Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

Confesar y vivir la fe


Tra­te­mos de pro­te­ger nues­tro co­ra­zón para no de­jar­nos lle­var por la amar­gu­ra o el de­seo de ven­gan­za fren­te a quie­nes nos tra­tan mal.

por Monseñor Juan José Omella

Opinión

Era un pro­fe­sor com­pro­me­ti­do y es­tric­to, co­no­ci­do tam­bién por sus alum­nos como un hom­bre jus­to y com­pren­si­vo. Al ter­mi­nar la cla­se aquel día de ve­rano, mien­tras el pro­fe­sor or­de­na­ba unos do­cu­men­tos de su mesa, se le acer­có uno de sus alum­nos y, de ma­ne­ra desa­fian­te, le dijo:

-Pro­fe­sor, lo que me ale­gra de ha­ber ter­mi­na­do la cla­se es que no ten­dré que es­cu­char más sus ton­te­rías y po­dré de­jar de ver esa cara suya tan abu­rri­da.
 
El alumno es­ta­ba er­gui­do y con ex­pre­sión arro­gan­te, en es­pe­ra de que el pro­fe­sor reac­cio­na­ra ofen­di­do y des­con­tro­la­do.
 
El pro­fe­sor miró al alumno por un ins­tan­te y con enor­me tran­qui­li­dad le pre­gun­tó:
 
-Cuan­do al­guien te ofre­ce algo que no quie­res, ¿lo re­ci­bes?
 
-Por su­pues­to que no –con­tes­tó el mu­cha­cho, de nue­vo en tono des­pec­ti­vo, pero des­con­cer­ta­do al mis­mo tiem­po por la ca­li­dez con que el pro­fe­sor le ha­bía he­cho la pre­gun­ta.
 
-Bueno –pro­si­guió el pro­fe­sor– , cuan­do al­guien in­ten­ta ofen­der­me o me dice algo des­agra­da­ble, me está ofre­cien­do algo, en este caso una emo­ción de ra­bia y ren­cor, que pue­do de­ci­dir no acep­tar.
 
-No en­tien­do a qué se re­fie­re –dijo el alumno, con­fun­di­do.
 
-Muy sen­ci­llo –re­pli­có el pro­fe­sor–. Tú me es­tás ofre­cien­do ra­bia y des­pre­cio, y si yo me sien­to ofen­di­do o me pon­go fu­rio­so, es­ta­ré acep­tan­do tu re­ga­lo; y yo, ami­go mío, en ver­dad pre­fie­ro ob­se­quiar­me mi pro­pia se­re­ni­dad. Mu­cha­cho –con­clu­yó el pro­fe­sor en tono ama­ble–, tu ra­bia pa­sa­rá, pero no tra­tes de de­jar­la con­mi­go, por­que no me in­tere­sa; yo no pue­do con­tro­lar lo que tú lle­vas en tu co­ra­zón, pero de mí de­pen­de lo que yo car­gue en el mío.
 
¡Cuán­tas ve­ces per­de­mos la paz por lo que nos di­cen o nos ha­cen! Sí, per­de­mos la paz y, a ve­ces, nos en­zar­za­mos en una dis­cu­sión de di­mes y di­re­tes que nos lle­va in­clu­so a enemis­tar­nos.
 
¡Qué sa­bias son las pa­la­bras del pro­fe­sor de la his­to­ria na­rra­da más arri­ba! (José Car­los Ber­me­jo, Cuen­tos con sa­lud, Sal Te­rrae, 2012, pp.119120) “Pre­fie­ro ob­se­quiar­me mi pro­pia se­re­ni­dad. Tu ra­bia pa­sa­rá, pero no tra­tes de de­jar­la con­mi­go, por­que no me in­tere­sa; yo no pue­do con­tro­lar lo que tú lle­vas en tu co­ra­zón, pero de mí de­pen­de lo que yo car­gue en el mío”.
 
Que­ri­dos her­ma­nos, tra­te­mos de pro­te­ger nues­tro co­ra­zón para no de­jar­nos lle­var por la amar­gu­ra o el de­seo de ven­gan­za fren­te a quie­nes nos tra­tan mal. Si­ga­mos el buen con­se­jo de Cris­to: “Ben­de­cid a los que os mal­di­cen, orad por los que os ca­lum­nian” (Lc 6,28). Si el Se­ñor nos pide vi­vir así, se­ñal pues, que si le pe­di­mos, nos con­ce­de­rá este don. Este es el ca­mino se­gu­ro para vi­vir con paz y ale­gría; esa paz y ale­gría que el mun­do no co­no­ce y que bro­ta del ma­nan­tial que es el Se­ñor nues­tro Dios.
Comentarios
5€ Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
10€ Gracias a tu donativo habrá personas que podrán conocer a Dios
50€ Con tu ayuda podremos llevar esperanza a las periferias digitales
Otra cantidad Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Si prefieres, contacta con nosotros en el 680 30 39 15 de lunes a viernes de 9:00h a 15:30h
Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter

¡No te pierdas las mejores historias de hoy!

Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria

REL te recomienda