Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Belén y José, novios, de 17 años, murieron en un accidente... la madre de José lo medita

«Creo que cuando cayó el ascensor, Dios le recogió y se lo llevó al Cielo»: la pérdida, desde la fe

María Paramés, con su hijo José Amián - cuenta cómo vive su pérdida la familia, con oración
María Paramés, con su hijo José Amián - cuenta cómo vive su pérdida la familia, con oración

ReL

El pasado 9 de mayo murieron en un trágico accidente de ascensor Belén y José, de 17 años. Su muerte conmocionó a sus familias, a sus amigos y al Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo, en Madrid. Eran novios desde hacía dos años y la pareja estaba celebrando el final de los exámenes con su grupo de amigos. 

Dos meses después, María Paramés, la madre de José, ha compartido con Alfonso Basallo, del digital Actuall cómo vive esta tragedia desde la fe. Además de José, de 17 años, María y su marido tienen otros tres hijos: Diego, 16; Ignacio, 12; y María, 9. Su hogar, que fundaron hace 19 años es una piña, a la que la ausencia del hermano mayor ha unido aún más, a través de la fe en que Dios “cuida de José” como dice ella.

- ¿Cuándo fue la última vez que vió a José?
- A las ocho de la mañana de ese mismo día, el 9 de mayo. Le dí un gran abrazo, le dije que le quería mucho, y que confiaba plenamente en él, porque acababa de terminar los exámenes de 2º de Bachiller.

- La última escena: un gran abrazo.
- Eso ha sido para mí un enorme consuelo, de los recuerdos a los que me aferro. Porque otras veces sales de casa corriendo, pero precisamente aquella mañana le dí a José ese gran abrazo.

- Terminó los exámenes pero aún no sabe las notas
- Aún no nos las han dado, pero seguro que son buenas, porque José tenía una media muy alta sobre todo en ciencias… quería ser ingeniero industrial.

- ¿Para construir máquinas?
- Tenía la ilusión de crear infraestructuras para ayudar a los demás. Era un chico muy inquieto, muy comprometido, y tenía esa ilusión de hacer máquinas para ayudar a los que más podían necesitarlo, en el Tercer Mundo. “Era” no, “es”, me gusta hablar de él en presente.

- ¿Y cuando ocurrió el accidente donde estaba usted?
- Aquí en el despacho de Bankinter, donde trabajo. Me entró una llamada urgente de un padre del colegio que me dijo que había habido un accidente en un ascensor en la calle Hermanos Becquer.

- ¿Se imaginó algo entonces?
- De mi hijo, no… pero sí que vi al padre muy angustiado. Le avisé a mi marido para que acudiera a Hermanos Becquer y yo cogí un taxi y me fui para allá. Cuando llegué vi ambulancias, el Samur, la policía, y entonces sí que se me pasó por la cabeza que algo malo le podía haber pasado a José.

-Y cuando se lo confirmaron ¿cómo reaccionó?
- Me atendió una psicóloga del Samur y me preguntó que si me quería sedar pero dije que no, luego me confirmó que mi hijo había fallecido; enseguida llegaron mi marido y mi madre; y nuestra máxima preocupación era contárselo a nuestros otros 3 hijos. El segundo, Diego, de 16, estaba entonces en EEUU y no queríamos que se enteraran por las redes sociales.

- Su marido Pepe viaja mucho pero entonces estaba en España
- Fue una gran suerte, porque mi marido desde enero pasa muchas semanas en Hong Kong por razones de trabajo, pero entonces estaba aquí.

-¿Aquel día se enfadó usted con Dios?
- No, y todavía no me he enfadado. Llevo algo más de un mes y lo que siento es una gran pena, porque echo de menos a José, porque tenía una vida maravillosa, e iba ser una gran persona en esta Tierra… pero no me he enfadado con Dios.

- No todos reaccionan así…
- Ante estas situaciones o te sale rabia o te sale dolor. A mí me sale dolor, pero confiando en que Dios cuide de José.

- Cuando viene inevitablemente el desaliento ¿cómo lo soporta?
- Sé que ahora me toca llorar; que lo que nos ha pasado no es algo que se pueda suavizar… y el único camino es aceptarlo. Cada noche nos juntamos mi marido y mis hijos a rezar en el cuarto de José, le recordamos, hablamos con él, lloramos, nos reímos…

- ¿Con la fe está más cerca de José?
- Yo siempre me he considerado creyente, pero curiosamente ahora tengo más necesidad de rezar y de estar con Dios, porque cuando estoy con Dios pienso que estoy más cerca de José.

- Vd. leyó en el funeral la epístola de San Pablo “El amor es paciente (…) no es envidioso…” ¿el amor tampoco se rebela cuando Dios te quita lo más entrañable?
- Esa epístola fue la que leímos en nuestra boda y me parece grandiosa. Lo de rebelarme… no me sale, no me rebelo porque yo no creo que Dios haya querido hacerme daño. No soy capaz de comprenderlo pero me apoyo en la fe y en la esperanza.

- ¿Cómo se lo han tomado sus otros tres hijos Diego, Ignacio y María?
- Diego ha vuelto de EEUU muy triste pero, muy maduro, con muchas ganas de apoyarnos, de ayudar…

- ¿De convertirse en el hermano mayor?
- No; y yo le digo a él: Quiero que seas tú mismo, porque José sigue siendo el hermano mayor desde el Cielo. Le veo muy bien a Diego. Más afectado está Ignacio, de 12 años, porque admiraba mucho a José. Pero los jesuitas del colegio El Recuerdo nos están ayudando mucho, se están volcando, le hacen un seguimiento para ver qué tal está.

- ¿Y María la pequeña?
- Con 9 años lo vive de otra manera. El colegio nos planteó si queríamos retrasar su Primera Comunión, porque sólo habían pasado unos días desde la muerte de José, pero dijimos que no porque estaba prevista para ese día, y María llevaba dos años preparándose. La hicimos y pedí a los invitados que fueran todos, que tenía ser un día muy alegre, mis sobrinos llevaron guitarras. Yo puse fotos de José por la casa, porque quería que estuviera allí.

- ¿Su hijo subió al Cielo en ascensor?
- No pienso mucho en el ascensor… Creo que Dios nos ha hecho libres y, por eso, tenemos un mundo imperfecto, porque podemos cometer errores y hay deficiencias… y accidentes. Y eso le pasó a José. Pero también creo que cuando cayó del ascensor, Dios lo recogió y se lo llevó al Cielo.

- Desde entonces cada vez que coge un ascensor ¿tiene vd. miedo?
- No le dedico ni un minuto a pensarlo, lo cojo con normalidad. Da lo mismo lo del ascensor… para mí ha tenido un accidente y se ha ido al Cielo, pero el accidente podía haber sido en coche.

- ¿Cuál es la cualidad que mejor definía a José?
- Muchas. Destacaría su capacidad de rodearse de personas buenas que le querían mucho. Construyó un grupo de amigos fantástico, tenía una novia maravillosa. Y también destacaría su capacidad de disfrutar y sacarle partido a la vida. Era un chico que me ha dado mucha paz.

- Y defectos
- A veces era un poco callado… yo le pedía que me contara más las cosas.

- Pero a la vez era muy simpático…
- A veces más bien fuera que dentro de casa. El colegio del Recuerdo le ha servido para tener relaciones de amistad, porque organizaba muchas cosas: excursiones, campamentos, la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud); y porque José se apuntaba a todo. Estoy profundamente agradecida al colegio, a los jesuitas, por cómo le han sabido transmitir unos valores, y por cómo se han volcado con nosotros tras su muerte.


   La familia Amián Paramés, con sus 4 hijos 

-El testimonio que han dado sus compañeros no ha podido ser más elogioso
- Le querían mucho. Uno de sus amigos decía: “Como te imaginas a Dios, yo me imagino a Amián porque siempre estaba ayudando y siempre con una sonrisa”.

-Esa podía ser una buena definición de José
-Un jesuita, el padre Beni tenía otra: estaba en el banquillo con ganas de salir

- ¿Le gustaba a vd. Belén, la novia de José?
- Estaba encantada con ella, aunque en principio no me gustaba que empezaran a salir tan jóvenes. Pero luego la he conocido, era una chica maravillosa, con una sonrisa inolvidable. Y puedo asegurar que en el año y medio que ha estado con ella José ha sido mejor persona.

- ¿Los imaginaba casados?
- Ya habían hablado con un jesuita que era el que les iba a casar en el futuro, con el padrino… aunque yo le decía a él que no fuera tan rápido. Iban muy en serio. Y ella era una novia que no le aislaba sino que unía.

- ¿Por qué José fue al Recuerdo? ¿su padre era antiguo alumno?
- Mi marido Pepe había estudiado en Icade y yo Psicología en Comillas –de los jesuitas; y estábamos vinculados a grupos comunitarios ignacianos… San Ignacio es una figura que nos atraía mucho. Nos hacía ilusión que fuera al Recuerdo

- ¿Es casualidad que José muriera quince días después de confirmarse?
- Es un consuelo pensarlo. Tengo varios consuelos: primero que en sus 17 años y medio tuvo una vida muy plena; luego, que me pudiera despedir de él con un abrazo; luego, que no sufriera en su muerte; y, por supuesto, que muriera 15 días después de confirmarse. Estaba muy cerca de Dios.

- En la carta a José que su marido leyó en el funeral dijo “hay un móvil que está en el corazón y que se recarga con el Amor de Dios” ¿usan mucho ese móvil?
- Es que mi marido es un apasionado de la tecnología, por eso lo del móvil… Decía ¿cómo vamos a hablar con José ahora, cuando ya no tenemos whatsapp con él? Y por eso estamos probando ese nuevo lenguaje que es la oración. Por eso nos juntamos todas las noches a rezar… la oración nos une a él.

- María ¿compensa tanto esfuerzo en la educación de un hijo cuando luego lo pierdes?…
- El mayor privilegio que tengo es educar a mis hijos… es una de las razones por las que me levanto todas las mañanas. Por eso pienso ¡qué pena con todo lo que hemos hecho por José!… Había estudiado francés, inglés, chino mandarín, había hecho cursos de robótica. Pero a la vez es una satisfacción, pensar que le hemos dado la mejor educación del mundo. Y se la volvería a dar.

- ¿Les educamos para un título o para algo más?
- Al final educar a un hijo es quererle. Y una de las mayores satisfacciones es pensar que a José le he querido con toda mi alma.

- ¿Y usted no dice ya lo he colocado en el Cielo: misión cumplida?
- Me lo dice un sacerdote: todos tenemos como misión irnos al Cielo y José lo ha conseguido; y eso tiene que alegrarme. Pero me cortaría varias manos para poder seguir educándolo.

- Los compañeros de baloncesto organizaron una cadena de oración para pedir por las dos familias. Eso es precioso, pero al que no sea creyente le puede sonar a chino… ¿la oración qué es?
- La oración es una necesidad. La reacción de amigos de José, profesores, padres del colegio, amigos fue espontánea: durante varios días la capilla del Recuerdo estaba llena de gente rezando. Y sólo nos salía rezar, rezar… estar juntos y rezar. Cuando hay atentados, la gente pone velas, ositos etc, a los creyentes lo que nos sale es rezar. Y el colegio fue el lugar de encuentro para estar con José y con Dios.

- O sea que el cristianismo no es una ilusión.
- Yo respeto todas las creencias y opiniones, pero me siento una privilegiada por tener fe. Si no tuviera fe no podría soportar este dolor.

- Pero la fe no es un anestésico.
- No, porque la fe no te quita ni un ápice de dolor, pero pone esperanza a ese dolor. “Me ponen” esperanza, no me la pongo yo, porque no me creo lo fuerte que estoy. Me ayuda Dios, José. Si no estaría en la cama llorando todo el día.

- Dice C.S. Lewis que “el dolor es el altavoz con el que Dios habla a un mundo de sordos”
- Con el dolor hay que tener cuidado para no regodearse en él. Hay una parte de ti que tiene la tentación de abandonarse: yo quiero estar todo el día llorando. Pero existe otro dolor –del que tú hablas- que te lleva hasta otro plano. Yo ahora es como si estuviera en ese otro plano.

- ¿Cuál es?
- Vivo un dolor enorme pero tengo una relación con Dios mucho mayor. Tengo 47 años he tenido una vida bastante feliz pero mi vida ha cambiado, hay un antes y un después y ahora estoy en ese plano. Creemos que vamos a vivir siempre, pero esto no es más que un prólogo.

- Si me permite una pregunta más personal: De madre a madre ¿qué le dice usted a la Madre de Jesús?
- Lo de José me hace acercarme a ella que perdió a su Hijo, y que sufrió infinitamente más que yo. El dolor me ha hecho acercarme a la Virgen. Te acerca a esas realidades, pero también a otras personas que han pasado por lo mismo: otras madres que han perdido hijos. El dolor une, te hace más comprensivo con los demás, te hace crecer, te hace mejor, te enseña mucho.

- Entonces es compatible el dolor y la tristeza con otras cosas muy positivas
- Estoy profundamente triste, pero rodeada de mucho cariño; mi familia, mis amigos, toda la Comunidad del Colegio del Recuerdo y también he recibido un gran apoyo de mis compañeros de Bankinter y de mi jefa, Maria Dolores Dancausa. La vida se me puesto muy oscura pero estas personas me trasladan luz con su apoyo incondicional. Especialmente mi marido y mis hijos, con los que recuerdo constantemente a mi hijo José y trato de mantenerle presente cada día’

- ¿Cómo lo lleva su marido?
- Mi marido nunca había llorado, hasta ahora, y yo me alegro de que llore. Está desolado pero a la vez tirando adelante y apoyándose en Dios.

- ¿De dónde procede esta fe que tienen ustedes dos?
- De nuestros padres, familias católicas. Yo personalmente estuve con mi colegio Jesús María en Guinea en misiones; también con grupos de jesuitas en Camboya; y mi marido siempre ha tenido una religiosidad muy profunda.

- A Belén y José los calificaron de “gente ejemplar y con una sonrisa permanente”… hace unas semanas, calificaron de héroe a Ignacio Echeverría ¿Por qué Dios se lleva a los mejores?, ¿no hacen falta jóvenes así en la Tierra?
- Una sobrina mía de 6 años me dice: Si Dios se lleva a los mejores, yo voy a ser malísima, porque yo no quiero morirme. Es verdad que Belén y José, e Ignacio eran estupendos, pero no son los únicos. Estamos rodeados de gente estupenda, lo que ocurre es que ponemos el foco en lo negativo y no siempre valoramos lo que nos rodea. Y cuando se van es cuando nos damos cuenta.

- Hemos hablado mucho de fe, pero el otro gran valor que ha estado implícito ha sido la familia… ¿qué es para María Paramés la familia?
- Mi razón de ser. Desde que era pequeña yo quería ser madre. Y me gusta salir fuera a trabajar y tengo un proyecto profesional ilusionante, pero mi misión en la vida es la familia. Soy directora de recursos humanos en Bankinter, pero cuando la gente me pregunta yo siempre digo, la familia es mucho más importante que el trabajo.

Una canción que recoge el recuerdo y la esperanza de la familia
  
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