Óscar Rivas recoge en «Misión de audaces» testimonios de los Colegios Juan Pablo II
Historias de vida y conversión en un colegio que evangeliza: «Dejamos trabajar al Señor en libertad»
Óscar Rivas es director de comunicación y relaciones institucionales de la Fundación Educatio Servanda, titular de los Colegios Juan Pablo II y otras instituciones de enseñanza en Madrid, Toledo, Valencia, Almería, Cádiz y Ceuta.
Buena parte de lo que esta fundación es y significa hoy en la sociedad española ha quedado recogio en su libro Misión de audaces (Homo Legens), donde entrevista a fondo a doce personas que han visto sus vidas transformadas gracias a su relación, como padres o como alumnos, con estos centros educativos, en particular el de Alcorcón. Ellos mismos lo cuentan en primera persona, y las historias impactan.
Como dicen en el prólogo Juan Carlos Corvera y Silvia Cano (el matrimonio que en 2006 puso en marcha Educatio Servanda), estas páginas nos presentan "vidas reales contadas con un lenguaje atractivo y directo".
El volumen se subtitula Testimonios y milagros de hoy en día. Y la palabra "milagro" no exagera un ápice.
-No es frecuente abordar la comunidad escolar desde el punto de vista de las conversiones que en ella suceden...
-Creo que el libro, que además de historias de conversión, recoge lecciones de vida, de superación, sintetiza los tres grandes rasgos que, a nuestro modo de ver, configuran la escuela católica: radicalidad, testimonio y apostolado. ¿Por qué radical? Porque etimológicamente, radical viene de raíz y la escuela católica, para serlo, ha de acudir a sus raíces, que no son otras que Jesucristo. Los testimonios del libro se hallan impregnados de esa radicalidad que supuso su encuentro con Dios. Y no solo dan testimonio de ese encuentro, sino que entienden como una misión el hacer apostolado de esa buena nueva que cambió sus vidas de una forma inaudita.
-¿Por qué "audaces"?
-Hay que ser muy valientes para desnudar sus vidas, como ellos las desnudaron conmigo, máxime haciéndolo con sus nombres reales. Pregunté y pregunté y mis preguntas nunca recibieron un no como respuesta. Creo que tenían claro que el libro ayudaría y lo asumieron como una misión. Toda una bendición, ya que el libro no ha dejado de dar frutos desde el primer día. Tanto es así, que sigo sobrecogido.
-Cuando un colegio enfoca su enseñanza a la conversión, las conversiones se producen. ¿Falta ese objetivo evangelizador en muchos colegios religiosos?
-Bueno, no puedo hablar de otros colegios porque no conozco sus realidades. Pero sí te puedo hablar de Educatio Servanda y de los colegios Juan Pablo II, y con toda franqueza, si hubiéramos de atribuirnos algún mérito, este se reduciría a que dejamos trabajar al Señor en libertad. Y ahí están los resultados. Déjale operar y Él hará el resto.
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»Mucha gente que ha leído el libro se muestra impactada por el modo en que sus protagonistas han variado el rumbo de sus vidas. ¿Cómo es posible -me preguntan- que unas vidas, en ocasiones, tan erradas, tan perdidas, puedan experimentar ese giro tan impresionante? Mi respuesta siempre es la misma: generamos el caldo de cultivo dejando que Dios actúe, solo eso. Se lo ponemos fácil, nada más. Luego, Dios sabe lo que tiene que hacer.
-¿Cómo reciben los alumnos y los padres la nítida identidad católica del centro?
-Nuestros colegios constituyen una expresión de la sociedad actual. No se nutren exclusivamente de familias católicas, apostólicas, romanas. Los padres que depositan su confianza en nosotros son hijos de su tiempo, plenamente actuales, para lo bueno, y también para lo menos bueno. Unos vienen atraídos por el ideario, otros porque viven cerca, otros porque les gusta la calidad educativa que ofrecemos, con independencia de la religión…
»Ahora bien, lo que todos tienen muy claro desde el primer día es que la enseñanza que sus hijos van a recibir con nosotros se corresponde con la que ha de esperarse de un colegio católico. En ese sentido, somos muy claros. Tanto como lo era Juan Pablo II, patrón de Educatio Servanda, cuando afirmaba que la escuela católica ha de comunicar a Cristo a fin de que Cristo entre en la vida de los demás. Tratamos de seguir esta máxima.
-Comunicar a Cristo a los hijos... pero no solo a ellos...
-A menudo, son los alumnos quienes dan a conocer a sus padres a Dios; no es infrecuente ver a un padre o a una madre recibir la Primera Comunión el mismo día que su hijo. Esta realidad se hace visible en el libro. ¿Qué te puedo decir? Impresiona.
-¿Es importante la presencia habitual del capellán en el despacho y en los pasillos?
-No es que sea importante, es que es esencial en nuestra clave educativa. Quien lee el libro se da cuenta de ello en las primeras páginas. Nuestros colegios tienen un fuerte componente diocesano. Allí donde hay un colegio Juan Pablo II, hay un obispo de la diócesis en su patronato. Su presencia es inherente a nuestra identidad. Son los obispos de las respectivas diócesis quienes asignan a los capellanes de nuestros colegios.
-El del colegio de Alcorcón está muy presente en el libro...
Hace unos días la editora me comentaba en plan broma que, si diéramos a conocer la cuenta de correo del padre Ángel Villaplana, capellán de uno de estos colegios, y muy presente en Misión de audaces, no tardaría en convertirse en una estrella de rock. Sin duda. El capellán es un referente para todos; para las familias, para los alumnos, para los profesores, para quienes trabajamos en la Fundación… Para todos. Sin la tarea pastoral que desarrollan, los Colegios Juan Pablo II no serían lo que son. Nos sentimos profundamente orgullosos de nuestros capellanes.
-¿Cuál es el papel del profesor como modelo natural y sobrenatural?
-Al igual que los capellanes, los profesores son nucleares en la identidad del proyecto educativo de Educatio Servanda. Durante su paso por el colegio, el alumno debe ver en el maestro a ese referente que le va a acompañar en su viaje de crecimiento académico y personal. Para ello, el maestro católico debe dar testimonio de vida, una vida ejemplar que guarde plena coherencia entre lo que cree, lo que dice y lo que hace.
-¿Cómo se refleja eso en la vida de los chicos?
-Entre los protagonistas del libro, hay varios alumnos. Ellos expresan con absoluta claridad el modo en que sus profesores han contribuido a su crecimiento personal y a su comprensión crítica del mundo. Marcos, por ejemplo, había terminado su estancia en el colegio; pero cuando, con apenas 20 años, se enfrentó al mayor desafío de su vida, decidió volver para hablar con un profesor que le había marcado.
»Otro ejemplo, Sergio; llegó a uno de nuestros colegios con 14 años, era su última oportunidad antes de abandonar los estudios. Se sentía fracasado. Pues bien, una frase oportuna de un profesor cambió por completo su esquema mental. Finalmente, Sergio completó sus estudios con matrícula de honor. Con su currículum, podía haber estudiado lo que hubiera querido. ¿Pero qué hizo? Decidió ser profesor. Se dio cuenta de su poder transformador y deseaba contribuir en esa tarea.
-Varias historias de Misión de audaces suceden en un contexto de desestructuración familiar. ¿Estamos ante un grave problema social, además de personal?
-Por supuesto, la familia es el eje que vertebra la sociedad, su primera célula vital. Si esta quiebra, quiebran también los cimientos sobre los que se levantó la civilización cristiana hace dos mil años.
Óscar Rivas, durante la presentación el 26 de abril de 'Misión de audaces'.
»Sin embargo, el problema social nace a su vez de un problema político, muy dirigido, muy vertical, de arriba abajo. Si prestamos atención a las últimas leyes promovidas por el actual Gobierno: la ley de eutanasia, la ley de ideología de género, la ley de infancia y adolescencia, y ahora la nueva ley del aborto… todas ellas presentan como hilo conductor el ataque a la familia: agreden sus derechos y libertades básicas, deconstruyen su estructura antropológica y rompen los vínculos ancestrales que la configuran. Por no hablar de la presión que, en idéntica dirección, ejercen los grandes grupos de comunicación, incluso a través del ámbito del entretenimiento.
»No obstante, no se trata de una realidad nacional, sino global. La brecha entre el ciudadano de a pie y las elites es cada vez mayor. Ofrecer una batalla a este pensamiento único, no es tanto una opción como un deber.
-En varios testimonios del libro aparece el drama del aborto. A la luz de lo que le han transmitido los protagonistas ¿cree que estamos ante un "derecho reproductivo" o ante algo que deja una huella terrible en quien acude a él o en quien lo anima?
-Claramente, lo segundo. Como señalaba antes, los protagonistas del libro son hijos de su tiempo y acarrean sus lastres. Cuando visitas el campo de concentración Auschwitz o el cementerio de Katyn, ambos en Polonia, no puedes sino horrorizarte al ver de lo que son capaces los hombres cuando apartan a Dios de sus vidas.
-Los abortistas entran en pánico ante comparaciones como las que acaba de hacer...
-Hoy, el aborto es el gran genocidio de nuestro tiempo, un holocausto al que, no obstante, asistimos con absoluta indiferencia, como si no fuera con nosotros. Instituciones como la ONU o la OMS incluso promueven el aborto como un “derecho humano”. Es de no creer. ¿Cómo un crimen abominable puede convertirse en un derecho y apellidarse como “humano” algo tan brutal? Resulta inconcebible y, sin embargo, es un ejemplo de hasta dónde puede llegar el lenguaje cuando se corrompe el significado de las palabras.
»Como bien dices, el aborto está muy presente en Misión de audaces. Por eso, me atraía la idea de que el libro sirviera también a modo de reparación. Todo lo recaudado por él irá a parar a 40 Días por la Vida, una asociación católica, integrada por jóvenes, que rezan en las proximidades de los abortorios, y a los que el Gobierno pretende castigar con penas de cárcel por “acosadores”. Otro ejemplo de cómo un uso perverso del lenguaje puede tratar a héroes como si fueran villanos. El mundo al revés.
-¿Deberían los colegios católicos dedicar esfuerzos específicos a preparar a los chicos sobre el aborto para saber cómo actuar?
-Ha de ser deber de todo colegio católico combatir el adoctrinamiento y no hay otro modo de hacerlo que enseñando en la Verdad. Solo así conseguiremos que las futuras generaciones sean libres, que consigan hacer del nuestro un mundo mejor en el que los más vulnerables, y entre ellos incluyo, por supuesto, a los no nacidos, dejen de ser perseguidos; que vean de una vez por todas protegidos sus derechos, el primero de los cuales no puede ser otro que el derecho a la vida. Somos conscientes de que la consecución de tan ambiciosa meta no es sencilla.
-Hay que pelearla día a día...
-Por nuestra parte, contamos con capellanes increíbles, grandes profesores y profesionales que entienden su día a día como una misión. Contamos con miles de familias que nos apoyan y, como podrán comprobar quienes lean este libro, con miles de alumnos, muchos de los cuales ya se hallan incorporados al mundo laboral, ellos constituyen la punta de lanza de lo que está por venir. Es esperanzador. Las sociedades libres necesitan de hombres libres que las protejan y las lleven a su plenitud.