Credo católico

           Cualquier creyente católico..., al menos una vez a la semana reza el credo en la misa dominical, es decir unas 50 veces al año. Y si se trata de una persona más entregada al amor a Dios, más o menos hasta unas 700 veces al año, si diariamente va a misa y reza al menos un rosario diario. Pero esta estadística no quiere decir nada importante, porque a los ojos de Dios la intencionalidad y el amor de la persona que ora, tiene mucha más importancia que la cuantía del rezo.

            Bien es verdad que el rezo realizado como un papagayo, tiene también su valor, no tan grande como el realizado a la perfección saboreando lo que se dice y sin interferencia de ninguna distracción. Pensará alguno que para obtener un rezo totalmente perfecto, habría que recluirse en la soledad de un Desierto y esto tampoco es absolutamente así, porque ni ningún eremita ha estado libre de las asechanzas demoniacas.

            También es verdad, que para lograr la perfecta oración, son necesarias las tres eses: Soledad, silencio y sosiego y a estas condiciones, quedan completas, si les añadimos una cuarta denominada Perseverancia, entones si ponemos nuestra alma y voluntad de amor al Señor, se puede decir que el camino para llega a una perfecta entrega de amor al Señor, está asegurado. Pero pocas son las personas que pueden irse al desierto, o  a un eremitorio para siempre, pues para ello la persona de que se trate, ha de tener el don de una vocación eremítica. Ni mucho menos, se puede asegurar que para salvarse hay que tener vocación eremítica.

            Buscar ese camino careciendo de vocación es meterse en un infierno terrestre. Pero sin apartarnos del tema del título de esta glosa, diremos que, el Catecismo de la Iglesia católica en su parágrafo 26, nos dice que: "Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo: "Creo" o "Creemos". Antes de exponer la fe de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida en la práctica de los Mandamientos y en la oración, nos preguntamos qué significa "creer". La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida. Por ello consideramos primeramente esta búsqueda del hombre (capítulo primero), a continuación la Revelación divina, por la cual Dios viene al encuentro del hombre (capítulo segundo), y finalmente la respuesta de la fe (capítulo tercero)”.

            Decir “Creo o creemos” es hacer una publica declaración de tener fe, acerca de lo que no contemplan los ojos de nuestra cara, La fe puede estar referida, no solo a la existencia de bienes materiales, sino más bien exclusivamente puede estar referida a la existencia de bienes espirituales o circunstancias referidas al mundo del Espíritu, que jamás podrán ver los ojos de nuestro cuerpo, pero no así, los de nuestra alma que cuando estén alumbrados por la luz divina, podrán ver y captar en función de la intensidad de luz, con que estos ojos  reciban la luz divina. En este mundo solo pequeños destellos de esa luz divina, pueden ser recibidos por almas totalmente entregadas al amor a Dios, tal como sabemos que ha ocurrido con diversos santos.

            Al que tiene fe y ella es el sustituto, de lo que no se ve, ni por los ojos materiales de su cara ni por las espirituales de su alma, cuando se trata de bienes espirituales, se le llama “creyente”, El credo para él, ahora en esta vida, es el sustitutivo de la falta de evidencia, que más tarde cuando abandone este mundo, la obtendrá por medio de los ojos de su alma. El credo es la declaración de que creemos en la existencia de lo que no vemos directamente, pero si por sus frutos y propias experiencias.

            La fe es un acto propio del mundo espiritual, aunque exista una fe material, por ejemplo; yo no he estado nunca en Australia, pero no dudo de su existencia, por lo que otros me han dicho y por los frutos que se producen solo en la agricultura de Australia, así como también frutos materiales de la industria australiana. Se trata de un conocimiento indirecto, obtenido por medio de los frutos de la agricultura y la industria australiana. Pero en cuanto a estos frutos que nos dan un conocimiento indirecto y nos dan fe indirecta, ellos de la existencia de Australia, son comprobables, cogiendo un avión y yendo allí. Mientras que los frutos espirituales, que nos dan fe, por ejemplo de la existencia de Dios, solo pueden ser objeto de comprobación “post mortem”.

            En el orden espiritual, si podemos tener una adquisición indirecta de la de la existencia de Dios Creador de todo lo visible y lo invisible. Pero la adquisición directa de la existencia de Dios, nunca podremos tenerla por medio de los ojos de nuestra cara, pero si indirectamente. La fe es un don de Dios que Él siempre se lo dona al que lo desea. Nuestro Señor Jesucristo, refiriéndose al conocimiento indirecto varias veces en los evangelios podemos leer su frase: “…por sus frutos los conoceréis”. Es decir, nos recomendó, cuando no era posible el conocimiento directo ir a buscar un conocimiento indirecto. Para llegar al conocimiento indirecto de la existencia de Dios, está siempre a nuestro alcance, nada hay más grande, que el mismo Universo y las maravillas naturales que se contienen en este lugar llamado Tierra donde vivimos.

            La fe para muchos, solo se refiere solamente a un único hecho que es aceptar la existencia de Dios. Y esto, no es así, La aceptación de la existencia de Dios es el primer paso para cruzar la puerta de su amor. La fe en la existencia de Dios conlleva la aceptación de una serie de hechos y misterios como el de la Anunciación, la doctrina espiritual que Él nos dejó transmitida por medio de los cuatro evangelios y el contenido del A.T. su Pasión y muerte en la Cruz, su Resurrección y la Ascensión a los cielos y nuestra Redención. Y las consecuencias, que de estos bienes espirituales se derivan para la humanidad, pues Dios ama y desea la eterna salvación de todos, pues para eso fuimos creados, para ser glorificados y eternamente felices.

            El Creo es el símbolo de nuestra fe. En el primer Concilio de Nicea, en año 325 se vio la necesidad de efectuarse una declaración dogmática de los contenidos de la fe cristiana promulgados en este Concilio, donde se consensuó una definición de los dogmas de la fe cristiana. Nació así el símbolo del Credo Niceno Constantinopolitano. El principal adversario de la doctrina de este credo fue el arrianismo, que era una corriente teológica liderada por el sacerdote norte africano Arrio, quien no quiso aceptar que Jesucristo era Dios mismo y otros problemas teológicos, en especial trinitarios, que no se resolverían hasta el Primer Concilio de Constantinopla, cuando el carácter divino del Espíritu Santo se afirmó definitivamente.

            El arrianismo es el conjunto de doctrinas cristianas que sostenían que Jesús era hijo de Dios, pero no Dios mismo. Es decir atentaban contra el dogma de la Santísima Trinidad al igual que anteriormente ya lo había hecho Tertuliano, Aunque el arrianismo ya fue condenado en el primer Concilio de Nicea I del año   325 tal como antes hemos escrito, esta herejía fue nuevamente condenada en el primer concilio de Constantinopla. No obstante las luchas entre católicos y arrianos, se mantuvo como religión oficial de algunos de los reinos establecidos por los godos en Europa tras la caída del Imperio romano de Occidente. En el Reino Visigodo de Toledo pervivió el arrianismo, al menos hasta el III Concilio de Toledo (589), durante el reinado de Recaredo I, que se convirtió al catolicismo.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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1. Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=v
2. Libro. SANTIDAD EN EL PONTIFICADO.- www.readontime.com/isbn=9788461266357
3. Libro. MOSAICO ESPIRITUAL.- www.readontime.com/isbn=9788461220595
4. Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461557097.
5. Libro. DESEAR LA SANTIDAD.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461722747
6. Libro. VIDA DE NUESTRA ALMA.- http://www.readontim.com/ISBN=9788461266364

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            La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.

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