Sabe de qué habla: ha hecho el camino inverso
Si te propones acabar para siempre con tu fe, un converso te ofrece 10 formas seguras de lograrlo
El autor de estas recomendaciones es un bloguero. No hay mucho más que decir, la red tiene estas cosas. Se hace llamar Jason L., El Haragán (en español, aunque escribe en inglés). Cuando lo publicó tenía 28 años y estudiaba Teología. Sabemos que ama la cerveza Guinness que y es periodista free-lance. Y, lo más importante: está "orgulloso" de haberse convertido a la fe católica.
En una entrada de su blog Subida al Monte Carmelo (ahora recogida en Catholic.net) hizo un interesante elenco de Las diez mejores formas de matar tu fe, con reflexiones de índole espiritual como guía para el lector.
Son, a su juicio, "las diez formas más efectivas de arruinar por completo tu vida espiritual hasta una sequedad absoluta, o al menos hacerle un roto considerable". Así que, concluye, evítalas si quieres que tu vida espiritual crezca.
Veámoslas pues, siguiendo el consejo de Tomás de Kempis en la Imitación de Cristo (I, 5, 1): "No mires quién lo dice, sino atiende a lo que dice".
Las diez mejores formas de matar tu fe
1. Admite que la Iglesia está acabada
Escucha a quienes atacan a la fe sin estar seguro de que tu fe es lo bastante sólida para sostenerla. Así podrás empezar a sentirte aislado, a enfadarte y sentirte lejos de una fe que un día te pareció hermosa, y a asumir que la mayoría de los católicos de hoy están completamente fuera de juego.
2. Sé lo más escrupuloso posible
Ante la imponente realidad de la Presencia Real y de la Santa Comunión, en vez de hacer un buen examen de conciencia y confesarte, si quieres llegar a un estado de locura como el de Nietzsche mira con lupa cada una de tus acciones y considera que todos los pecados son mortales. Vive atemorizado. Te garantizo que tu fe arderá en esas llamas.
3. Olvídate de la Misericordia
Céntrate en la Justicia: tienes que llegar a la conclusión de que Dios no es misericordioso, de que se le hace la boca agua ante la idea de verte gritar en el infierno. Con ello, no solamente matarás tu fe y tu amor a Dios, sino que llegarás fácilmente al mundo opuesto de los anticristianos.
4. Céntrate en la vida espiritual de todo el mundo, salvo en la tuya
Disecciona la de los demás, pero tú no trabajes en tu propia salvación con temor y temblor.
5. No mantengas conversaciones inteligentes sobre religión
Sobre todo, discute mucho. Cada vez que alguien desafíe tu fe de alguna manera, comienza a echar humo por las orejas, ignora lo que está diciendo tu adversario y frústrate todo lo posible.
6. Haz el mínimo de los mínimos que se te exija
Conviértete en un católico vago. Empieza por ir a misa sólo los domingos, luego procurar saltarte alguna, y antes de que te des cuenta estarás yendo solamente en Navidad y Pascua.
Uno empieza cumpliendo el mínimo, luego se salta misas y la pereza espiritual le llevará a parecer un koala en su árbol (foto de Zhang Kenny en Unsplash).
7. Ignora tu fe
Lo mejor para abandonarla es no haberla conocido nunca. No leas las Escrituras, ni a los Santos Padres, no leas libros de teología ni estudies historia. Así, cuando alguien te plantee dudas o ataque la fe, cederás inmediatamente.
8. Procura no comulgar con frecuencia
Eso sería lo que más podría ayudar a tu vida cristiana. Si realmente quieres crecer débil, procura no comulgar, porque si no, cada vez que lo hagas te sentirás limpio y rejuvenecido.
9. Asústate cada vez que veas un desafío contra la fe
Miente, escóndete, huye. Esto es fundamental: cada vez que alguien objete tu fe, da media vuelta y corre. O aún mejor, discúlpate y avergüénzate. Esto te hará sentirte falso en tu fe, desleal, indigno de comulgar, cobarde. Si realmente quieres perder la fe, te aconsejo vivamente que te acobardes ante ella.
10. Por encima de todo: ¡no reces nunca!
No rezar te aleja de la conversación con Dios. Si en verdad deseas matar tu fe, ésta es la vía. La oración es el agua que mantiene vivo el árbol: rechaza el agua, y verás cómo se seca.
(Publicado en ReL el 28 de junio de 2012 y actualizado).