criticó al cardenal Ratzinger por hacer su trabajo en Doctrina de la Fe señalando textos de heterodoxos antiguos y modernos, los que gustaban a Battiato. También al Papa Francisco. Y el tema casi siempre era el mismo: que el cristianismo no acepta la reencarnación.
En 2018, entrevistado durante el festival del Mar de Marina di Camerota, dijo: "Lo siento por Bergoglio [el Papa Francisco], que es muy simpático, pero ni siquiera tiene idea de lo que es Dios. No puede decir que un bebé muerto está con Dios ahora. ¿Qué diablos estás diciendo?"
Battiato no protestaba desde la ortodoxia católica (que no tiene una doctrina firme sobre el destino de los bebés sin bautizar pero los encomienda a la misericordia de Dios, que es misericordioso) sino que protestaba desde una posición budista: defendía que el alma espera en el Bardo (una especie de purgatorio budista) a reencarnarse en otro ser.
Entrevistado en 2016 decía sobre este mismo tema de los bebés muertos y la reencarnación decía: "Hay gente que por el modo en que ha vivido ni siquiera entra en el Bardo, va a algún reino interior. Pueden convertirse en un perro, una serpiente, un conejo…".
A lo que desde el cristianismo y la filosofía cabe responder, como el filósofo Paul Williams cuando dejó el budismo y abrazó el catolicismo: "Lo terrorífico de ser ejecutado al alba y renacer como cucaracha es que, simplemente, eso sería mi fin. No puedo imaginar cómo es renacer como cucaracha porque ¡no hay nada que imaginar! Simplemente, no habría nada de mí ahí. Si la reencarnación es cierta, ni yo ni mis seres queridos sobrevivimos a la muerte. El 'yo', la persona real que soy, mi historia, se acaba. Quizá haya otro ser vivo con algún tipo de conexión causal con la vida que yo fui, alguien influido por mi karma, pero yo ya no estoy".
Las grandes preguntas: ¿a quién perteneces?
En ese mismo festival hace 3 años, Franco Battiato al menos animaba a la gente a hacerse en serio las grandes preguntas espirituales. "Has de poder preguntarte: ¿Quién carajo eres?, ¿a quién perteneces y qué haces en tu vida y qué estás buscando? Si un individuo no hace una búsqueda personal nunca podrá llegar a Dios".
Añadía: "las parroquias siempre me han asustado. Amo a los verdaderos místicos, no a los burócratas. Y en general, un alto místico del monaquismo occidental está cerca de un monje budista, de hecho, son idénticos".
Pero luego matizaba que no todas las religiones le parecían iguales. "¿Deben respetarse todas las religiones?", le preguntaban. "Para nada. No, deben decir verdades para merecer respeto. Si alguien dice: "Voy a Irak [a matar] en nombre de Dios", no lo respeto en absoluto."
El ateísmo le parecía una postura perezosa. "Me costó mucho conseguir que algún ateo dijera cosas inteligentes en mi película", dijo, refiriéndose a su documental sobre espiritualidad tibetana. "Por lo general, un ateo ataca al Vaticano como representante de Dios en la Tierra, pero es una posición de bajo nivel", añadía, despectivo.
Sufismo, tibetanos, "algo de hebraísmo"... "un poco de todas"
En 2016, entrevistado en JotDown, resumía así su investigación espiritual de religiones, admitiendo que hizo "un poco" de cada: "Empecé con los místicos indios, a principios de los años setenta. Después el sufismo, en el que profundicé bastante. Después del sufismo encontré el sistema de Gurdjieff, que fueron siete años maravillosos, en el que estudias, te preparas, cambias… Cambias hasta tu signo zodiacal. Yo lo cambié: antes era aries. Y después los tibetanos, también algo de hebraísmo. En definitiva: he estudiado y practicado un poco todas las religiones. Porque al final son todas iguales. Por no hablar de España: santa Teresa de Ávila levitaba y sus compañeras lo sabían, o san Juan de la Cruz, que escribió cosas excepcionales siendo todavía muy joven".
Y añadía: "Dios es amor puro, y antes de llegar a Él hace falta verdaderamente mucha, mucha paciencia". Es el contraste entre el esfuerzo del hombre que intenta llegar a Dios por sus propios medios -como el budista, si cree en Dios- y el Dios cristiano, accesible y cercano para todos mediante el bautismo, la confesión y la comunión.
Battiato decía que no le interesaban las modas o movimientos espirituales y consideraba así a la Nueva Era. "Me gusta hablar con un católico, con un budista. Pero, ¿qué es el budismo? Intenta descubrirlo, con todo lo que se ha escrito. ¡Buda dejó tan solo la tradición oral! Y con Cristo es un poco lo mismo", aseguraba.
Experiencias trascendentes con la música
Pone un ejemplo de religiosidad de 'burocracia' que le molestaba incluso de niño. "Recuerdo un episodio de niño: a mi padre, en la plaza, se le acercó un amigo que le dijo: 'Vi al sacerdote, no sé su nombre, comiendo carne en viernes. ¿Cómo voy a creer en Dios?'".
Battiato se indignaba: "¿Es posible que la fe se reduzca a esto?". Es decir, ¿de verdad alguien deja de creer en Dios, de buscar a Dios, porque ve a un cura comer carne en viernes?
Luego añadía: "No voy a la iglesia porque esa liturgia no me fascina". Pero precisamente su primera experiencia musical y mística fue en la parroquia de su barrio a los 16 años.
En la entrevista en JotDown en 2016 explicó que "era Domingo de Ramos, estábamos saliendo de la iglesia, el cura había puesto una música y yo me sentí como si una fuerza tirara de mí hacia arriba. Para un niño como yo era entonces fue una experiencia increíble. Me acerqué al cura y le pregunté: «Disculpe, ¿qué música es esta?». Y él, me acordaré toda la vida, me respondió: «La escribió Johann Sebastian Bach». Era la Pasión según San Mateo. Es la primera pieza que recuerdo de música clásica, pero antes había escuchado canciones napolitanas, en los patios, casi sin darme cuenta. A los trece años mi padre me compró una guitarra y empecé a rascarla. Fue así como empezó todo".
Cuenta más ejemplos de experiencias trascendentes con la música. "A principios de los noventa, por ejemplo, estaba tocando un armonio, improvisando, y la primera frase que me vino a la mente -no que pensé, sino que me vino de arriba- fue «defiéndeme de las fuerzas contrarias». Apenas acabé de cantar esta frase me detuve. Al día siguiente me vino otra frase. Fue una cosa que duró más de veinte días, casi un mes. El resultado es una canción que se llama «La sombra de la luz», una de las cosas más bellas que he escrito. Y ahí entendí que había una comunicación trascendente".
La canción, efectivamente, puede leerse en clave platónica y hasta cristiana, puesto que es una oración y sólo puede ir dirigida a un Dios que escucha, que crea leyes y tiene poder para responder.
La sombra de la luz
Defiéndeme de las fuerzas contrarias,
En el sueño nocturno cuando no soy consciente,
Cuando mi sendero se hace incierto.
Y no me dejes nunca más,
No me dejes nunca más.
Devuélveme a las zonas más altas,
A uno de tus reinos de calma.
Es tiempo de escapar de este ciclo de vida.
Y no me dejes nunca más,
No me dejes nunca más.
Porque los gozos del más profundo afecto
O del anhelo más sutil del pulso
Sólo son la sombra de la luz.
Recuérdame lo infeliz que me siento
Lejos de todas tus leyes.
Cómo no malgastar el tiempo que me queda.
Y no me dejes nunca más,
No me dejes nunca más.
Por qué la paz de ciertos monasterios
O la armonía vibrante de todos mis sentidos
Sólo son la sombra de la luz.
Y te vengo a buscar
Y te vengo a buscar, aunque sólo para verte o hablar
Porque requiero tu presencia
Para entender mejor mi esencia
Este sentimiento popular nace de mecánicas divinas
Como un arranque místico y sensual me encadena a ti
Debería cambiar el objeto de mis deseos
Sin conformarme con las alegrías cotidianas,
Hacer como un ermitaño que renuncia a si
Y te vengo a buscar, con la excusa de tener que hablar
Porque me gusta lo que piensas y dices
Porque en ti veo mis raíces
Este siglo ya se está acabando,
Saturado de parásitos sin dignidad
Me empuja sólo a ser mejor, con más voluntad
Emanciparse del ensueño de las pasiones,
Buscar al Uno por encima del bien y del mal,
Ser una imagen divina de esta realidad
Y te vengo a buscar
Porque estoy bien contigo,
porque requiero tu presencia.